La canasta mecánica

Este artículo tiene 4 años de antigüedad

2021 ESPERANZADOR. Este 31 de diciembre despediremos al complicado 2020, el año que vivimos con barbijo, y daremos la bienvenida a un esperanzador 2021.

Culmina un año raro, que nos metió inesperadamente a toda la humanidad en una licuadora, de la cual salimos para sentarnos frente a nuestras contradicciones e inseguridades. Nos obligó a aislarnos, a frenar la carrera de urgencias, casi siempre innecesarias, a quedarse, stop, pare, lo que le permitió a muchas personas encontrar una conexión profunda con ese espacio donde late la mismidad propia.

El 2020 fue muy aleccionador. Cabe la reflexión para indagar qué es lo que aprendimos de la épica que atravesamos. Cada quien tendrá la suya. A mí me queda clara la idea de que es mi obligación respetar el alma del mundo. Alguien dijo que Dios redime a la humanidad, pero la naturaleza necesita ser redimida por alquimistas humanos, por aquella gente que puede inducir el proceso de transformación capaz de liberar la luz prisionera en la creación física. Platón afirmaba: “Este mundo es un ser viviente dotado de alma e inteligencia, una entidad única y tangible que contiene a su vez a todos los seres vivos del universo, que por naturaleza propia están interconectados”.

Reverenciar al alma del mundo, comprender el Anima Mundi, es tomar conciencia de que la naturaleza se expresa mejor cuando fluye. Es aprender a observar con atención lo que nos rodea para preservarlo comprendiendo todos los matices y posibilidades que nos regala: animalia, mineralia, vegetabilia.

Entre los aforismos de Franz Kafka, hay uno que me encanta : “En la lucha entre tú y el planeta, elige al planeta”. Una interpretación ecológica diría que el bienestar del planeta es también nuestro bienestar.

Todos los beneficios, en un solo lugar Descubrí donde te conviene comprar hoy

En nuestro tiempo, James Lovelock, con su teoría de Gaia; Teilhard de Chardin, con su concepto de la noósfera, y Terence McKenna, con su Logos de Gaia, crearon una especie de revolución antigua, que nos hace mirar al pasado para recuperar la memoria perdida y volver a encontrarnos y a encantarnos en nuestra relación con la naturaleza. La idea de que el planeta es un ser viviente que participa de la conciencia universal.

Nos aferramos a la tierra, a las personas con las que crecimos y ahora resulta que tenemos que admitir la distopia de vivir en modo pandemia. ¿Podemos superar las ganas de rebelarnos contra lo que consideramos odiosas injusticias? Es fácil dejarnos arrastrar por discursos populistas, más demagogia, más divulgación viral exitosa. Lo difícil es proponer ideas de sentido común sin mercadear con los ideales. La moderación no es debilidad, por el contrario, es cautela, es libertad, es poder administrar nuestras sombras y compartir nuestras luces.

Una vez que aceptamos que somos parte de la totalidad, se establece una conexión entre nuestra luz y el mundo, con nuestra conciencia e imaginación. Esta conexión crea caminos iluminados que se abren paso entre la oscuridad de la psique colectiva. Así como hay en nuestra psique bloqueos y lugares de resistencia al fluir de la luz, también hay lugares de creatividad, poder y cualidades inesperadas. Feliz 2021.

carlafabri@abc.com.py