Largos vestidos blancos o marfil concebidos por talentosas diseñadoras paraguayas eran la tradicional vidriera de la alta costura que se daba cita en el mes de setiembre para celebrar la primavera y la juventud, escenario propicio para la presentación en sociedad de las hijas de socios del club.
El tradicional vals, la medalla recordatoria y los fuegos artificiales son sello inconfundible de esta fiesta que tiene años de tradición en nuestro país.
Un mundo en el que trabajan las diseñadoras, las peinadoras, los fotógrafos, el servicio de catering, decoración y otros, que hacen que esta industria de la ensoñación mantenga los más altos niveles y queden para siempre en el recuerdo de las debutantes.
