La canasta mecánica

DEJEN DE CULPAR A LA VÍCTIMA. En el Jardín Botánico, en la semana anterior, mientras hacía deporte a plena luz del día, una mujer fue objeto de violación y robo. El desgraciado hecho provocó el repudio colectivo en las redes sociales, en especial de atletas, que reclaman la necesidad de sitios seguros para realizar actividades físicas, imprescindibles en estos tiempos de pandemia con sus sorpresivas tragedias, más un sinnúmero de dificultades en todas las dimensiones de la vida social: El colapso del sistema sanitario, la ausencia de vacunas y medicamentos, el alto contagio, la crisis económica y la inmovilización del confinamiento.

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Las autoridades responsables intentan desentenderse de la situación, instalando la idea de que ella no debería haber estado allí por la cuarentena impuesta. Eso es indignante y grave. Atañe a la incumbencia del Intendente Municipal Interino, Nenecho Rodríguez, el problema de inseguridad que impacta a la ciudadanía en el Jardín Botánico. Es su obligación dar garantía a la zona de recreación. Miles de funcionarios planilleros, operadores políticos, cobrando sueldos a costa de la ciudadanía contribuyente y no hay guardias permanentes, protegiendo la zona de delincuentes y adictos.

El repudio en las redes marcó tendencia con el contenido #LibresYSinMiedo, #ParquesSeguros y #CorrerSinMiedo.

Da mucha bronca que las autoridades le sigan echando la culpa a la víctima. El juzgamiento de los delitos sexuales se sigue aplicando en un doble estándar de interpretación de las pruebas que existen. El problema de lo que se dirime en el caso de la violación sexual, es que el significado de lo que es una violación lo aporta la mujer, mientras que la norma para su catalogación lo aporta el varón y el derecho masculino. Desde este punto de vista, la percepción masculina sobre los deseos y la conducta de la mujer es determinante: Ella no debía estar allí. Ella no debía estar vestida así. Ella no se defendió, no opuso resistencia, etc. Por lo tanto, la mirada social y la ley asumen que si el violador no percibió que la mujer lo rechazaba, la culpa es de la víctima. Mientras el derecho y la ideología no atiendan y comprendan la realidad que sufren las mujeres víctimas de violación, la interpretación y valoración continuarán reforzando y tolerando la violencia sexual como práctica naturalizada de los hombres contra las mujeres. Se impone a las mujeres a la condena de vivir encerradas, de cubrir su cuerpo de arriba abajo, además de exigirles que, dado el caso, se resistan aunque se expongan a sufrir mayor daño, golpes, heridas e incluso a la muerte, o el delito se vuelve menos grave porque la víctima no habría sido forzada. El contexto de coacción en el que viven las mujeres es permanente, en la calle, en la casa, en los parques, en el trabajo, y se les sigue responsabilizando de los actos de agresión sexual de las que son objeto. Esto confirma la desigualdad de género y constituye una violación al derecho femenino a vivir una vida libre de violencia.

carlafabri@abc.com.py

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