Más de 300 personas mueren al explotar supermercado Ycuá Bolaños

El supermercado Ycuá Bolaños de la avenida Artigas y Santísima Trinidad se convirtió ayer en un infierno que dejó como saldo más de 300 muertos y un número indeterminado de heridos. El siniestro fue provocado presumiblemente por una chispa y explosión de un tanque de gas industrial que se propagó inmediatamente por todo el edificio.

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El suceso ocurrió a una hora pico, a las 11:30 de la mañana, cuando más de 1.000 personas realizaban compras o disfrutaban de su patio de comidas. Las aterrorizadas víctimas murieron atrapadas, al encontrar las puertas de salida bloqueadas por los responsables del centro comercial "para evitar que los clientes se fueran sin pagar", según relataron los testigos a la Policía.

Una veintena de testigos dijo a la policía que la enorme cifra de muertos es atribuible a una criminal actitud de los guardias privados del local que candadearon las puertas de salida para que nadie saliera sin pagar.

"Hay más de 20 testigos que sostienen esta versión", dijo a nuestro diario el comisario Santiago Velazco, jefe de Relaciones Públicas de la Policía Nacional.

"Eso no es cierto. Todos los que pudieron salir lo hicieron. Es una tragedia", afirmó Paiva.

El fuego se inició en la parrilla del patio de comidas, alrededor de las 11 y 30 de ayer, en una hora pico de mayor concentración de personas en el centro comercial.

La explosión y las detonaciones que siguieron fueron escuchadas desde varias cuadras a la redonda y enseguida, tras el estallido, una densa humareda se apoderó del edificio sembrando el terror en los más de 1.000 clientes, varones, mujeres, niños y ancianos presentes.

La desesperación generó estampidas, al tiempo que "una lluvia de fuego comenzó a caer desde el techo", según relató un estudiante de 23 años, de nombre Julián Riquelme, quien dijo que apenas pudo abandonar el Ycuá Bolaños antes de que las puertas se cerraran.

El estruendo se produjo en un sitio situado cerca de la panadería, según otra versión manejada por la policía.

Marcos Argüello (32 años), un técnico en electrónica, dijo que también salvó la vida al ganar la calle, antes del bloqueo de puertas.

Un guardia del Ycuá Bolaños disparó contra un bombero que intentó forzar uno de los accesos para salvar a la gente. "Soy bombero", le gritó, y como toda respuesta, fuera de sí, el custodio descerrajó otro disparo que no lo alcanzó.

La primera dotación de servidores públicos llegó al lugar aproximadamente en 20 minutos.

Los guardias privados "cerraron las puertas y después desaparecieron. Así dicen los testigos", dijo Velazco.

El policía, visiblemente afectado, relató que una mujer embarazada de 7 a 8 meses murió carbonizada y que su bebé nació pero que muy pronto perdió la vida por efecto de los gases tóxicos.

"Una sobrina mía se salvó porque corrió y salió a tiempo", relató Felipe Cáceres (34) cuando entre sollozos afirmó haber perdido a "dos hermanos, una hermana y un sobrino".

La fallecida es Nimia Cáceres, de 30 años, quien ingresó al supermercado en compañía de un bebé de meses, junto a sus hermanos Manuel y Aldo Romero, de 16 y 20 años respectivamente.


EL FUEGO CAYÓ DEL TECHO

"El fuego cayó del techo y la gente trató de salir como podía", expresó un joven que dijo llamarse Luis Martínez. "No puedo hablar. Estoy muy asustado", se excusó.

"Había muchísima gente cuando se produjo el incendio", dijo una joven que se identificó como Cinthia Nardelli, quien también salvó su vida al retirarse antes de la tragedia.

"La gente gritaba pidiendo que se abrieran las puertas. Yo no podía hacer nada", dijo llorando Luz Bordón, otra joven, quien aseguró a la prensa que llegó al lugar con una amiga y su hijo menor.

Las llamas se propagaron rápidamente por efecto de los cielorrasos sintéticos y metálicos que se derretían como el hierro en la caldera, comentó otro sobreviviente, Pedro Giménez, quien dijo dar gracias a Dios por haber salido sano y salvo del horno gigante que cobró más de 300 víctimas en cuestión de 30 minutos.

"Estoy buscando a mi hijo. Vino a comprar carne para asado y no está apareciendo", expresó un señor de edad, que trató de mantener la calma, en medio de tanta adrenalina, pero figurándose lo peor.

Una discoteca ubicada frente al supermercado fue el improvisado depósito de cadáveres que fueron sacados sin interrupción en horas de la tarde y trasladados a la ex Caballería en Campo Grande.

Los cuerpos, muchos de ellos pelados, sin ropa, sin piel, brillantes como maniquíes o muñecos de tienda, varios de ellos quemados hasta aflorar los huesos, fueron los mudos testigos sin vida de la tragedia.

"No. El no quiere hablar ahora. Está muy mal. Más tarde hablará con la prensa", dijo un allegado a Daniel Paiva, hijo del propietario del supermercado, a quien numerosas personas lo acusaron de haber ordenado cerrar las puertas "para evitar robos".

La realidad fue otra y el concurrido supermercado se transformó en una caldera.


GOBIERNO DECLARÓ DUELO NACIONAL

El presidente Nicanor Duarte decretó un duelo nacional de tres días "en tributo" a las víctimas.

"Es un momento de mucho dolor. Vinimos acá para dar una voz de aliento a la gente, tanto a los familiares como a los policías y bomberos que están trabajando", dijo el gobernante a los periodistas.

"Es la tragedia más grande desde la Guerra del Chaco", afirmó el presidente del Congreso, Miguel Carrizosa.

Algunas versiones de prensa atribuidas a fuentes militares sin identificar hablaron de la posibilidad de "un coche bomba" en el estacionamiento subterráneo como causa de la tragedia.
"Eso no puede ser cierto. El fuego comenzó en el patio de comidas por la explosión de un tanque de gas industrial y se propagó rápidamente. Hay mucho material combustible en el lugar", explicó un bombero voluntario.

"La mayoría murió por inhalación de gas tóxico. Posiblemente las quemaduras fueron posteriores. Si los dejaban salir, no hubiera ocurrido", dijo Hugo Onieva, uno de los tantos socorristas que ayudaron a las numerosas víctimas.
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