La canasta mecánica

La canasta mecánica
La canasta mecánicaArchivo, ABC Color

LENGUAJE AUTO – La vida cotidiana está poblada de acechanzas. Si no fuera por ese ángel de la guarda que, según nos dijeron en la infancia, cada persona tiene afectada a su custodia con la expresa misión de protegernos de la mala sombra, nuestra vida estaría atribulada por los sobresaltos y las desgracias.

Lo que pasa es que estos custodios se toman sus días y horas libres o se distraen entre las nubes. En esos momentos el destino aprovecha para asestarnos un golpe artero y nos manda una diverticulitis, una cédula judicial en la que nos notifican una demanda por recisión de contrato o nos descompone el motor del automóvil. Cuando el ángel de la guarda quiere tomar cartas en el asunto es tarde, el asunto ya salió de su jurisdicción. Los ángeles son preventivos y hay que recurrir a los terapeutas humanos. En cualquiera de los casos se debe tener especial cuidado en la elección del terapeuta, ya que nos ponemos en sus manos con los ojos cerrados.

El tema mecánicos puede resultar un verdadero suplicio para la propietaria de un vehículo normalito que debe cargar con los problemas que le acarrea el desperfecto, más los comentarios burlones de un mecánico estándar artesanal típico. Procurar explicarle al docto en la ciencia automotriz que nuestro cuatro ruedas sufre una ligera arritmia en el motor, puede resultar una tortura. Cuando acelero hace un ruidito decimos con un hilo de voz. El entendido en bulones levanta el capó y mira los fierros con la preocupación de quien está convencido que ha llegado el fin del mundo. Toca por aquí, desconecta por allá, se mete abajo, va al costado, acelera, corta destapa, desconecta cables y mangueras mientras masculla algo incomprensible que suena a que se le partió el esturke de la trombina aurio erexal del carburador.

Ante la desesperación de la propietaria el experto diagnostica internación y urgente cirugía y a lo mejor está para mañana porque tengo mucho trabajo. No se conmueve para nada ante la enumeración de los motivos que hacen una catástrofe doméstica quedarse de a pie: seis criaturas que llevar y recoger de la escuela, las compras del súper, las clases de fútbol, gimnasia y cocina japonesa, más el arreglo de las mesas de la cena de la cooperadora escolar.

Impertérrito el mago de los rulemanes no afloja, hasta que el ángel custodio se aviva y nos envía a un amigo que justo pasaba por ahí. El amigo se baja, se entera de los detalles del cataclismo y en un periquete arregla la situación con el master en pistones. Ahora resulta que una simple basurita tapó el caburador y puede arreglarlo para esta tardecita. ¿El costo? Una sonserita.

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Moraleja: si sos mujer y necesitas los servicios de un mecánico, olvídate de tus dos títulos universitarios y por si tu ángel de la guarda está distraído, pedile a un amigo atento señor que te acompañe. Casi la mayoría de los mecánicos solo hablan en masculino.

carlafabri@abc.com.py