Hay una mosca en la sopa

Incomodó, perturbó, molestó y como esas lombrices que se cierran sobre sí mismas ante una agresión externa, los senadores no tardaron ni dos minutos en reaccionar para adentro y con curiosa unidad ante la “loca” propuesta presentada por el senador Paraguayo Cubas. Payo se animó a tocar la gran causa motivadora de la mayoría de los legisladores que hoy tenemos en el Poder Legislativo: el dinero.

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Por supuesto que fue tildado de populista por sus colegas, pero lo que les dolió no fue la campaña personal, que puede estar sin dudas realizando Cubas; lo lacerante para los políticos fue quedar en evidencia. Además, populista o demagógico sería, por ejemplo, anunciar la donación de sus ingresos públicos y no hacerlo.

La propuesta de bajar los salarios de los legisladores a un poco más de diez millones de guaraníes expone dolorosamente que los salarios que reciben están exageradamente distantes de la realidad del pueblo al que representan. Idílicamente, el Código Laboral dice que el sueldo básico debería alcanzar hasta para que el trabajador pueda dedicar unos billetes a la cultura y a la diversión, por supuesto que es imposible.

El Estado en varios de sus Poderes necesita gente especializada; populista sería no reconocer esto. El Estado debe pagar buenos salarios a personal especializado, formado y honesto que pueda renunciar a lucrar en el sector privado para vivir de un fuerte sueldo público. Pero el criterio no es ese, sino de dilapidar a costa de los que menos ganan para mantener la clientela política y mientras ese ejército de funcionarios siga siendo proporcionalmente importante para la población que tenemos, la ecuación será perfecta.

Un ascensorista del Congreso puede ganar, literalmente, sin despeinarse, más de cinco millones. Hay médicos terapistas, de urgencias, de quirófanos, del sistema de salud pública cuyos sueldos apenas pasan los cuatro millones. Eso es indignante, salvo que pensemos que al viajar en ascensor nuestras vidas dependen de quien aprieta el botón de planta baja.

La propuesta de Cubas toca lo sagrado y evidencia los privilegios, lo que en estos tiempos de indignación ciudadana es un auténtico peligro para quienes en teoría quieren todos los cambios, siempre y cuando no se metan con sus dineros. Como dicen los Redonditos de Ricota, “la mosca está en la sopa. Aceptémoslo”, y bien sabemos nosotros que así se puede arruinar todo el banquete.

diegomarini@hotmail.com

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