La actividad se inicia cada 15 de diciembre, día en que los niños acuden a la misa mañanera en la catedral, donde se les entregan unas boletitas numeradas. Además de acumular para tener acceso a los regalos de Navidad el 25 de diciembre, los pequeños se encargan de llevar a las viviendas en diferentes barrios de la ciudad las cinco imágenes del Niño Jesús.
En estos hogares afortunados, en presencia de las familias anfitrionas se procede a rezar con los pequeños misioneros de la buena nueva.
Los adultos, en contrapartida, realizan un aporte en efectivo para los infantes, dinero que se acumula para la compra de los obsequios que les serán entregados. “Desconozco desde cuándo se realiza esta actividad en la comunidad, pero según pude conversar con pobladores antiguos, esto data ya de varios años”, dice el cura párroco José Villalba.

Lo cierto es que esta costumbre se ha convertido en un gran atractivo y aliciente para los niños y las familias que esperan la llegada del contingente con el niño Jesús para el tradicional rezo. “Es una manera bien diferente y una antigua tradición de vivir sanamente la navidad en esta comunidad chaqueña”, añade el sacerdote.
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A diferencia de otras poblaciones del país, armar el pesebre navideño no es una actividad común en la población de Fuerte Olimpo, y solo se realiza en unos pocos hogares.
La gran expectativa por estas fechas en la capital del Alto Paraguay es la llegada para las fiestas de los hijos estudiantes, a quienes sus padres no ven por mucho tiempo, atendiendo a que muchos jóvenes se ven forzados a dejar el hogar para proseguir sus estudios universitarios en Asunción o en otras ciudades.
Otra modalidad de esta tradición también arraigada desde hace años en la población olimpeña es que al término de la misa que precede al rezo del novenario se realiza un sorteo entre los fieles participantes para ver quién lleva por 24 horas a su casa una de las cinco imágenes más grandes del Niño Jesús. La persona que resulta ganadora se lleva la imagen a su hogar y la devuelve al otro día, para dar suerte a otra familia.
Cada 24 de diciembre se mantiene la tradicional misa de Nochebuena, que casi siempre es celebrada por el obispo del Vicariato, monseñor Gabriel Escobar. Previamente tiene lugar el pesebre viviente protagonizado por niños y jóvenes de esta lejana comunidad.
