Quedarse sanado

El domingo 14 del corriente escuchamos el discurso de las parábolas; el domingo pasado, cómo Jesús calmó las olas indómitas, y hoy contemplamos dos sanaciones: de la hija del jefe de la sinagoga, llamado Jairo, y de la mujer que desde hace muchos años sufría de hemorragias.

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Jairo se acerca desesperado junto al Señor y le pide que venga a “imponerle las manos”, para que ella se sane y viva. Jairo sabía que el toque de Jesús era poderoso y hacía innovaciones impensables. El Señor accede y va a su casa y, aunque le decían que la niña ya estaba muerta, Jesús la toma de la mano y le habla: “Niña, yo te lo ordeno, levántate”. Ella se levantó y comenzó a caminar normalmente.

En el trayecto la hemorroisa, que había oído hablar de Jesús, se le acercó y pensaba consigo misma: “Con solo tocar su manto quedaré sanada”. Y así fue: tocó rápidamente su manto y sintió inmediatamente que su achaque había terminado.

Interesante notar que Jesús sintió que “una fuerza había salido de Él” y fue justamente la que sanó a la mujer, que le contó toda la verdad y Él le dijo: “Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz, y queda sanada de tu enfermedad”.

El Señor quiere que nos sanemos de las enfermedades y perturbaciones que nos maltratan a lo largo de la vida. Él sigue actuando, en primer lugar, junto a los que padecen de molestias graves, a través del Sacramento de la Unción de los Enfermos. Esto quiere decir que, si tenemos algún enfermo en situación peligrosa, esté en casa o en el hospital, llamemos al sacerdote para realizar este sacramento, que es un acto de Jesucristo.

Igualmente, en la Misa, que debemos participar todos los domingos, el Señor “nos toca”, es más, viene directo a nuestra alma y hace cosas portentosas, incluso sobrenaturales. Sin embargo, es necesario que estemos en condiciones de comulgar con dignidad.

Además de quedarse sanado, digamos, a nivel individual, tengamos en cuenta lo que nos enseña el papa Francisco en la encíclica “Laudato si”, del 24 de mayo de 2015:

“Si la crisis ecológica es una eclosión o una manifestación externa de la crisis ética, cultural y espiritual de la modernidad, no podemos pretender sanar nuestra relación con la naturaleza y el ambiente sin sanar todas las relaciones básicas del ser humano”. (n.119)

Hay que buscar una sanación más amplia y profunda: de la enfermedad personal, de la crisis ética y de la depredación de la naturaleza.

Paz y bien

hnojoemar@gmail.com

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