Por desbordes, el Papa no pudo quedarse en el Ycuá

El paso del papa Francisco frente el siniestrado supermercado Ycuá Bolaños fue fugaz. Víctimas y familiares lo esperaban con fervor y ansiedad a lo largo de la avenida Artigas, pero unos vehículos mal estacionados al salir de la Costanera obligaron al papamóvil a ingresar a contramano a la zona. Al ver que no venía por la ruta prevista, la gente desbordó las vallas de seguridad y la comitiva papal abrió camino y pasó de largo. La frustración y el desencanto fueron totales en quienes esperaban un bálsamo para su dolor de más de una década.

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Pocos minutos habían pasado de las 18:00, cuando el Papa arribó a la avenida Artigas en el papamóvil. Lo hizo en el sentido contrario a lo organizado porque autos mal estacionados impidieron su paso. Por eso, la gente que lo esperaba se volcó hacia la mano por la que circulaba la cápsula papal. Los momentos fueron de mucha tensión y, si bien no estaba previsto que Francisco se bajara en el lugar, los incidentes fueron determinantes para que la comitiva siguiera de largo. Quince personas tuvieron que ser atendidas en el lugar, por heridas y desmayos.

A pesar de los imprevistos, el Papa bendijo desde su vehículo a las víctimas y familiares, además las cenizas de los cuerpos cremados en el incendio ocurrido el 1 de agosto de 2004 y que dejó cerca de 400 muertos, unos 500 heridos y 6 desaparecidos.

Las víctimas siempre supieron que no estaba prevista una parada del Papa. Pero dada su propensión a salir del protocolo, esperaban con fervor que se quedara unos minutos allí. Querían verlo y escucharlo, como una manera de atenuar su dolor. Por eso prepararon el local con 400 candiles de barro, moldeados por los huérfanos que dejó la tragedia. También habían colgado una bandera paraguaya de 50 metros de largo con las fotografías de los fallecidos y lo esperaba la escultura “la Paloma de la Paz”, de Juan Pablo Pistilli.

Además, había una lista de diez personas seleccionadas para hablar ante el Papa, que habían preparado sus palabras.

Francisca Alonso es una de las personas que a pesar de todo se sintió bendecida. Dijo que la bendición del Papa es un bálsamo espiritual para afrontar la vida con más paz y alegría. Y con lágrimas en los ojos indicó que nunca olvidará este día, que le devolvió las ganas de vivir.

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