La situación del río Paraguay y de otros, así como de los arroyos contaminados de nuestro país, nos debe obligar a analizar la eficacia del sistema de recolección de desechos, tanto sólidos como líquidos, implementado en nuestro país.
Debido muchas veces al deficiente servicio de recolección, muchas familias contratan a los famosos carriteros para deshacerse de la basura y estos tiran los desperdicios en zanjas, baldíos, arroyos y ríos. La falta de control de las municipalidades y el Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible (Mades) y la propia fiscalía especializada en delitos medioambientales también aporta una cuota de responsabilidad en la problemática.
En San Antonio se encuentran varias curtiembres instaladas a la vera del arroyo Guasu y vierten sus desechos directamente al cauce. Sobre el río Paraguay operan decenas de industrias y empresas petroleras, cuyos sistemas de tratamiento de desechos deben ser controladas.
Desde este año un grupo de valientes jóvenes impulsan la limpieza y recuperación de las playas de San Antonio, conocida como la “Ciudad de la playa y la pesca”. Sin embargo, no cuentan con el apoyo deseado de las autoridades y de la ciudadanía.
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Aprovechando la gran bajante del río iniciaron una campaña de limpieza a la que se suman poco a poco más personas, instituciones públicas, entidades civiles y empresas. Ya fueron sacadas toneladas de basura, entre cubiertas de vehículos, envases y bolsas de plástico, restos de electrodomésticos, etcétera, pero con las últimas lluvias llegaron igual o más cantidad de desperdicios a través del arroyo Guasu.
Ahora, la mejor ayuda que piden los voluntarios es no ensuciar más, no arrojar más basura a los arroyos que desembocan en el río ni a lugares de donde puedan ser arrastrados por raudales.