Obispo critica el sistema económico

El obispo de la diócesis de Coronel Oviedo, monseñor Juan Bautista Gavilán, presidió la tradicional misa de las 00:00 dedicada a los peregrinos de la zona Este de nuestro país. Miles de personas asistieron a la celebración bajo una intensa lluvia, protegidos a medias con paraguas y pedazos de bolsas de plástico.

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El pastor recordó lo dicho por el papa Francisco sobre la economía: “Hay una economía sin rostro humano, que impide el verdadero desarrollo de toda persona humana, incapaz de actuar con la fuerza transformadora del amor”, dijo. “A causa del egoísmo y de las leyes de la economía se establecen en la sociedad las graves inequidades y las escandalosas injusticias sociales, un sistema socioeconómico global injusto que oprime a los más débiles y hace más poderoso al más fuerte”.

“Esta es la lógica del dios dinero y al cual se rinde culto desde el materialismo, arrastrando a los pequeños sin consideración alguna, hasta los estados no son suficientemente fuertes y capaces para defender a los ciudadanos más débiles”, indicó. Lamentó la existencia de 300.000 jóvenes “nini) (no estudian ni trabajan), “producto de un sistema que genera empobrecidos”.

Las injusticias –afirmó– tienen su origen en las excesivas desigualdades, las diferencias sociales en nuestro país, donde el 2% de la población paraguaya posee el 80% de las riquezas del país, donde imperan la desconfianza, odios raciales e ideológicas, la envidia y el egoísmo humano, expresó. En ese contexto, abogó por la paz en la familia, en los sectores empobrecidos del capesinado, los indígenas.

El país necesita que los administradores del bien común del Paraguay prioricen los servicios con profundo amor a la patria y a los hijos más necesitados del país, distribuyendo los bienes de la naturaleza con equidad y no priorizar las ambiciones de los que ya tienen miles y hasta millones de hectáreas de tierras en nuestra patria.

Mons. Gavilán comparó la realidad actual de nuestro país con la de un momento de la historia del pueblo de Israel, “en que la fuerza oscura del pecado fue tan intensa, tan desoladora hasta que el mal pareciera que no tiene vuelta ni fin”. Mencionó que se desarrolla en un contexto histórico en que la legislación y los intereses del rey y los cortesanos arremeten con todo sin compasión, sin respetar derechos y vida de los más débiles; con la actitud despótica y de soberbia que sobreponía el rey quiso anular la verdad, el culto verdadero de los israelitas y las identidades del pueblo sencillo.

“El régimen de este rey se llenaba de idólatras, adulones y profanadores que convertían a la sociedad en un antro de defraudaciones, de despojos, violencias, corrupciones hasta ahorcando a los niños inocentes. No es tan diferente la sociedad de nuestro días a la de aquel régimen”, dijo.

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