Limpiar casas, patios, baldíos, escuelas, hospitales, depósitos y chatarrerías es una medida correcta. Nadie puede negar que estamos acostumbrados a juntar basuras y cosas inservibles que son sitios donde se albergan los mosquitos. No todos somos fanáticos de la limpieza, el orden y la higiene. Pero tenemos que ponernos en acción y pensar en qué podemos hacer en el futuro para no seguir sufriendo las consecuencias de la desidia y la irresponsabilidad.
Los epidemiólogos más destacados no se cansaron de hablar una y otra vez sobre el dengue. Aprendimos de memoria los síntomas, diagnósticos y tratamientos. Los hospitales colapsaron con cantidades impresionantes de pacientes, que con dolor o fiebre, corrieron desesperados a los nosocomios. Se produjo un pánico colectivo y todos nos asustamos.
Hasta hoy no tenemos otro tema que el dengue. Y seguiremos hasta que el mal se marche y decida volver en la próxima temporada. Mientras tanto, conviene reflexionar sobre diversos puntos que guardan relación con esta enfermedad y con otras que nos atacan con frecuencia.
Somos parte de la naturaleza donde todo estaba en perfecto equilibrio. Fauna, flora y ser humano convivieron siempre en perfecta armonía hasta que comenzaron los problemas. Dos factores decisivos fueron la deforestación y la contaminación ambiental. Al talar inmensos bosques, los mosquitos emigraron a la ciudad, perdiendo su hábitat natural. Agua, suelo, aire y alimentos se hallan contaminados por desechos industriales, agrotóxicos y metales pesados. Con esta realidad, es lógico que nuestra salud se vea muy afectada.
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Nos hemos alejado de ambientes saludables y vivimos en ciudades muy pobladas y contaminadas. Llevamos un ritmo de vida tan acelerado que tampoco cuidamos la alimentación. Consumimos comida chatarra llena de conservantes, colorantes y saborizantes. No hacemos ejercicios físicos y estamos sometidos a estrés. Diabetes, hipertensión, celiaquía, cáncer y tantas afecciones modernas son productos de esa realidad que debemos modificar si deseamos una vida más larga y sana.
El Aedes aegypti es un simple vector o transmisor. Con las fumigaciones desaparecen las mariposas y los murciélagos que son depredadores naturales y comen esos bichitos, Los sapos de los jardines también se ocupan de esos menesteres y ayudan al ecosistema. Somos los seres humanos quienes estamos haciendo mal los deberes. Es hora de analizar profundamente este asunto y ver dónde nos equivocamos. Cuidar nuestro sistema inmunológico o las defensas, es la primera medida. Consumir alimentos orgánicos libres de químicos y transgénicos es fundamental. Beber agua potable sin metales pesados, realizar ejercicios físicos y respirar aire puro. Respetar la naturaleza es cuidar la salud, porque ambas están íntimamente relacionadas. No olvidemos todo esto para lograr una mejor calidad de vida.