Conspiranoia es el término adecuado y preciso para referirse a la tendencia a interpretar determinados acontecimientos como fruto de una conspiración. Esta voz, acuñada en 1989 por el sociólogo Enrique de Vicente a partir de conspiración y paranoia, se empezó a utilizar con sentido humorístico, irónico o despectivo, para referirse a la obsesión por las teorías conspirativas cuando se consideraban sin fundamento, basadas en datos falsos. Sin embargo, su uso se ha asentado en los últimos años ya sin ese tono despectivo o humorístico, y así se registra en diversos diccionarios como el General de Vox, que recoge conspiranoia con el significado de “convicción obsesiva de que determinados acontecimientos de relevancia histórica y política son o serán el resultado de la conspiración de grupos de poder o de un grupo de personas influyentes”. Este sustantivo resulta muy útil por su expresividad y por la precisión del sentido, por lo que se ha normalizado en el uso dado su valor claramente descriptivo de este fenómeno: “La edad de oro de la conspiranoia: por qué nos creemos las teorías más disparatadas”, “La conspiranoia nos hace pensar que nada sucede al azar, que todo está conectado”. El adjetivo derivado conspiranoico también es correcto.
Fuente: https://www.fundeu.es/
