Al mango se lo relaciona siempre con las calurosas siestas del verano, los batidos y helados cremosos. De esta fibrosa joya de la naturaleza también se elaboran otros manjares como el famoso chutney, picante o dulzón, para acompañar carnes o tostadas.
Pero, ¿a qué se debe la imprevista maduración y caída de mangos en este mes de agosto? La explicación está en el frío tempranero de este año que ha inducido a la floración de esta planta, asegura el ingeniero agrónomo Germán González Zalema. Nos recuerda que más o menos en marzo se vino un fresco considerable, seguido de un clima un poco más cálido, que dejó desarrollar correctamente los frutos, lo que hoy se traduce en una maduración temprana de los mismos.
La Mangifera indica es un árbol que, a partir de semillas, tarda unos seis años en dar sus primeros frutos, comenta el experto. Sin embargo, a través del injerto, luego de un año ya puede producirlos. Son plantas que pueden llegar a durar más de 100 años, aseguran una excelente nutrición para quien sabe disfrutar de sus regalos.
Si bien comerlos o procesarlos para más adelante puede resultar una engorrosa tarea, vale la pena el esfuerzo. Sus beneficios para la salud son muchos: posee abundante contenido de vitaminas A, C y B5, así como antioxidantes. Son conocidas sus propiedades para mantener una piel radiante y, si se consume en exceso, puede tener un efecto laxante. El mango se utiliza en tratamientos para la anemia, para adelgazar y controlar el azúcar en la sangre.
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Una idea para no desperdiciar los mangos de esta época es pelarlos, cortar porciones generosas, licuar o mixar, posteriormente colar –para deshacerse del exceso de fibras– y congelar en pequeños recipientes; ideales son las hieleras, puesto que facilitan la ulterior utilización. Con esta técnica tendrá pulpa de mango disponible todo el año para realizar sabrosos jugos que puede mezclar con otras frutas, realizar cócteles o postres saludables.
¡No desaproveche la oportunidad que nos da la naturaleza de consumir este manjar en pleno invierno!