Guaireña, un fenómeno

Si hay algo que en el campo decae, es la producción agrícola familiar, y la cuestión es que la producción denominada de consumo pasó a ser componente principal de la diligencia rentable, y eso equivale a que a los campesinos, desde hace un buen tiempo, les ha llegado el mal tiempo de vender los productos que deben destinarse al consumo.

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Con eso, la “seguridad alimentaria” –que tanto se pregona y se persigue desde hace años– sigue como un pregón y solo para el discurso de la gente que maneja el Ministerio de Agricultura y Ganadería, que, más que un ministerio, es un misterio en cultura y de gomería, ya que solo se dedica a entregar parche a los agricultores.

Los campesinos llegan a todos los centros urbanos y, sobre todo, a la capital, dejando el bosque en busca del rebusque. Pero eso ocurre en todo el planeta Tierra. La gente busca la ciudad porque el campo ya no le oferta alternativa válida para desarrollarse y los propios padres inculcan a sus hijos que no sean como él: un campesino, un productor anticuado, sin capacitación productiva, un pobre diablo o un tavy de raza. Entonces, obliga al hijo a rajar del campo, vender la potencial tierra para que toda la familia pase a formar parte del inquilinato y de la carga social visible que tienen los gobiernos en las fajas de necesidad que tienen todos los centros urbanos.

Pero no todo es centralizar las cosas en este país. Y algo que se desplaza a contramano y con cierta velocidad hacia el interior es el fútbol, que, con su maleta de útiles, acarrea ventajas a las localidades lejanas de la capital. En años anteriores ya se había tentado extender el fútbol hacia las afueras con un torneo denominado “República”, pero que, en vez de “vencer o morir”, prefirió lo segundo, para quedar en concordancia con las muchas cosas que pueden ser buenas para el Paraguay.

Los torneos Interligas siguen vigentes y ya no se juegan en la capital. Los retrógrados dirigentes de la UFI (Unión del Fútbol del Interior) centralizaban las finales y el dinero. Hoy ya se conoce el fútbol de Pedro J. Caballero, de Encarnación, Ciudad del Este, Itauguá, Caaguazú, Coronel Oviedo, Villarrica, entre otras. El efecto multiplicador del fútbol es enorme, y el movimiento de gente implica negocio para el transporte, gasolineras, negocios deportivos que venden los atuendos, las emisoras y sus auspiciantes, los canastos de chipá, controladores, árbitros (por más inoperantes que sean), la hotelería que usa productos de la granja, personal, agua y electricidad y un montón más de actividades que forman parte de la cadena económica generada por el deporte como el fútbol para todo el interior del país. 

Admiro mucho la lucha que hacen los equipos para subir y mantenerse en la categoría de primera, como mi querido Kelito (River Plate) y otros que casi nada dejan en la caja de recaudaciones, salvo cuando juegan contra Cerro Porteño y Olimpia. Acaba de finalizar la categoría Intermedia, y el 3 de Febrero y Santaní brincaron nuevamente a la categoría principal, y mi Villarrica, después de un buen arranque, quedó sin batería y sin final.

Guaireña fue la más taquillera: hizo recaudar G. 551.845.000 e ingresar a 27.362 asistentes, seguida por el 22 de Setiembre encarnaceno, con G. 368 millones; luego vienen Santaní, Ovetense, Liberación, Caaguazú, entre los 16 equipos que tentaron subir. El 3 de Febrero de Ciudad del Este recaudó G. 151 millones, con 8.993 aficionados. La Intermedia generó en total G. 2.546.015.000 y 128.927 asistentes. Buen dinero y aficionados, en donde Guaireña colaboró con un poco más del 20%. Son G. 18.000.000 en promedio por partido.

¡Qué bueno sería verlos también a Caaguazú, Cnel. Oviedo, Encarnación, Concepción, Pilar, San Ignacio, Paraguarí o Villarrica ser culpables de la renuncia de los técnicos de Olimpia y Cerro Porteño...!

caio.scavone@abc.com.py

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