“En la incertidumbre se gesta la ansiedad, luchamos contra aquello que ha salido de nuestros parámetros; eso nos desgasta. Cuando aparece un virus mortífero y pandémico, podemos reaccionar con diferentes mecanismos de defensa inconscientes: la negación, el rechazo, las quejas, mucha rabia; ahora también se observa la compulsión de hacer chistes sobre algo serio y doloroso, otros comen o toman en exceso. Cuando percibimos que todo esto no funciona para calmar la angustia, dejamos de resistirnos a la realidad y la aceptamos”, escribe la psicóloga Gabriela Casco.
A medida que pasa el tiempo, nos damos cuenta de que, aceptando la incertidumbre, aprendemos a vivir con ella. “Con esta actitud también aceptamos que nunca tendremos el control de nada, y que lo mejor que podemos hacer es tomar acciones reales, maduras y conscientes”.
Alcanzar la madurez integral: “En nuestra sociedad de hoy, en la que prevalece el consumismo, aparecen los síndromes típicos de toda adicción: el miedo y una esperanza pueril. El miedo, enemigo mortal de la razón, nos paraliza y nos deja en posición de víctima. La incertidumbre despierta los fantasmas arcaicos del ser humano, aquellos que sentimos al nacer cuando nos sentimos desvalidos y dependientes de un “saber que hacer” externo, no propio ni maduro”. Ante esta sensación la profesional sugiere empoderarnos y adoptar una posición adulta.
No a las preguntas neuróticas, sin respuestas. Según Casco, los cuestionamientos que brotan en la incertidumbre pueden ser verdaderas fuentes de angustia: ¿cuántos contagiados hay en realidad?, ¿es seguro ir al supermercado, a la farmacia, al hospital?, ¿podré obtener la economía, la armonía familiar?, ¿cuándo empiezan las clases?, ¿nos volveremos a ver, a abrazarnos? Todas estas son preguntas neuróticas, porque no tienen respuestas. “Las podemos cambiar por otras: ¿qué puedo aprender de esta experiencia?, ¿cómo puedo ayudar?, ¿mi intención es egoísta o altruista?, ¿qué es lo mejor que puedo ofrecer ahora?, ¿cuáles son mis prioridades?, ¿cuál es mi misión en todo esto?”.
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Tramitar la ansiedad que genera la incertidumbre preparándonos mentalmente para contra ella. Así nos ayudamos a imaginar, mentalizarnos o anticipar escenarios posibles (negativos o positivos), y no solo a evadir o negar la realidad, por ejemplo, con memes compulsivos. “Saber esperar y aceptar la incertidumbre nos ayuda a ser más intuitivos. Optar por someternos a la realidad nos deja resignados y nos convierte en víctimas de las circunstancias y de las personas a quienes culpamos, sin adoptar la autocrítica, que en este contexto que vivimos por la pandemia, es fundamental”.
La profesional recomienda fortalecernos personalmente: alimentarnos bien, nutrir mente y alma con ideas positivas, realistas pero conscientes, hacer ejercicio, leer, meditar, orar, servir, escuchar a los demás, ofreciendo respuestas creativas y reflexivas.
No alimentar falsas expectativas. “Es importante registrar las expectativas que nos creamos; si son muy optimistas. también pueden crear demasiada decepción si no se cumplen como esperábamos; por ejemplo, que la cuarentena termine antes de lo esperado o que ya se consiga la vacuna. Por otro lado, si las expectativas que nos generamos son demasiado pesimistas, nos arrojan una actitud pasiva, depresiva. Ambas tienen su impacto en todo esto; por eso, en lo posible, adoptar expectativas más realistas”.
Nada volverá a ser igual. De todas las preguntas que nos hacemos cada día, solamente tenemos una respuesta segura: después del covid 19, nada volverá a ser igual. “También para eso tenemos que estar preparados, no solo en información o métodos de cuidado, sino fortalecidos espiritualmente. El día que volvamos a salir de nuestras casas todavía persistirá el miedo, pero saldremos para reconstruir lazos sociales, para volver a edificar una sociedad; esperemos que más humana y solidaria”.
Finalmente la licenciada Casco resalta la unión de todos para superar esta crisis. “Tenemos que hacer bien las cosas, hacerlas ahora y no subestimar ni un milímetro esta pandemia. Cuando todo se calme y llegue el momento de que podamos salir a celebrar que sobrevivimos, hagámoslo con la dignidad del soldado que arriesgó su vida por su país, su mundo. No seamos desertores. Más que nunca, estemos por nuestros padres, abuelos, por todos. La única certeza es que debemos mantener la cuarentena. QUEDATE EN CASA”.
