Algo similar ocurría en la antigua Roma, donde el acto de brindar incluía un fuerte choque de copas que hacía que el vino de una copa se mezclara con el vino de la otra. De esta forma no se ponía en duda la hospitalidad del anfitrión, puesto que ambos beberían el mismo líquido. Los romanos tenían un aprecio especial por el vino y afirmaban poder disfrutarlo a través de todos los sentidos, incluyendo al oído en el sonido del choque de copas, que generaba un deleite sonoro.
En nuestras mesas de las fiestas suele ser tradicional contar con algún pariente afecto a proponer brindis, con su correspondiente alocución más o menos divertida o ceremoniosa según la cantidad de copas que se haya bebido antes del discurso.
La Nochebuena, el encuentro espiritual navideño, es la gran oportunidad de compartir con nuestros afectos la mejor energía de luz y alegría, para que las altas bendiciones del cielo desciendan a todos los corazones humanos.
El solsticio de diciembre es un evento cósmico importante a nivel planetario, por eso la mayoría de las creencias tienen sus celebraciones en esta época. Algunas tradiciones aseguran que, en estos días, los ángeles bañan la Tierra con la armonía de sus coros celestiales.
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Así como nosotros celebramos el nacimiento del niño Jesús en diciembre, de una virgen, en Belén, los judíos festejan Hannukah, Ramadán los musulmanes y Diwali los hindúes. Mitra, el ser sagrado de Persia, también nació en diciembre. Después del solsticio de invierno, en diciembre, los escandinavos tenían una hermosa ceremonia de la adoración del dios Baldar. Rama, en la India, uno de los primeros avatares de la humanidad, tuvo su iluminación la noche del solsticio de invierno.
Los maestros sabios dicen que una vez conquistada la dimensión mental, la dimensión espiritual es la etapa siguiente que afrontaremos en nuestra evolución humana. Esta apertura provoca una relativización de todos los valores convencionales aceptados casi acríticamente, y pone en evidencia cuáles son realmente las cosas importantes de la vida. Nadie tiene las respuestas. Plantearse preguntas es el primer paso en la búsqueda de la trascendencia. Por el momento, sería un punto de partida hacia lo inconmensurable. Que la Nochebuena sea de acercamiento, perdón y gratitud. ¡Feliz Navidad!