Pedro Alliana, presidente de la Cámara de Diputados y una de las cabezas más visibles de la facción Honor Colorado, dijo que su movimiento fue el que salvó al actual gobierno al renunciar sus diputados a votar por el juicio político al Presidente y al Vicepresidente de la República. Lo que en realidad se ha expuesto ante los ojos de la ciudadanía fue una deplorable componenda. “Componenda: Arreglo o transacción censurable o de carácter inmoral”. Es la definición de la Real Academia Española y que describe con notable precisión lo que se ha hecho.
Desde hace tiempo sostengo la idea de que el presidente Abdo Benítez carece de capacidad política para gobernar. Y esta vez quisiera preguntar si es consciente de lo que ha hecho al aceptar este “favor” de Honor Colorado. Fue en realidad un golpe de Estado al crearse un poder atrás del trono. De hecho, Abdo Benítez fue destituido de la presidencia y a partir de ahora ha entrado a gobernar Horacio Cartes.
Lo he dicho ya en ocasiones anteriores y vuelvo a insistir porque los hechos me están dando la razón: resulta difícil entender cómo es posible que el Partido Colorado, un partido centenario, de una trayectoria importante con sus luces y sus sombras pero que ha marcado de alguna manera la historia de nuestro país, haya bajado la cabeza ante un advenedizo cuyo principal aporte ha sido su libreta de cheques.
¿Cuáles son los méritos de Horacio Cartes? Le dobló el pulso a la dirigencia colorada obligándole a cambiar sus estatutos para lograr la candidatura a la presidencia sin tener el tiempo requerido de militancia partidaria; trató de violar la Constitución varias veces para perpetuarse en el poder; su empecinamiento fue la causa de disturbios en los que resultó asesinado un joven del Partido Liberal; se jactó de tener estrecha amistad con Darío Messer, a quien se le acusa en el Brasil de haber lavado más de cien millones de dólares en operaciones que ha complicado al banco oficial y a un banco local manejado por Cartes; periódicamente (casi cada semana) caen gigantescos cargamentos de cigarrillos producidos en su fábrica del Alto Paraná metidos de contrabando en el Brasil; le impuso al Partido Colorado un joven liberal (Santiago Peña) como precandidato a la presidencia. Y, como broche de oro, cedió sus iniciales, Horacio Cartes, para bautizar a su movimiento Honor Colorado. Si este es el “honor” de un partido, pocas esperanzas nos quedan.
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Un par de días atrás la Policía brasileña hizo un gigantesco operativo con el objetivo de desmantelar cuatro bandas dedicadas al contrabando, al lavado de dinero y evasión de impuestos además del contrabando. Los informes de la Policía Federal hablan de que dentro del esquema utilizado por dichos grupos figuran, entre otros, “cigarrilleros” (por fabricantes de cigarrillos) sin especificar nombres ni marcas ni fábricas. Tendremos que esperar a que se conozcan los detalles. Ojalá no estemos de nuevo metidos en este negociado ya que bastante bleque nos han tirado encima los politiqueros. Y en una de esas, de acuerdo a los resultados, quizá tengamos que corregir en el diccionario la definición de la palabra “honor” porque evidentemente, así como la estamos utilizando, no coincide con la definición tradicional del término.