Con alas de mujer

Desde chiquita diseñó su sueño de volar. Y, contra viento y tempestades, Letizia Ruiz Fonseca enderezó su destino rumbo a las alturas. Hoy, a los 31 años, con orgullo ostenta un récord: ser la primera mujer paraguaya piloto de líneas aéreas comerciales. A diario, sentada en la cabina del Fokker 100 de TAM, ella despega con la misión de transportar pasajeros en rutas internacionales.

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¿Hay que volar para ser feliz? “Sí. Para mí, volar no es un trabajo. Es una pasión única. Y pienso seguir creciendo. Quiero llegar a pilotar aviones más grandes como los Fokker 100 o Airbus de TAM, en rutas internacionales. Sé que lo voy a lograr”. Esto decía Letizia Ruiz Fonseca, en una entrevista de principios de año, cuando inauguró su rol de comandante de los aviones Caravan, en vuelos diarios a Pedro Juan Caballero. Y no tardó en hacer realidad el sueño de escalar. Ahora, con orgullo ostenta su condición de pionera en el pilotaje de línea aérea comercial. A bordo de aviones de mayor porte, hoy cubre rutas del Mercosur: Buenos Aires, São Paulo, Santiago, Montevideo, Santa Cruz y La Paz. “Fue un sueño que tuve desde pequeña. Lo mantuve, fui perseverante y hoy día puedo decir que lo he cumplido”, dice con signos de emoción.

En la sala de su casa del barrio Herrera, las paredes están llenas de fotografías suyas tomadas en cabinas de aeronaves. Y sobre un mueble hay maquetas de aviones de distintas clases. “Las fotos me regalaron y los avioncitos son de mi hijo Alexander; él es también apasionado por la aviación”, se excusa. Son cerca de las 11 de la mañana y, en media hora, Letizia tiene que estar en el aeropuerto Silvio Pettirossi, lista para llevar pasajeros a Santa Cruz de la Sierra. ¿Tan rápido se dio su traspaso al Fokker 100? “¡Enhorabuena! Después de tantos años de sacrificios y tantas horas de vuelo, por así decirlo, me dieron la oportunidad tan esperada”. ¿Qué le provocan los aeropuertos? “¡Ay, chemopirimba! Aeropuerto y avión son para mí una sensación extraordinaria, divina; tanto es así que estamos almorzando con mi hijo, escuchamos el ruido de un avión y salimos corriendo, ni que viviéramos en el campo. Soltamos los platos y vamos a ver qué avión está pasando encima de nosotros”.

¿No se siente extraña en un campo netamente masculino? “Jamás. Nunca existió para mí esa barrera hombre-mujer. Siempre tuve una fortaleza increíble para luchar por lo que quiero”. ¿Cómo nació su pasión por las alturas? “De pequeña quise ser astronauta, pero mi hermano mayor me dijo que no nací en Estados Unidos; salió la idea. Un día fui al aeropuerto, a despedir a mi papá que se estaba yendo para Chile. Subimos a la terraza con mamá, yo tenía como 8 ó 9 años, vi el avión de LAP (la desaparecida Líneas Aéreas Paraguayas) despegar y me pareció una cosa espectacular, algo magnífico, impresionante. Y ahí nació mi amor hacía la aviación”.

Horarios estrictos, irregulares, ¿cómo compagina su actividad profesional y su rol de madre? “Pues bien, como toda mujer una tiene que aprender a administrar de todo, ya sea el hogar, el trabajo. Es una cosa que todos los días les enseño a mis hijos. Saben ellos que tienen que respetar a mamá y conjuntamente vamos organizando el hogar”.

¿Está a favor de la liberación femenina? “Yo no soy extremista, no soy feminista ni machista. Lastimosamente existen mujeres machistas y no hombres machistas. Por mi vida en sí, lo estoy demostrando, tanto el hombre como la mujer tienen la capacidad de hacer de todo, sin importar el género”.

El hecho de ser mujer, ¿qué ventajas da en esta profesión? “Ninguna. Por el contrario, tuve que luchar, más todavía siendo una pionera. Y me fue bastante difícil”. ¿Hasta qué hora suele dormir los días feriados? “No duermo mucho. Tempranito me despierto con los enanos. Ellos, a las seis y media, siete, a más tardar ya están despiertos y en pie, haciendo un montón de actividades”. ¿Cada cuánto recibe el desayuno en la cama? (Se ríe a carcajadas) “Voy a buscarlo a la cocina”.

¿A una piloto le ataca también el miedo a volar? “Jamás. Todo lo contrario, cada vuelo es un reto. Es único, emocionante, una pasión divina. Miedo, temor, nunca”. ¿Le gusta andar por las nubes? “Soy bastante soñadora. Y, gracias a Dios, siendo perseverante, mis sueños los estoy logrando de a poco. Y sigo soñando y seguiré trabajando para llegar a mis metas”.

¿Será que en décadas más los aviones volarán solo con pilotos automáticos? “Nunca. Se suele decir que el día de mañana va a estar el comandante, el copiloto y un perro. El perro para morderles cada vez que quieran tocar los comandos, pero a modo de chiste solamente. No creo, siempre la mano del hombre es importante en la cabina, si bien hoy día es bastante automatizado el vuelo, la capacidad humana es insustituible”. ¿Se le teme a la máquina o al factor humano? “Es impresionante cómo el ser humano confía más en el hombre que en la máquina, siendo que es lo contrario. Hoy día los aviones no caen, son derribados”. ¿Qué aprendió en tantos viajes? “A controlar mi temperamento, a entender que uno no está solo en esta vida. Y no puedo negar; me ha ayudado a crecer, a madurar. A formarme mucho más, a ser consciente donde estoy y qué pretendo. Para mí estar en el Fokker 100 es apenas un escalón más, ¡ufff! faltan muchos todavía”.

¿Alguna vez mandó echar las cartas de tarot? “No me gusta eso, para nada. No estoy a favor de ello ni en contra; como digo, no soy extremista. Personalmente no voy a eso, yo voy forjando mi vida de acuerdo al presente para saber lo que va a ser mi futuro”. ¿Tiene más raíces o alas? “Yo diría que ambas. Las raíces son mis hijos y las alas el avión”. ¿El vuelo más inesperado que hizo? “No inesperado, pero sí bello, largamente aguardado cuando fui a Dallas para mi curso de simulador. Fue un viaje precioso e inolvidable, más todavía retornando de Dallas a Asunción con la satisfacción y el orgullo de hacer cumplido bien el programa”.

¿Guarania, jazz o cumbia villera? (Se ríe con ganas) “Cumbia villera”. ¿Aceptaría ir de picnic con Joaquín Sabina? “Aceptaría ir de picnic con mis hijos”. ¿Lo que nunca falta en su cartera? “Papel, lápiz y un labial”. ¿Qué importancia le da a su propia imagen? “Me respeto mucho. Y así como respeto, espero que las personas me respeten. Yo soy de la filosofía: dar lo que uno quiere recibir. Y cuánto más respeto, más recibo. Pero si no hay reciprocidad, tampoco me quejo. Considero
que esas malas experiencias me fortalecen y las buenas me edifican”.

¿Un sueño frustrado? “No haber nacido hombre. Muchas veces, cuando iba haciendo los entrenamientos, decía: ¡ay!, por qué no nací hombre para que me sea más fácil todo. Pero hoy día no puedo decir que estoy frustrada por nada, tengo dos hijos maravillosos y una profesión apasionante”.

IDENTIKIT

Letizia Liliana Ruiz Fonseca nació en Asunción, el 23 de marzo de 1975. Apoyada por su madre, Miguela Olga Fonseca y por su padrastro, Jesús Eugenio Hayet (falleció en 1994), dio inicio a su sueño de volar. A los 18 años, en 1993, recibió el título de piloto aviador civil. Como una forma de continuar desarrollándose en la costosa carrera de pilotar aviones, intentó ingresar a la milicia, pero no tuvo respuesta favorable de los jefes. A fin de acercarse a lo que tanto le gustaba y con el propósito de obtener recursos para solventar su formación profesional, se hizo azafata. En 1995 ingresó a Lapsa y empezó como auxiliar de vuelo.

En el 97, las nuevas autoridades de Transportes Aéreos del Mercosur le dieron la oportunidad de pilotar los aviones Caravan, sin dejar de cumplir su rol de azafata. Así se mantuvo 10 años, hasta que a principios del 2006 fue nombrada comandante de vuelo y excluida de la lista de aeromozas. En noviembre subió al Fokker 100 y está en entrenamiento de rutas, hasta completar las 150 horas de vuelo requeridas para ser copiloto efectiva.

HABLA EL COMANDANTE

En mayo de 1969, recibió en la base aérea Biloxi, Mississipi, su diploma de piloto aviador militar. Y comenzó a volar en Líneas Aéreas Paraguayas en 1979. Hoy suma más de 25.000 horas de vuelo y es jefe de Operaciones de Transportes Aéreos del Mercosur. El comandante Darío Florencio Maciel Martínez (61) es la voz más autorizada para juzgar la performance de los pilotos. Y ahora en vuelo a Buenos Aires, comparte la cabina con Letizia Ruiz Fonseca: “Hoy, 4 de diciembre, es la primera vez en mi vida que tengo a mi lado a una copiloto”, suelta de entrada. ¿Cómo ve la incursión de las mujeres en la profesión? “Creo que ellas tienen la misma capacidad que el hombre para volar aeronaves. Tanto es así que en muchas compañías aéreas ya hay mujeres pilotando. Inclusive, en los Estados Unidos hay mujeres que pilotean los aviones caza sin inconvenientes”.

El comandante Maciel dice que en el pasado ya existieron mujeres paraguayas pilotos, pero reconoce que ninguna fue de línea de pasajeros. “En la aviación comercial es la primera vez que veo este caso. Letizia con su aspiración de volar puso todo su esfuerzo y su potencial para llegar a sentarse en la cabina de los jets. He hablado con sus instructores de simuladores y me dijeron que se ha desempeñado en forma excelente. Nunca, en su historial de vuelo, ha tenido ningún problema”.
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