Hay personas que, pese a no ser especialmente desagradables o antipáticas, no generan confianza, desprenden un halo extraño, y es porque existe una contradicción entre su comunicación verbal y su lenguaje corporal. Otras, en cambio, irradian un gran carisma sin ser especialmente habladoras. Su expresión corporal está alineada con su lenguaje verbal y transmiten confianza y calidez.
Usamos cantidad de gestos cuya razón de ser ignoramos. Hay gestos vigentes en la actualidad que eran usados por los antiguos romanos: gestos de burla, como sacar la lengua o apoyar los pulgares en la sien y mover los dedos restantes imitando las orejas de un burro. Gestos de insulto, como levantar el dedo al corazón manteniendo los otros dedos cerrados. Gestos como chasquear los dedos para dar órdenes o llevar a los labios el dedo índice para pedir silencio.
Quien frunce la nariz puede indicar que algo apesta o que le disgusta. Encogerse de hombros es desentendimiento, que uno no sabe. El pulgar hacia arriba que ahora es el ícono virtual del me gusta es positivo y hacia abajo, es negativo.
Sentarse con las piernas cruzadas según explica Plinio el Viejo, en Roma, era considerado un gesto con poder maléfico y por ello se prohibió en las reuniones de generales o de magistrados porque, con esta postura, se impedía o dificultaba la toma de decisiones. En el Occidente actual, fruto de la prohibición romana, las normas de etiqueta desaconsejan esta postura, considerada muy irrespetuosa.
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Según estudiosos de kinesia, en general, cuando alguien se lleva las manos a la cara suele ser producto de algún pensamiento negativo como inseguridad y desconfianza. Tocarse la oreja es la representación inconsciente del deseo de bloquear las palabras que se oyen. Si tu interlocutor lo hace mientras te escucha puede significar que desea que dejes de hablar. Tocarse la nariz indicaría que se está mintiendo y también cuando hay enojo. Frotarse el ojo sería un intento de bloquear lo que se ve para no tener que mirar la cara de la persona a la que se miente. Ojo con la gente que se toca mucho la nariz y se frota los ojos en una conversación. En cuanto a la sonrisa, la natural produce arrugas junto a los ojos, eleva las mejillas y desciende levemente las cejas; la falsa eleva ligeramente la comisura izquierda de los labios y la tensa es con los labios apretados.
De esta pandemia que nos toca vivir, quedará el saludo con los codos y el distanciamiento físico. Esperemos recuperar pronto la posibilidad de darnos el abrazo fraterno, amistoso, amoroso, que reafirma los vínculos, lo mismo que el beso, señal inequívoca de amor, en el que se resuelven todos los idiomas de hombres, mujeres y ángeles.