“Salvaron a mis dos hijas”

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Zully Riquelme de Mendieta (47) es una docente jubilada paraguaya que viaja a la Argentina ininterrumpidamente hace un año y medio, pero que dice no estar arrepentida porque así salvó la vida de dos hijas.

“Vengo a este país no porque quiero, sino porque estoy obligada a venir, porque en Paraguay lastimosamente no hallamos una solución, por nuestro carenciado sistema de salud”, arrancó.

La historia de esta madre es tan dura como también esperanzadora, ya que desde el 2008 lucha por su hija mayor Belén (28), quien vive solo con un riñón, pero que ahora lleva una vida relativamente normal, con dos hijos y un matrimonio feliz.

En octubre de 2014 la hija mayor de Zully experimentó una severa recaída y en Paraguay fue sometida a un procedimiento médico que le costó a la familia G. 18 millones, pero que al final resultó en vano.

Entonces tuvieron que viajar a Argentina, donde le hicieron una ablación y se salvó de la muerte.

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Casi al mismo tiempo, la hija menor de Zully, Teresa Magalí (7), quien nació con síndrome de Down, tragó un alambre de 13 centímetros que los médicos paraguayos esperaban que expulsara solo con laxantes, lo que a su vez fue debilitando a la niña y provocó que el cuerpo extraño empezara a perforar la pared estomacal.

Fue así que otra vez apelaron a la medicina argentina, pero ya después de quedarse literalmente en la calle, porque hasta tuvieron que vender su casa en el centro de Itá. En solo 24 horas los doctores del Hospital Pediátrico Garrahan de Buenos Aires le retiraron el alambre con una endoscopia, pero a la vez le detectaron otros problemas por los cuales la niña hasta ahora se encuentra bajo un tratamiento integral.

“Siempre voy a estar agradecida con la Argentina, porque salvaron a mis dos hijas. Este es uno de los pocos países que tienen este sistema de salud solidario. Si acá los médicos se negaran a atender a los pacientes extranjeros, cuántos niños paraguayos hoy estarían muertos”, se preguntó.

Al igual que toda la colectividad paraguaya, la docente jubilada iteña espera que Macri no endurezca la política de atención sanitaria, que salva la vida de miles de compatriotas que, desesperados, tienen que dejar su casa, sus costumbres y sus raíces para seguir viviendo.

La Embajada, el Consulado y una enfermera

Así como cientos de familias paraguayas, la de Zully Riquelme de Mendieta sigue aún completa gracias a la ayuda que recibieron en Argentina de parte de la Embajada y del Consulado paraguayos y, por sobre todo, de la enfermera compatriota María Isabel Valiente, quien trabaja hace 28 años en el Hospital Garrahan.

Funcionarios del área social de la Embajada y del Consulado, además de asistir a los compatriotas que llegan muchas veces completamente desorientados a Buenos Aires, en los últimos tiempos también empezaron a dar acogida, en la medida de sus posibilidades, a los padres e hijos paraguayos para ahorrarles por lo menos el elevado costo de un hospedaje.

La enfermera Marisa Valiente, como es conocida la compatriota, en cambio, se convirtió en un verdadero ángel de la guarda para nuestros chiquitos, ya que a diario se ocupa de garantizarles la mejor atención posible y se asegura de que todos los niños que viajan desde Paraguay retornen curados a sus casas, aunque muchas veces las criaturas ya llegan a Argentina en último estado y pierden la vida en el intento.