Quiero dejar en claro que para mí, y quizás para muchos, esta es una cuestión que, más que preocuparnos, debería tenernos unidos y ocuparnos a todos en la preparación de una estrategia sólida con la visión puesta en la próxima revisión del Anexo C y del Tratado en del mismo, en 2023.
La discusión con el excolega comenzó cuando le pedí que me consiga una entrevista con alguien responsable del Ejecutivo, en lo posible con el propio canciller nacional, para que nos informe, al menos a grandes rasgos, sobre lo que están haciendo en este sentido.
Le argumenté el pedido tomando las duras críticas contra la aparente indolencia del presidente de la República, Mario Abdo Benítez, sobre una cuestión tan relevante para el país. Le cité las críticas de una importante facción del PLRA, que incluso presentó un libro-propuesta denominado “50 años del Tratado de Itaipú”.
Ni bien le mencioné la crítica de los liberales (que dicen que la inacción de Abdo Benítez obedece a que ya está alineado al Brasil, por lo tanto no defenderá los intereses del Paraguay), me saltó con el contraargumento de que las críticas provenían de “mercenarios” (soldados que luchan a cambio de dinero y sin motivaciones ideológicas); ergo, carecen de validez.
Todos los beneficios, en un solo lugar Descubrí donde te conviene comprar hoy
Le dije que los cuestionamientos son razonables y que han surgido debido al hermetismo y/o desinterés con que el Gobierno maneja el tema, contrariamente a las promesas iniciales del propio Presidente, de que Itaipú es una “causa nacional”, razón por la cual iba a crear una mesa permitiendo una amplia participación ciudadana, que incluye a los partidos políticos, para que todos aporten.
Le dije además que, según su criterio, todos seríamos “mercenarios”, por lo tanto deberíamos cerrarnos la boca y esperar para ver qué pasa. Pero esa actitud es la que nos está llevando directamente al precipicio, y terminará causando otra vez graves perjuicios a todos los paraguayos y beneficiando, como siempre, al Brasil.
Debo aclarar que nuestros intentos por hablar con alguien del Gobierno sobre el tema han terminado en un fracaso. Últimamente hemos tratado de conversar con el jefe del Gabinete Civil y coordinador de la Mesa Energética Nacional, Juan Ernesto Villamayor, pero nos respondió que está fuera del país.
Por otro lado, aparte de la preocupante inacción del Poder Ejecutivo, que es el que tiene la exclusiva atribución de proponer el camino a seguir, exponentes del principal partido de la oposición, el PLRA, están exhibiendo –a su vez– un lamentable espectáculo.
Los principales dirigentes de esta agrupación política, que ya debió estar unida hace mucho tiempo en pos de este gran objetivo y ser capaces de unir a las demás, no cesan de “pelearse”. Me refiero a Blas Llano, hoy presidente del Senado, y al actual titular del partido, Efraín Alegre.
Lo curioso del caso es que ante cualquier movimiento que haga Alegre en relación a Itaipú, criticando de paso la apatía del Gobierno, Blas Llano sale a “tirotear” a su correlí públicamente, por presuntos hechos de corrupción en el partido.
Llano, a su vez, tiene un extendido antecedente de ser solo un oportunista sin escrúpulos, que ha sido denunciado (por propios y extraños) de ser “un gran vendido” a los sucesivos gobiernos colorados.
Así las cosas, creo que estamos absolutamente jodidos y la gente tampoco reacciona; sobre todo cuando técnicos paraguayos del sector, de larga experiencia, han coincidido en que (a más tardar) para mediados del 2020 el Gobierno debería tener propuestas concretas para negociar con Brasil.
Pero todos en el Gobierno, sean oficialistas o no (salvo honrosas excepciones), están actuando como auténticos mercenarios del Brasil, que ahora nuevamente está esperando el momento para dar el zarpazo definitivo.