Endeudamiento e intervencionismo vs. austeridad y libre mercado

Días atrás se presentó el presupuesto del Estado para el año 2016. El monto total del gasto público suma más de G. 68.000.000.000.000 de dinero y esfuerzo de cada uno de los contribuyentes. Es necesario también considerar el aumento de la deuda a través de bonos soberanos y préstamos que han alcanzado más de 3.000 millones de dólares desde el año 2013, una deuda que deberá ser pagada por toda una generación de paraguayos o quizás dos. Lo peor de todo es que la mayor parte del presupuesto (casi el 90%) será destinado a salarios, bonificaciones y privilegios para miles de empleados públicos que no producen NADA, ninguna riqueza; al contrario, son el peso muerto, un inmenso costo, que cada ciudadano paraguayo debe arrastrar. En otras palabras, más de 60 billones de guaraníes serán destinados a mantener el parasitismo estatal, los privilegios de miles de inútiles e incompetentes que carecen de todo incentivo para reducir costos a través de la eficiencia de la gestión.

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Parece ser que los principios de la teoría económicas (de capitalismo de libre mercado - libre de intervención estatal) son completamente desconocidos o totalmente descartados por aquellos en el poder. Tanto el Ejecutivo como el Legislativo han generado y ejecutado todo tipo de propuestas y políticas intervencionistas en los últimos años y al mismo tiempo han endeudado al país a un récord jamás antes visto, dejando de lado las experiencias de mercado y el conocimiento económico de siglos, que demuestran que la austeridad estatal y la libertad económica (ausencia del Estado), más el ahorro, la inversión y el esfuerzo productivo individual, son los únicos verdaderos factores del desarrollo económico.

Resulta increíble cómo el Equipo Económico de Cartes y el ministro de Hacienda, Santiago Peña, han caído en los mismos errores que muchos otros a través de la historia, utilizando las mismas fracasadas recetas del FMI, Banco Mundial y el BID: más endeudamiento, más gasto estatal, más medidas intervencionistas y, muy pronto, más impuestos para poder solventar también el inmenso endeudamiento estatal. La primera gran medida intervencionista fue la de endeudar al pueblo paraguayo con el pretexto de realizar obras de infraestructura para generar trabajo y desarrollo; la función del ESTADO NO ES y NUNCA FUE la de generar riqueza a través de inversión estatal; ¡esa es la función del sector privado!, de la empresa, los empresarios en un ambiente de mercado libre (libre de intervención). La función del Estado es la de proporcionar las condiciones para que el sector privado (los ciudadanos paraguayos) se desempeñen lo más eficientemente posible sin trabas burocráticas. ¡¡El Estado no tenía que endeudarse un solo guaraní!! Debía haber privatizado todas las empresas estatales ineficientes (es decir, TODAS) y concesionar cada ruta, aeropuerto y puerto estatal de este país, para generar posibilidades de desarrollo. Y con los inmensos recursos adquiridos a través de las privatizaciones y concesiones, el Estado podría haber invertido en seguridad (la Policía y el Ejército), educación (enviando a miles de jóvenes al exterior) y salud. Pero estas medidas de austeridad y achicamiento estatal requieren de profundas reformas, que a su vez requieren de “mucho pienso” y “muchos huevos”. ¡Claro!, no es fácil tener un Augusto Pinochet, un Ronald Reagan, una Margaret Thatcher o un Mart Laar. Muchos paraguayos pensábamos que un exitoso empresario, un titán del tabaco, banquero y entusiasta del fútbol, poseía las cualidades necesarias para realizar estas reformas y generar las posibilidades para que los capitales extranjeros fluyan hacia Paraguay, que cientos de nuevas empresas privadas puedan florecer en los procesos de privatización y concesiones para atender las necesidades de infraestructura del país. ¡Nada pasó hasta ahora!

El “Nuevo Rumbo” del presidente Cartes, ¡lejos de ser nuevo!, hasta ahora ha demostrado solo ser simplemente mucho más de lo mismo; el “Nuevo Rumbo” es el rumbo de más estatismo de derecha. El salvataje a la Azucarera Iturbe por un monto de G. 15.000.000.000 del Tesoro Nacional es otro ejemplo de estatismo. ¡Qué fácil fue decidir qué hacer con el dinero del pueblo! Me pregunto, ¿por qué el Estado (el gobierno del presidente Cartes) debe utilizar estos recursos para salvar la fortuna de un grupo de estafadores? Hasta ahora, ¿cuántos directivos de esta empresa fueron enjuiciados o sus bienes rematados para pagar a sus acreedores?

Así mismo, el ministro Leite (el gran reformista) ha realizado “importantes cambios” en los procesos de importaciones de productos, no para facilitar el trabajo de los importadores sino para trabar completamente la importación de cientos de productos, a través de la introducción de un largo y costoso proceso burocrático para adquirir una “licencia previa”. Este tipo de intervencionismo burocrático ha generado inmensas pérdidas económicas para muchos importadores, que ahora deben recurrir a coimas para intentar apresurar los procesos burocráticos. Ministro Leite, ¡sos un genio! ¡Sos la personificación del “nuevo rumbo“! Hoy en día el equipo económico del “nuevo rumbo” ya estudia las posibilidades de incrementar el impuesto a la renta (el impuesto marxista), el impuesto a las importaciones, etc., para poder pagar las deudas que ha adquirido el Estado.

El honorable Congreso paraguayo no se ha quedado atrás en los procesos de intervencionismo estatal; han planteado más impuestos para la soja, más impuestos para el tabaco, más impuestos hasta para las estrellas del fútbol, ¡más impuestos para seguir con los privilegios a costa del pueblo! Hasta hoy día no existe una sola propuesta de reforma del Estado; a ningún diputado o senador le interesa facilitar los procesos del comercio y la industria a través del libre mercado; muy por el contrario, el senador Arnaldo Giuzzio fue el primero en salir a favor de un posible multimillonario salvataje para Manufactura de Pilar, luego de un show con misa incluida, en el cual el mismo Caballero Vargas pedía a Dios y al Estado que le solventen su incapacidad de innovar y mantenerse competitivo. No sé si Dios le escuchó, ¡pero Giuzzio sí!

Lo último: nuestros congresistas, genios en economía y finanzas, han decidido intervenir directamente en el mercado de las tarjetas de crédito, limitando el interés por ley. Olvidando un principio fundamental, que la tasa de interés refleja el riesgo del negocio; en otras palabras, solo aquellos clientes de bancos que sean muy solventes (menos riesgosos) podrán adquirir el servicio de tarjetas de créditos, y los menos solventes (más riesgosos) no podrán adquirir las tarjetas ni sus beneficios. ¡Qué ídolos nuestros congresistas!

El futuro del Paraguay se ve bastante incierto. El intervencionismo y el endeudamiento estatal son una receta garantizada para generar una crisis económica y financiera. Aún hay tiempo para implementar reformas de Estado, para que los paraguayos puedan desarrollarse y generar riquezas como tantos otros pueblos que apostaron a la austeridad y el libre mercado.

ncristaldo@abc.com.py

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