El 25 de noviembre del 2013 nacía “Candela”, la pizzería con una historia de amor detrás: el amor a los animales en situación de calle. Gabriella Pogliano y Lourdes Bael son las propietarias del local ubicado en el barrio Loma San Jerónimo.
La pizzería se encuentra actualmente cerrada acatando la cuarentena. Pero las propietarias continúan en la lucha a pesar de las adversidades, ya que los animales siguen yendo al local en busca del alimento.
Lourdes habla desde el corazón, una mujer que hasta hoy sigue luchando por los inocentes que no tienen voz, los animales. “Me considero una mujer que ama lo que hace y respeta a los animales. Candela al principio fue un bar que estuvo abierto más o menos ocho meses, abrimos junto con Gabriella; en vista que las ventas eran tan bajas decidimos vender pizzas por las noches. De ahí nació la pizzería Candela.
“El nombre lo elegí en honor a una de mis más queridas mascotas que ya no está. Desde que tengo uso de razón amo a los animales, siempre he alimentado en cualquier situación a perros o gatos hambrientos, casualmente una noche vi pasar a un perro solo, herido y muy cansado frente al local, lo toqué y lo alimenté, desde ese día supo que ahí sería su hogar, nuestra pizzería. Ese perro se llama Rubio y detrás de él vinieron varios, dicen que no hablan, pero los ladridos fueron llegando hasta muchos más. Alimento más de 20 perros de la zona y 25 a 30 gatos”.
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Lourdes lamenta la situación, ella comenta que estaban trabajando entre cuatro personas y ahora están ya solo entre dos, entonces los trabajos se multiplicaron para ella. “Además de hacer las masas y cocinarlas también soy delivery. Nos tuvimos que reinventar, aparte de vender las pizzas bien calentitas también las vendemos para hornear o congeladas.
Lourdes manifiesta que con el local abierto estaban alimentando a los animalitos en situación de calle, pues con las ganancias de las pizzas ella se encargaba de comprar la comida para los peludos. “Ellos lastimosamente no entienden lo que está pasando solo esperan la comida diaria que les dábamos, por eso no me quedé de brazos cruzados, ellos siguen esperando la comida y yo también tengo que salir adelante”.
