Doña Rosario, ¿discípula de Orwell?

George Orwell es un escritor británico autor de la famosa novela 1984, en la que describía una tiranía feroz que manipulaba en forma increíble el lenguaje. A la guerra le llamaba paz, a la esclavitud, libertad y, a la ignorancia, fortaleza. El ministerio de la guerra era “el ministerio de la paz” y las propagandas de odio eran “campañas por el amor”. Esto dio lugar a que se acuñara el término de “orwelliano” para designar al lenguaje que, por razones políticas, invierte el significado de las palabras.

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Igual al reciente video circulado en las redes sociales que hubiera hecho las delicias de Orwell. En este se escucha la voz suave y dulce de Rosario Murillo haciendo repetitivos elogios al amor y la paz, mientras sus temibles agentes motorizados y miembros de la Juventud Sandinista garroteaban y pateaban a los viejitos y jóvenes que protestaban por las reformas del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS). Su discurso radial del 19 de abril fue otra pieza de retórica orwelliana. Repitió el concepto amor siete veces y dijo reiteradamente: “Nosotr@s como Cristian@s creemos en el Amor al Prójimo, en la No Violencia, en la Fraternidad, el Bien Común, la Consideración y el Respeto”. “¡Sí al Amor! ¡Sí, al Respeto! ¡No a la Violencia!”.

Todo esto lo decía mientras los matones de las fuerzas de choque gubernamentales seguían descargando su furia contra sus hermanos nicaragüenses. Esta incoherencia orwelliana entre lo dicho y lo hecho plagó todo su discurso. A la par de sus llamados al amor intercalaba párrafos contra los que protestan llamándolos: “egoístas, tóxicos, llenos de odio… almas que parecieran envenenadas, pervirtiendo el ambiente”; y que se lanzan a la protesta: “con cobardía y premeditación”; “almas pequeñas, belicosas, agresivas, que vomitan su falta de fe… su odio a la familia, a las devociones y creencias sagradas… mediocres, corazones enfermos cargados de odio, pervertidos…” y culpables de: “manipulaciones perversas…”.

Es bien sabido que la violencia comienza con el lenguaje. Pues toda caracterización del adversario como un ser malvado suele mover al odio y de ahí a la agresión sólo hay un paso. Y eso era lo que alentaba su mensaje. La sutil justificación a la violencia fue evidente al usar el término de reacción defensiva y, cuando sutilmente insinuó amenazas en una curiosa frase que dejó truncada: “Y si nos provocan, si nos agreden, ahí tenemos…”. Para luego añadir: “¿Por qué vamos a permitir que nos sigan provocando en Nicaragua?”.

De ser verdaderamente cristiana y amante de la no violencia, la señora Murillo debería llamar a sus partidarios a abstenerse de la violencia que los caracteriza. No puede taparse el Sol con un dedo. La agresividad de sus turbas es algo que hemos presenciado millares de nicaragüenses y que está abundantemente documentada.

La pareja presidencial debería meditar sobre lo contraproducente que es usar la violencia y lo inútil que es disfrazarla con un discurso orwelliano. Acuérdense de sus tiempos de estudiantes. ¿Acaso los atropellos de la Guardia Nacional (GN) adormecían el ánimo rebelde? El herido que llega a su casa y es vendado por sus familiares, produce una familia furiosa. Si lo que llega es un muerto produce una familia dispuesta a todo. El lenguaje orwelliano hecha sal en las heridas, porque el pueblo, que no es tonto, detecta y aborrece la hipocresía.

El diálogo existe cuando todas rtes se sientan para discutir sus propuestas, no cuando se elogia el concepto y se decide en forma unilateral. El amor existe cuando se respetan la dignidad y derechos de las personas, no cuando se habla de fraternidad y se les rajan las cabezas o se silencian sus voces.

[©FIRMAS PRESS] 

*Sociólogo nicaragüense

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