Hoy es un día especial para homenajear a los padres

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Hoy, tercer domingo de junio, es una nueva ocasión para homenajear a los padres. Junto al saludo y el regalo aparecerán los afectos, los recuerdos y muchas otras cosas. Cada uno revisará su relación con el padre, esté o no presente.

Sea para admirarlo, denostarlo, amarlo, odiarlo, enfrentarlo, evitarlo, respetarlo o superarlo, podemos prescindir del padre. Es imprescindible. ¿Qué entendemos por función del padre? Los analistas llaman así a lo que estructura nuestra subjetividad. El niño, esa criatura arrojada al mundo, deberá transitar un largo y complejo camino para devenir sujeto. Si no contara con un referente, este proceso no podría cumplirse. Se trata, ni más ni menos, del proceso por el cual un ser se inserta en la cultura, se apropia del lenguaje, entra en relación con los otros. Si alguien no se anticipa con su propio deseo a ese devenir estructurante, es imposible que acontezca el “milagro” de que un recién llegado se asuma como sujeto y le otorgue un sentido al mundo en el que vive. Esa función normalmente está sostenida por los padres, quienes son en principio los otros más significativos, más privilegiados. Desde el momento en que un hombre reconoce a un hijo como propio, le da su apellido y lo inscribe en una red que podemos denominar simbólica, como hijo de, nieto de, hermano, etc. Estas coordenadas, que constituyen los lazos de parentesco, ubican al niño en un lugar preciso dentro de la enmarañada trama social. A partir de allí, es posible que ese niño signifique a su vez a los otros y lo que lo rodea; tenga acceso a la palabra, al reconocimiento de sí mismo y de las cosas. Por supuesto que este proceso es una construcción progresiva, pero la piedra basal es esta función paterna. Decimos que un padre siempre adopta al hijo, aunque se trate del padre biológico, ya que es la madre la que lo designa como tal. Y a partir de allí se presentarán todas las vicisitudes, comprometiendo esa función de tantas maneras distintas como padres hay. Esos avatares conforman la novela de cada uno, según cómo haya sido alcanzado por esa relación al padre y según haya atravesado las vueltas del camino. Esas vueltas son las que retornan cuando nos disponemos a conmemorar su día. El tributo no está exento de la ambivalencia propia de la relación padre-hijo, y quizá por eso mismo lo homenajeamos.

*directora del área asistencial de la Fundación Buenos Aires.