Segunda parte de la rueda de prensa, versión editada de Radio Vaticano:
Pregunta de Anna Matranga, de CBS News:
–Santidad, uno de los mensajes más fuertes de este viaje ha sido que el sistema económico impone a menudo la mentalidad del provecho a toda costa, en detrimento de los pobres. Ello es percibido por los estadounidenses como una crítica directa a su sistema y modo de vivir. ¿Cómo responde usted a esta percepción? Y ¿cuál es su evaluación del impacto en los Estados Unidos, en el mundo?
(R) –Esa frase no es nueva. Lo he dicho en la Evangelii Gaudium: “esta economía mata”. Hay un contexto. Y la he dicho en la Laudato si’. He oído que ha habido algunas críticas en los Estados Unidos. Pero no las he leído y no he tenido tiempo de estudiarlas bien, porque cada crítica se debe recibir y estudiar, para luego hacer el diálogo. Usted me preguntará, qué pienso, pero si no he dialogado con los que hacen la crítica no tengo el derecho de hacer un pensamiento así, aislado.
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–¿Usted ahora irá a Estados Unidos, tiene alguna idea sobre cómo será recibido, algún pensamiento sobre la nación…
–No. Tengo que comenzar a estudiar ahora, porque hasta hoy he estudiado estos tres países bellísimos, que son una riqueza y una belleza. Ahora tengo que empezar a estudiar Cuba, porque iré allí dos días y medio, y luego los Estados Unidos, las tres ciudades del Este –porque al Oeste no puedo ir–, Washington, Nueva York y Filadelfia. Sí, tengo que comenzar a estudiar estas críticas y luego dialogar un poco.
Pregunta de Aura Vistas Miguel:
–Santidad, ¿qué cosa sintió cuando vio esa hoz y el martillo con Cristo, ofrecido por el presidente Morales? Y ¿dónde ha terminado ese objeto?
(R): –Yo –es curioso– no conocía esto, y tampoco sabía que el padre Espinal era escultor y poeta también. Lo he sabido en estos días. Lo he visto y para mí ha sido una sorpresa.
Segundo: se le puede calificar como el género del arte de protesta. Por ejemplo, en Buenos Aires algunos años atrás se hizo una muestra de un buen escultor, creativo, argentino. Ahora ha muerto. Era arte de protesta, y yo recuerdo una de sus obras que era un Cristo crucificado que estaba sobre un bombardero que caía. Era una crítica del cristianismo que se había aliado con el imperialismo que era el bombardero. El primer punto, entonces, no lo sabía; segundo, yo lo califico como arte de protesta que, en algunos casos puede ser ofensivo, en algunos casos.
Tercero, en este caso concreto, el padre Espinal fue asesinado en los años 80. Era un tiempo en el cual la teología de la liberación tenía diferentes ramas, uno de estos era el análisis marxista de la realidad, y el padre Espinal pertenecía a este. Esto sí lo sabía, porque en aquel tiempo yo era rector de la facultad teológica y se hablaba mucho de esto, de las diversas ramas y de quiénes eran sus representantes. En el mismo año, el padre general de la Compañía de Jesús, padre Arrupe, escribió una carta a toda la Compañía sobre el análisis marxista de la realidad en la teología, un poco deteniendo esto, diciendo: no, no va. Son cosas diferentes, no va, no es justo. Y cuatro años después, en 1984, la Congregación para la Doctrina de la Fe publicó el primer volumen pequeño, la primera declaración sobre la Teología de la Liberación, que critica esto. Luego vino el segundo, que abre las prospectivas más cristianas. Estoy simplificando, ¿no?
Hagamos la hermenéutica de esa época. Espinal es un entusiasta de este análisis de la realidad marxista, pero también de la teología, usando el marxismo. De esto ha salido esa obra. También las poesías de Espinal pertenecen a este género de protesta, pero era su vida, era su pensamiento, era un hombre especial, con mucha genialidad humana, y que luchaba en buena fe. Haciendo una hermenéutica de este tipo yo entiendo esta obra. Para mí no ha sido una ofensa. Pero he tenido que hacer esta hermenéutica y lo digo a ustedes para que no surjan opiniones equivocadas. Este objeto ahora lo llevo conmigo (...)
Pregunta de Javier Martínez - Brocal, de Rome Reports:
–Hemos visto cómo salió bien la mediación entre Cuba y Estados Unidos. ¿Piensa que se pueda hacer algo semejante en otras situaciones delicadas del Continente latinoamericano? Pienso en Venezuela y pienso también en Colombia. Después tengo una curiosidad: pienso en mi padre, que tiene algún año menos que usted, pero tiene la mitad de sus energías. Lo hemos visto en este viaje, lo hemos visto en estos dos años y medio. ¿Cuál es su secreto?
(R) –Cuál es su “droga”, querría preguntarme… ¡Eh, esa era la pregunta!
El proceso entre Cuba y Estados Unidos no ha sido mediación. Había un deseo que había llegado. De la otra parte también, deseo… Y después, digo la verdad, esto fue en enero del año pasado, y después han pasado tres meses en que solo he rezado sobre esto, no me he decidido: ¿pero qué cosa se puede hacer con estos dos, después de más de cincuenta años que están así? Pero después el Señor me ha hecho pensar en un cardenal. Él ha ido allí, ha hablado, y después no he sabido nada, han pasado los meses y un día el secretario de Estado (que está aquí) me ha dicho: “Mañana tendremos la segunda reunión con los dos equipos…” – “¿Pero cómo?” – “Sí, se hablan, entre los dos grupos se hablan y están haciendo…”. Ha ido solo, no ha sido mediación, ha sido la buena voluntad de los dos países: el mérito es de ellos, son ellos los que han hecho esto. Nosotros no hemos hecho casi nada, solo pequeñas cosas, y a mediados de diciembre ha sido anunciado. Esta es la historia, verdaderamente, no hay nada más.
A mí me preocupa en este momento que no se detenga el proceso de paz en Colombia. Esto debo decirlo y yo espero que este proceso vaya adelante y en este sentido nosotros estamos siempre dispuestos a ayudar, con tantos modos de ayuda. Pero sería una cosa fea que no pueda ir adelante. En Venezuela, la Conferencia Episcopal trabaja para hacer un poco de paz, pero tampoco allí hay alguna mediación. En lo de Estados Unidos ha sido el Señor y dos cosas casuales, y después ha ido adelante solo; para Colombia deseo y rezo, y debemos rezar para que no se detenga este proceso; es un proceso que dura desde hace más de cincuenta años también allí, ¡y cuántos muertos! He oído que son millones; sobre Venezuela no tengo nada más que decirte.
Ah… la “droga”. Pero el mate me ayuda, pero no he probado la coca. Esto está claro, ¡eh!
Pregunta de Courtney Walsh, de Fox News:
–Santidad, hemos hablado un poco de Cuba, adonde usted va en septiembre antes de ir a Estados Unidos, y del papel que el Vaticano ha tenido en su acercamiento. Ahora que Cuba tendrá un papel mayor en la comunidad internacional, según su opinión, La Habana ¿tendrá que mejorar su reputación sobre el respeto de los derechos humanos, incluida la libertad religiosa? Y ¿usted cree que Cuba corre el riesgo de perder algo en esta nueva relación con el país más poderoso del mundo?
(R): –Pero, los derechos humanos son para todos y no se respetan los derechos humanos solo en uno o dos países. Yo diré que en tantos países del mundo no se respetan los derechos humanos, ¡en tantos países del mundo! ¿Y qué cosa pierde Cuba y qué cosa pierden los Estados Unidos? Ambos ganarán algo y perderán algo, porque en un negociado es así. Pero lo que ganarán ambos es la paz. Esto es seguro. El encuentro, la amistad, la colaboración: esto es la ganancia. Pero qué cosa perderán no logro pensarlo, serán cosas concretas, pero siempre en un negociado se gana y se pierde. Volviendo sobre los derechos humanos y sobre la libertad religiosa, pero ¿piensan que en el mundo hay países, también algún país europeo, que no te deja hacer un signo religioso, no? Por diversos motivos, ¿no? Y en otros continentes lo mismo, ¿no? Sí, esto. La libertad religiosa no es respetada en todo el mundo, hay tantos países en los que esto no sucede.
Prosigue la pregunta. –¿Me permite una broma: qué piensa de estas autofotos, selfies, en plena misa, que se toman los jóvenes, los niños, los colegas?
Respuesta:
–¿Qué pienso? Es otra cultura. Me siento bisabuelo. Hoy, al despedirme, un policía, grande, habrá tenido cuarenta años, me dijo: me tomo un selfie. Yo le dije: pero tú eres un adolescente. Sí, es otra cultura, pero la respeto.
Pregunta de Andrea Tornielli:
–Santo Padre, en síntesis, ¿qué mensaje ha querido dar a la Iglesia latinoamericana en estos días? Y, ¿qué papel puede tener la Iglesia latinoamericana, también como signo en el mundo?
(R): –La Iglesia latinoamericana tiene una grande riqueza: es una Iglesia joven, y esto es importante. Una Iglesia joven con una cierta frescura, también con algunas informalidades, no tan formal. También, tiene una rica teología, de búsqueda. Yo he tenido que dar ánimo a esta Iglesia joven y creo que esta Iglesia nos puede dar tanto a nosotros. Digo una cosa que me ha impactado mucho. En los tres países, en todos ellos, estaban en las calles los papás, las mamás con los niños; hacían ver a los niños. Nunca he visto tantos niños, tantos niños. Es un pueblo –y también la Iglesia es así– que es una lección para nosotros, para Europa, donde el descenso de los nacimientos asusta un poco, y también las políticas para ayudar a las familias numerosas son pocas. Pienso que Francia, que tiene una buena política para ayudar a las familias numerosas ha llegado creo, a más del dos por ciento, mientras otros están cercanos al cero, aunque no todos. Creo que en Albania el 45%, pero en Paraguay además el 70% de la población es de 40 años para abajo. La riqueza de este pueblo y de esta Iglesia es que se trata de una Iglesia viva. Es una riqueza, una Iglesia de vida. Esto es importante. Creo que nosotros tenemos que aprender de esto y corregir, porque al contrario, si no vienen los hijos… Es aquello que me llega tanto “el descarte”: si descartan los hijos, si descartan los ancianos, con la falta de trabajo se descartan los jóvenes. Por esto los pueblos nuevos, los pueblos jóvenes nos dan más fuerza. Para la Iglesia, que diría una Iglesia joven –con tantos problemas, porque tiene problemas– creo que éste sea el mensaje que yo encuentro: no tengan miedo por esta juventud y esta frescura de la Iglesia. Puede ser una Iglesia un poco indisciplinada, pero con el tiempo se disciplinará, y nos da tantas cosas buenas.
