En memoria de Juan Sebastián

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El aborto es uno de los temas más difíciles a los que es sometida la conciencia humana. Con mucha ideología y dinero de por medio, no ceden las fuerzas globales que buscan instalar el aborto en las sociedades –en nuestro caso, latinoamericanas– donde hay alta natalidad. La propaganda abortista existe de formas variadas, tienen un gran despliegue de razones para eliminar la vida de un bebé, a quien, no sin odio, desvergüenza o fanatismo califican de no ser nada, no sufrir, no importar.

Donde rige el aborto por ley se contemplan 3 causales: violación, malformación del feto o riesgo para la vida de la madre.

Hace días ocurrió un caso gravísimo en Colombia: la dolorosa muerte de Juan Sebastián acaecida en el vientre de su madre, quien llevaba casi 8 meses de embarazo. Ella se declaró incapaz de asumir la maternidad y su pedido, respaldado por una red de instituciones abortistas, fue aprobado por la Corte. Así le bajaron el pulgar al bebé casi a punto de nacer.

El caso fue interpretado legalmente como interrupción del embarazo para salvaguardar la vida de la madre, pero para los que lucharon por el pequeño fue un asesinato que merece ser penado. A Juan Sebastián lo “interrumpieron” inyectándole un líquido en el corazón para provocarle un paro cardíaco y después lo hicieron nacer muerto. Qué paradoja tan espantosa.

El dato importantísimo en este caso lo puso el padre del bebé, Juan Pablo Medina, un joven de 27 años, quien desesperado intentó todo por las redes colombianas, también acudió al Congreso y al Gobierno para salvar la vida de su hijo, de quien él se haría cargo una vez nacido. No obstante, el aborto se llevó a cabo por orden de la Corte Constitucional, alegando que existían pruebas contundentes médicas del riesgo para la vida de la madre, quien se había declarado en estado de depresión e incapaz de asumir la maternidad. La Corte le dio la razón.

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Juan Sebastián no pudo ver la luz del mundo, su madre es una mujer que accedió a concebirlo y después alegó incapacidad. ¿Corría realmente riesgo su vida? ¿No es posible superar una depresión? ¿Tenía ella la obligación de cuidar de ese bebé?

Muchas preguntas y respuestas en un silencio de muerte.

En Colombia el aborto se aprobó en 2006 y no se ha convertido en nada natural ni normal en la vida de las personas como publicitan las militantes de “la marea verde”. Millones de colombianos claman justicia y hacen duelo por Juan Sebastián.

Esta vez pasó en Colombia, antes en Argentina con varios casos espeluznantes, como el del bebé que nació vivo y lo dejaron morir en una bandeja (por ley no podían salvarlo) para después echarlo a los desperdicios.

El aborto es el peor, el más cobarde de los crímenes que se pueda cometer. El vacío, la culpa no desaparecerán. Poco y nada se habla de lo que queda de la mujer que decide –o la hacen decidir– abortar.

En este caso puntual, un padre fue ninguneado como si fuera un extraño, esto abre un antecedente de terror para otros papás y para la misma paternidad. “Juanse tenía que haber nacido y disfrutado del amor de su padre, un hombre que luchó hasta el último minuto para que no mataran a su bebé de 7 meses de gestación” (Juan Pablo Medina, papá de Juan Sebastián).

lperalta@abc.com.py