“Papá, Rodríguez es el que te está traicionando...”

En esta segunda parte del relato basado en testimonios de varios protagonistas de la última reunión de la que participó Alfredo Stroessner antes de su caída, el Cnel. Ramón Esquivel rescata la tensa situación en medio de los cañonazos. Una anécdota cuenta que el exdictador pensaba que Andrés Rodríguez estaba secuestrado. Pero su hijo, Gustavo, le aclara: “Papá, Rodríguez es el que te está traicionando...”.

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En la noche del 2 de febrero, hacia las 20:00 comenzaron los primeros cañonazos, morteros, metrallas y fusilerías que irían en vertiginosa intensidad, siendo su blanco el asiento del Regimiento Escolta Presidencial, por la desinformación de los atacantes que estaban en la creencia de que el Comandante en Jefe, Alfredo Stroessner, y sus acompañantes estarían en ese lugar.

Hasta ese momento se cuenta que el Gral. Stroessner reflejaba su acostumbrada calma. Cuando todos los miembros de su Estado Mayor y otros estuvieron ubicados en la mesa, el Gral., dirigiéndose al Jefe del Servicio de Inteligencia, Gral. Benito Guanes, dijo: “¿Cuál es nuestra situación, Guanes?”. Este, que normalmente sufría algo de seseo al hablar, esta vez por la emotividad del momento casi no pudo pronunciar palabras. Guanes, entonces, discó un número telefónico para hablar al Comandante de la Artillería, Cnel. Aníbal Aquino, y con alguna dificultad dijo: “Le va a hablar el Gral. Germán Martínez”. Este, sin embargo, no le prestó atención, por lo que el Gral. Johanssen tomó el teléfono y casi paternalmente dijo: “Mire, Cnel. Aquino, tenemos un problema muy grave y es necesario que concurra con sus cañones en nuestra ayuda”.

El Cnel. Aquino no comprendió por qué el Comandante del Instituto Militar de Enseñanza debería darle esa orden, ya que no pertenecía a la cadena de mando de la Artillería, por lo que se limitó con un “¡A su orden!”. Todo esto, según los testimonios recogidos por el Cnel. Esquivel.

Otra información fidedigna señala que el Jefe de Estado Mayor del Comando de Apoyo de Combate, Gral. Eladio Idiarte (superior directo de la Artillería), había ordenado insistentemente al Comandante que se desplazara sobre Asunción, pero lo cierto es que la Artillería se limitó a cuidar el perímetro de su cuartel en Paraguarí.

Para esa hora Asunción, y sobre todo el perímetro del Cuartel General del Comando en Jefe, ya era escenario de una infernal batalla con disparos de cañones y demás armas de guerra.

En el entorno del Gral. Stroessner cundía el desconcierto a tal punto que el Presidente de la República mantuvo el siguiente diálogo con su hijo Gustavo:

–“Ubiquen al Cnel. Lino Oviedo para que rescate al Gral. Rodríguez, él debe estar secuestrado”.

Su hijo Gustavo le respondió: “Papá, Rodríguez es el que te está traicionando”.

–“¡No puede ser! Si yo hablé con él el día martes y hemos llegado a un acuerdo razonable. De cualquier manera, tenemos que procurar que amanezca esta situación para que puedan intervenir algunas Seccionales Coloradas”, replicó Stroessner.

–“Pero, papá, entonces bombardearán los aviones Xavantes”.

–“¡No se van a atrever!”, insistió, y ya no le prestó atención.

A continuación Stroessner le ordenó al Gral. Otazú que se pusiera en contacto con las diferentes unidades militares para cerciorarse de si todos estaban o no implicados en el levantamiento. Solo Dios sabe cómo, Otazú pudo salir del cerco de los atacantes llevando como chofer a un hijo del Cnel. Carlos Maggi para cumplir la misión.

En la Infantería

En esta parte del relato, el Cnel. Ramón Esquivel se pone en calidad de testigo presencial: “Me consta que Otazú llegó a la 1ª División de Infantería, en Tacumbú, al mando del Gral. Eumelio Bernal, comprometido en la conjura. A gritos exclamó: “Camaradas, es una vergüenza, hemos vuelto otra vez a los tiempos de los cuartelazos, esto no puede ser. Viva el Gral. Stroessner”. Bernal le ordenó que se retirara inmediatamente si no quería ser arrestado”.

“Para esa hora, el Cnel. José Tomás Centurión, Jefe de Estado Mayor saliente y yo, Cnel. Esquivel, coordinamos procedimientos con el Gral. Bernal, Carlos 6, nombre código del Comandante de la 1ª División en aquella operación militar. Regresamos a nuestro cuartel, el Comando de Transmisiones, donde el Cnel. Albino Rojas, Comandante de Batallón y camarada de promoción del Cnel. Gustavo Stroessner repetía y repetía: tenemos que ser leal a nuestro Comandante en Jefe”.

“Para mediar en el asunto y, como ni el Cnel. Centurión ni yo éramos superiores directos en el mando del citado oficial, le recordé que la Unidad de Comunicaciones disponía apenas de 150 hombres sin armas automáticas, contrariamente a la situación de la vecina División de Infantería que ya estaba comprometida con las fuerzas revolucionarias y contaba con más de 500 hombres armados y equipados para una operación militar. Pero como Rojas no quiso entrar en razones terció el Cnel. Centurión en un tono imperativo diciéndole: Ud. desde este momento va a cumplir mis órdenes a menos que quiera tener problemas con el Gral. Bernal. Estas palabras surtieron el efecto esperado y a partir de ese momento Albino Rojas sería uno de los más activos adherentes de aquella noche”.

Esquivel sigue relatando: “Estábamos en el lugar de propia iniciativa adhiriéndonos a la operación. A partir de ese momento fueron organizados varios Destacamentos con tropas de Comunicaciones para resguardar las instalaciones de la ANDE, Antelco, Corposana, estaciones de radioemisoras y televisión actuando el Arma de Comunicaciones como corresponde en Apoyo de Combate”.

“Puntualmente quiero recordar que solucionado el impase con el Cnel. Rojas, el Cnel. Centurión llamó por teléfono al Comandante de Comunicaciones, Cnel. Luis Valiente Flor, quien se encontraba en su establecimiento de San José Obrero. El Jefe de Estado Mayor dijo al destinatario en tres ocasiones: ‘Sí mi Cnel., es absolutamente necesario que Ud. venga al Comando de Comunicaciones a hacerse cargo de su unidad’. Pero el alertado, en vez de presentarse a su Comando, se dirigió directamente a la División de Caballería en donde solo pudo llegar cinco horas después del derrocamiento del Gral. Stroessner”.

Volviendo a lo que ocurría en el Estado Mayor, está comprobado que hubo enlace con el Gral. Ricardo Bogado, Comandante de la División de Infantería con asiento en Villarrica; con el Cnel. Víctor Martínez, Comandante de los Cimefor, pero la mayoría de los destinatarios no acudieron al llamado del Estado Mayor.

Los que cumplieron la orden fueron el Cnel. Rogelio Levi Acuña, Comandante del Liceo Militar, y el Instructor de Tiros de la FOPE, Roberto Stark Coscia, quienes inclusive intercambiaron fuego con las fuerzas de sitio sin éxito.

El Jefe de la Policía de la Capital, Gral. de Div. Alcibíades Brítez, ni pudo salir de su Guarnición porque para entonces ya estaba amarrado por los combatientes de la Fuerza Naval.

Mañana: Tercera y última parte, el desenlace.

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