Este proyecto, que desde hace una década cuenta con financiamiento asegurado del Fondo de Desarrollo de la Cuenca del Plata (Fonplata) y la aprobación del Congreso Nacional, “duerme el sueño de los justos”. El desinterés de los gobernantes a la hora de concretar obras en el Ñeembucú, aún cuando estas sean prioritarias para el desarrollo nacional, y el conformismo de las autoridades regionales y locales, hacen que la obra siga siendo postergada.
El costo de esta desidia no solo se mediría en pérdidas económicas e incomodidad, sino en vidas humanas al incorporar el paso constante de gigantescos camiones al ya congestionado tráfico en las estrechas calles pilarenses. La particular visión de nuestras autoridades a la hora de fijar las prioridades de inversión, seguramente hará que cuando las aguas bajen a niveles mínimos y las operaciones fluviales se centralicen en Pilar, nada haya cambiado.
Los pesados vehículos romperán las calles y los accidentes se multiplicarán. Los exportadores, importadores y camioneros protestarán por la lentitud de las operaciones, considerarán excesivo el cobro de “contribuciones especiales” por la Municipalidad para reparar las vías y habrá clima de tensión. No se necesita ser adivino para describir lo que se viene porque es lo que se repite cada año.
El sur no tendrá un camino de cinco kilómetros que agilice el paso de todas las mercaderías del comercio exterior del país, con todas las implicancias negativas para la economía del Paraguay. Pero, no dejará de tener listo e impecable su sambódromo; el Rey Momo y el paso de las bastoneras al ritmo de una alegre samba brasileña “harán olvidar todas las penas”.
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Con menos pan, pero con más carnaval, Paraguay seguirá siendo un genuino “país de las maravillas”. Ojalá esté equivocada, sin ánimo de ser aguafiestas.
clide.martinez@abc.com.py