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Camiones y choferes del Chaco

Durante la Guerra del Chaco, el Gobierno nacional compró y requisó camiones para el Ejército. La adaptación de las carrocerías para las necesidades de la guerra fue realizada por los Arsenales de Guerra y Marina.

Dos mil trescientas ocho carrocerías fueron fabricadas por los talleres de Cusmanich, Arestivo, Mayor, Caló y Sapucai, que llegaron a fabricar, conjuntamente, cinco carrocerías por hora. Otro “producto” de los Arsenales fueron los choferes: dos por camión, quienes “iban y retornaban agotados, con las manos callosas y estropeadas. Descansaban, se ‘recuperaban’, y volvían nuevamente a lidiar con el polvo y el fango de los caminos (...) Eran azotados por el frío y la metralla boliviana. Todos agudizaban su ingenio, y los víveres, elementos y hombres llegaban a destino”.

Radiofonía paraguaya

En nuestro país, las primeras emisiones radiales –de carácter privado, pues las de carácter militar se realizaron 10 años antes– tuvieron lugar en 1922, a través de dos transmisores instalados en Asunción y San Bernardino por Alfonso Sa y Ernesto Striker, respectivamente.

En 1926, los señores Aldaz y Giménez pusieron en funcionamiento ZP1 y, en 1930, los señores Isern y Saccarello inauguraron ZP4 Radio Continental.

A principios de la Guerra del Chaco, ante la necesidad de una emisora más potente, la firma Artaza Hermanos inauguró ZP9 Radio Prieto, que incluyó en sus programaciones informaciones relacionadas con la guerra.

En la posguerra aparecieron varias emisoras de carácter privado: ZP13 La Voz del Aire, de Fulvio Picossi; la radio del padre Lavorel (Cáritas), ZP6 Radio Livieres, etc. En el interior, las primeras ciudades que contaron con radioemisoras fueron Villarrica, Encarnación y Concepción.

Un hermano de Barrios

Escritor, poeta, dramaturgo y compositor, Francisco Martín Barrios Ferreira nació en San Juan Bautista, Misiones, el 10 de noviembre de 1892. Fue hermano menor del guitarrista Agustín Pío Barrios.

Sus estudios primarios los realizó en su ciudad natal y los prosiguió en el Colegio Nacional de la Capital, destacándose desde muy joven como escritor.

A los 22 estrenó sus primeras piezas teatrales, siendo uno de los pioneros del teatro en guaraní. En 1923 acompañó a su hermano Agustín a una gira recorriendo gran parte del país y, posteriormente, al exterior.

Paralelamente, se dio a conocer como un consumado escritor guaraní. Acerca de él, cuenta Darío Gómez Serrato, “fue un dramático en su estilo, su vida y su muerte. Un mal día vino llegando de la Argentina con una artista (María Elena Talavera). Se ubicaron por el barrio Tacumbú. Estirando los días sin aparentes problemas. Barrios, siempre bohemio, y la mujer, dada a la aventura y los arrumacos.

“Una siesta, el 22 de setiembre de 1939, llegó Barrios a su casa y encontró a un ‘gavilán’ ocupando su lugar junto con su mujer. Desenvainó su puñal ya en la pieza. El intruso voló por la ventana; la mujer, atrás, pero a esta Barrios alcanzó, propinándole una puñalada en la espalda. Cayó en un charco de sangre y, creyéndola muerta, Barrios se clavó en el corazón. Francisco Martín Barrios murió, pero la mujer se salvó”.

Así acabó su vida aquel “vagabundo enamorado del drama”. Fue autor de Las siete cabrillas y Che kuairu resa. Algunas de sus obras teatrales son Mborayhu ha tesay, Caacupé, Los amantes de un vigilante, Mariscal López, Sinforosa y Karai Octubre.

Truco y envido

En 1947 se creó en el club Centenario un pintoresco Instituto Internacional de Trucos y Juegos Afines. Esta original “institución” estuvo regida por un reglamento de 84 artículos, cuya redacción se hizo teniendo como base el reglamento del Country Club de Buenos Aires y estuvo firmado por tres misteriosos personajes: Michelin, Yvy’ya y Tacurú.

La primera chimenea

La primera chimenea para calefacción fue colocada en la propiedad del Gobierno que servía de alojamiento a los técnicos ingleses contratados y era conocida como Machaín-cué, ubicada –antes de su demolición en 1902– frente al edificio de La Industrial Paraguaya, en las cercanías del puerto.

El diseño de esa chimenea y otras construidas posteriormente en otras residencias asunceñas estuvo a cargo del ingeniero en jefe William Whitehead.

surucua@abc.com.py

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