Vamos al cine... del barrio

Este artículo tiene 12 años de antigüedad
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Muchas costumbres y tradiciones paraguayas se van perdiendo, por diferentes razones, ya sean económicas, tecnológicas o simplemente moda. Estos tres elementos quizás afectaron a los cines barriales de Asunción.

No hay que olvidar la historia, porque es la base del presente. Y así como muchas personas trabajan para mantener la memoria viva de los grandes acontecimientos, ¿por qué no recordar también las pequeñas historias, como las de las salas de cine barriales de Asunción?

Sin duda alguna, estos lugares acogen centenares de historias vividas con la pareja, la familia y amigos. Revivir estas historias son una buena excusa para ir con los primos a visitar a los abuelos o al vecino más viejito y lúcido, y mientras se comparte una ronda de tereré escuchar las fantásticas historias. Algunas son, hoy, prácticamente increíbles.

El centro

Cuentan que los principales cines de Asunción estaban ubicados en el centro. Con un boleto se podían ver dos películas, conocidas como las “llamadas” o “programas”. Primero se mostraba la complementaria, y luego la principal. Acudía a verlas una multitud.

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Ya sea entre semana o fines de semana, largas filas se podían apreciar en las principales salas de cine. ¿Cuáles eran? Roma, Yguazú y Victoria, de los cuales hoy apenas se conservan la fachada.

Hoy, en el cine Roma tímidamente se puede apreciar lo que era su cartel bajo otro comercial, en la esquina de Colón y Haedo. Las paredes del cine Yguazú, ubicado también sobre Colón, sirvieron de lienzo para los grafiteros. Del cine Victoria se conserva el edificio y se mantiene la fachada, pero en muy malas condiciones.

Estos eran los cines de estreno. Cada semana se renovaban películas, y si tenía mucho éxito, se repetía una semana o hasta dos semanas. Luego, las películas recorrían los cines barriales, y meses después llegaban al interior del país.

¿Sabrá hoy un adolescente promedio que muchos barrios asuncenos tenían su propio local de cine? ¿Que el cine llegaba al interior del país, y que era todo un evento social ir a la función?

En el interior, una de las actividades para recaudar fondos para fiestas de colación era organizar la proyección de una película en el colegio, ya que los filmes tardaban en llegar desde Asunción. O, simplemente, era una oportunidad para volver a ver.

Según comentarios, los “adolescentes de antes” contrataban a un “cine ambulante” y las películas se veían en el salón auditorio. Quien quisiera ver la película sentado, debía pagar otro boleto por la silla, que era de madera y plegable.

Primera proyección

Una de las anécdotas más interesantes quizás sea la que narra la primera proyección de cine en el Paraguay. De acuerdo con una publicación de la Revista Dominical del diario ABC Color aparecida en agosto de 1981, la primera proyección fue el 2 de junio de 1900, solo cinco años después de que los hermanos Lumière proyectaran las primeras imágenes en Francia.

La función inicial del cinematógrafo, como se lo llamaba entonces, fue en el Teatro Nacional, hoy Teatro Municipal. Un fragmento de la publicación dice así: “Esta noche –informaba el diario El Paraguay en su sección Sociales de esa fecha– tendrá lugar en nuestro coliseo una función extraordinaria con motivo de inaugurarse el cinematógrafo, que es toda una novedad para la mayor parte de nuestro público”. En esa ocasión se pondría en escena, como primera parte del espectáculo, la pieza teatral que tenía por título “En las garras de mi suegra”, comedia que había sido estrenada días atrás”.

“El cinematógrafo –proseguía la información– es un invento debido al gran genio del siglo que fenece, Edison; el cual, valiéndose de la electricidad para obtener la luz necesaria, ha dispuesto una sucesión de fotografías, reproducción de las escenas naturales de la vida. Estas fotografías están de tal manera que, deslizándose velozmente, completan la ilusión del movimiento”.

Fue una jornada lluviosa, pero ello no motivó que se suspendiera la función. Sin embargo, se registró un bochorno cuando se apagó la luz; incluso la Policía tuvo que intervenir y arrestó a un montón de jóvenes. “Silbidos y gritos que rayaban en alaridos salvajes, cada vez que se extinguía la luz”, decía El Paraguay en su entrega del 3 de junio, informándonos de cómo y cuándo comenzó en nuestro país la modalidad que todavía hoy subsiste, de manifestar disgusto ante tales interrupciones.

¿Revivirlos?

El único cine barrial cuyo edificio perdura en Asunción es el cine del barrio Santísima Trinidad de Asunción, el cine Cañisá, de Don José Cañisá, que también era un bar y almacén. Su hijo, Alberto Cañisá, señaló que existen muchas propuestas e intenciones, pero que faltan recursos para concretarlas.

“Hubo un proyecto de levantar, con el anterior gobierno, pero quedó en oparei. Ya no funciona como bar ni despensa, tampoco se hacen proyecciones; solo de vez en cuando. Abro el local para la gente curiosa y porque me gusta compartir la historia de mi familia”, comentó Cañisá.

Para activarlo otra vez, sería interesante imitar a la cinemateca de Montevideo, donde se proyectan películas y varios cortos, ya sean trabajos impulsados por el gobierno, documentales y trabajos de alumnos de Periodismo de la Universidad Católica del Uruguay.

Si bien no como en la época dorada de los 60, 70 y 80, sería una interesante iniciativa para no dejar morir los trabajos audiovisuales de los estudiantes. Y hasta podría ser una oportunidad para inserción laboral.

ggonzalez@abc.com.py