Los campesinos, estudiantes, mujeres, obreros, profesionales, indígenas, incluso los artesanos, salen a las calles a protestar y repudiar esta crisis impulsada por los gobiernos de turno y los parlamentarios. Se va acabando la paciencia y resignación de la gente, poco a poco el hartazgo va creciendo y se expresa de diferentes maneras: con escraches, marchas, movilizaciones y otras formas de protesta. Está fuertemente cuestionada y repudiada esta clase de gobernantes que roban al pueblo sistemáticamente. Por mencionar algunas problemáticas, podríamos hablar de la salud, tanto del Instituto de Previsión Social (IPS) como de la salud pública: ya no dan respuesta a la gente. No hay medicamentos, la atención es pésima, la infraestructura precaria, faltan profesionales: todo esto son algunos de los aspectos más acuciantes de la salud del pueblo.
Los cambios en la educación no pasaron de meras intenciones o buenos discursos, porque en la realidad, las escuelas y colegios se caen a pedazos hay miles de jóvenes analfabetos. O sea, hay un sinfín de problemas sociales, políticos y económicos; y negar o tratar de ocultar que el país está en crisis es un grave error.
Barrer lo viejo y crear lo nuevo significa fortalecer las discusiones populares y la organización, para poder ejercer nuestro poder como pueblo ante las arbitrariedades que cometen los gobernantes. Con la caída del stronismo no hubo cambios radicales. Llevamos más de 30 años en una supuesta democracia que dio a la gente solamente la posibilidad de salir a las calles, denunciar las injusticias, gritar lo que está mal. Sin embargo, los gobernantes hicieron oídos sordos; es más, a veces respondieron con duras y fuertes represiones. Es innegable que la sociedad paraguaya está despertando y evolucionando cada vez más. La gente está más pendiente del actuar de las autoridades y ya no tienen paciencia para seguir aguantando tantas injusticias. Vemos todos los días movilizaciones y protestas.
Barrer lo viejo y crear lo nuevo es también un cambio de mentalidad. La lucha del pueblo contra estos políticos que gobiernan el país va creciendo poco a poco. El campesinado, la juventud, las mujeres, los trabajadores, los intelectuales, los artesanos, los profesionales, los indígenas, entre otros, representan el germen de una nueva sociedad dentro de la vieja.
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El pueblo cada vez confía más en su propia fuerza organizada. Esa vieja política de paz social y desmovilización comenzó a romperse en los últimos años abriendo un nuevo periodo de movilización.