XO, una herramienta que cambia vidas

Uno de los beneficiarios del programa “Una Computadora por Niño” explica el impacto de esta herramienta en su vida.

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A los 10 años de edad, cuando cursaba el quinto grado de la Educación Básica, Pablo Ortega, de la localidad de Cabañas, Caacupé, tuvo su primer contacto con una laptop XO, el dispositivo insignia de “Una Computadora por Niño”.

Hoy, con 16 años, Pablo tiene grandes aspiraciones y quiere propagar ese entusiasmo a toda su comunidad. El punto de partida fue el programa. “Esta iniciativa me dio la oportunidad de conocer el mundo, y no solamente a mí, sino a mis familiares y a mi comunidad, que de una u otra manera está con el programa y se está beneficiando”, dice.

Pablito destacó que desde el quinto grado ha aprendido mucho más, porque está convencido de que a través de la tecnología la información circula mucho más rápido. “El mundo se ha abierto para mí a través de esta herramienta, que además me brinda información actualizada que muchas veces no hallamos en los libros o la información que encontramos en ellos ya es obsoleta. No estoy desvirtuando, solo señalo que con la tecnología la información es nueva, actual e instantánea”, afirma.

Para Pablo, el hecho de que el programa esté recibiendo el respaldo del Gobierno Nacional es positivo.

“Creo que la ampliación del programa es algo que se debe apoyar, que de hecho se está apoyando, y eso me pone muy contento porque otros niños como yo van a poder disfrutar de este proyecto que es maravilloso para el desarrollo de la comunidad y del Paraguay”, añade.

Gracias a los conocimiento adquiridos, Pablo representó al país en la Cumbre Internacional de Jóvenes Programadores que se realizó en Montevideo, Uruguay, donde se destacó y lo eligieron para formar parte de los XO Evolution, quienes tienen la tarea de dinamizar el programa.

“En la cumbre debatimos cómo Paraguay podría crecer mucho más con el uso de esta tecnología, que tiene un software libre, que permite a cualquier persona realizar un cambio y distribuirlo. Además de lo que puede hacer el software para llegar más al niño, y hacerlo más significativo”, explica.

Pablo ya es un ferviente colaborador del programa, tanto como ejemplo a seguir y como instructor de otros niños, que se reúnen los sábados en el Centro Tecnológico Serranía para aprender sobre robótica y programación.

“Estamos ayudando a cambiar la forma de pensar de los niños, a no encansillarse; los ayudamos a pensar diferente y a presentarse ante el mundo con todas sus potencialidades”, indica.

Su plan es seguir Ingeniería en Electrónica o Mecatrónica. “Me gustan estas áreas y todo empezó con esta computadora que me dio las herramientas para pensar diferente y me ayudó a salir de la timidez, a abrirme al entorno donde vivo. Ese es el cambio que veo en todos los que tenemos esta oportunidad, porque aprendí que puedo hacer mucho por mí, mi familia y mi comunidad”, indicó.

Pablo quiere enseñar a los niños a programar y que usen ese conocimiento para progresar. El Gobierno Nacional anunció que convertirá a Caacupé en el laboratorio tecnológico del país.

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