La pandemia y su jubilación fueron la excelente excusa de Alejandro González Acosta para realizar lo que hace tiempo venía rondando por su mente. Entusiasta lector de las obras del escritor Jorge Luis Borges, entre los cuentos del autor argentino, había uno que siempre le llamó la atención: Pierre Menard, autor del Quijote, escrito a inicios de la década del cuarenta. “A partir de entonces, ese cuento siempre despertó interés en los círculos literarios por la forma en que estaba encarado, casi disruptiva. Cuando Borges dice: ‘Acá está Pierre Menard, un autor francés, que él inventa (Borges), y cuenta toda la historia. Alguien que hizo una colección de libros, madame Bachelier, no lo menciona a Menard, y este se pregunta por qué y empieza a hacer una serie de descripciones de sus obras, casi todas autobiográficas ‘y, además, es autor del Quijote, porque Menard reescribió El Quijote. A pesar de haber escrito palabra por palabra, es mucho más enriquecida, más importante que la obra del Quijote’”, explica el autor.
La creación literaria consta de tres partes: los aforismos, los discursos y el final, a manera del Menard paraguayo. Para González Acosta, ese juego que Borges hace de la temporalidad, y, además, de su teoría de que no hay autores nuevos es lo interesante. Todo lo que está hecho o dicho, alguien ya lo dijo y otro lo repite. “Nadie es autor de nada”, asegura. Al final del cuento, Borges dice que no puede terminar de apartar todo porque vendrá otro Menard para seguir entresacando esta obra. “Y ahí es donde aparezco y digo que soy el otro Menard de Borges, usando los mismos recursos borgesianos, en el que un lector se apropia de un libro. Utilizo el mismo concepto. A partir de allí ya me apropio de su deseo”.
Aforismos y discursos
En el caso de González Acosta, lo que hace Menard es entresacar los aforismos de la obra El Quijote, por un lado; y por otro, los discursos, que son como ensayos que hacen Don Quijote y Sancho Panza en algunos momentos: “Sobre la letra y el arma, sobre la vida política, cuando Sancho va a ocupar la gobernación de la isla de Barataria y Don Quijote lo aconseja. Son dichos de una actualidad brutal”.
Todos los beneficios, en un solo lugar Descubrí donde te conviene comprar hoy
Al final viene una parte muy emotiva de la obra de El Quijote, que desconoce si siempre es tan mencionada. “Es cuando Don Quijote vuelve a ser Alonso Quijano, el hombre de carne y hueso, se arrepiente de sus locuras y pide disculpas, incluso a la gente cuya historia estuvo escribiendo. Cervantes nos enfrenta con el final y con la muerte de una manera impresionante. Siempre esa parte me llamó mucho la atención, entonces hago un desenlace”, señala el autor.
El otro Menard reescribe El Quijote con una singularidad, tal vez, que el libro queda como si fuera otra historia, otro cuento. “Es como cuando a una página le vas sacando párrafos de por medio y a los párrafos le sacás líneas y se convierte en un nuevo texto. Al leer la obra tiene un hilo conductor, que son todos los aforismos y los discursos. Pero lo más significativo –y fue mi propósito inicial– es tratar de que a través de esta obra escogida, de esta selección de textos que se hizo de El Quijote se despierte el interés de la gente joven, o mayor, para ir a la obra original. Como esta obra es tan atractiva con un sabor muy especial, voy escogiendo el contexto donde se produce cada aforismo y cada discurso, con su humor y sus sarcasmos. Leer El Quijote es fantástico. De todos mis lectores, si me llegara a leer alguno, con que 10 de ellos lean El Quijote ya me sentiré con mi misión cumplida”.
González Acosta refiere que existen otros detalles que con Menard demostramos; es uno de los aforismos más repetidos: “Ladran, Sancho, señal que cabalgamos”, es apócrifo, no está en la obra. Por otro lado, otros son utilizados hasta hoy: “Como anillo al dedo”, “Donde menos se espera salta la liebre”, “Una golondrina no hace verano”, “El interés rompe el saco”; es decir, todas esas frases que hasta ahora seguimos enunciando comúnmente. También hay otras cosas de Borges, quien en algunos pasajes de su vida literaria le tenía entre ceja y ceja a Cervantes, como que Don Quijote no existía y cómo podía ser que en toda la obra casi no lloviese. Eso hago notar también.
González Acosta escribió durante la cuarentena sanitaria. “Cuando comenzó la pandemia, me jubilé. Serían unos ocho meses aproximadamente”. La obra fue publicada por editorial El Lector. “No hay libro tan malo que no tenga algo bueno”. Esperamos que este tenga lo mejor.
Fotos: ABC Color/Gustavo Machado.
/más info/
