Periodista y soldado

La memoria frágil muchas veces nos lleva a imperdonables olvidos. Tal el caso del septuagésimo aniversario del fallecimiento de un gran paraguayo, escritor de prosa elegante, luchador incansable en pos de sus ideales y soldado aguerrido en el campo de batalla. Nos referimos al general Eugenio Alejandrino Garay, cuyo paso a la eternidad ocurrió un 17 de abril de 1937.

Cargando...

Un somero repaso de la vida de don Eugenio Alejandrino Garay Argaña nos lleva a recordar que fue hijo de hijo de don Vicente Garay y doña Constancia Argaña, y que había nacido en Asunción el 16 de noviembre de 1874. Huérfano de padre, su familia se radicó en Pirayú, donde, al igual que sus hermanos Blas Manuel y Juan Jorge, vivió su niñez y realizó sus primeros estudios. Junto con su hermano Blas Manuel Garay Argaña, el célebre Blas Garay, se trasladó a la capital e ingresó en el Colegio Nacional.

El soldado

Inclinado hacia la profesión militar, fue becado a seguir estudios en la Escuela Militar de Chile, donde se recibió como mejor egresado de su promoción. Esta circunstancia le llevó a ser adjudicado con el derecho a elegir la unidad militar en la cual proseguir su formación. De esa manera ingresó en el regimiento I de Infantería “Buín”, la unidad militar de mayor prestigio en la nación trasandina, donde alcanzó el grado de teniente 1º el 11 de noviembre de 1900. De regreso al país fue incorporado al Ejército nacional con el grado de capitán el 5 de julio de 1902..

Eran años tumultuosos de constantes luchas fratricidas. En ese ambiente, Garay se vio involucrado los trágicos episodios de entonces, como el caso de la batalla naval de Pilar, durante la revolución de 1904, de la que sobrevivió gravemente herido, mientras comandaba el buque gubernista “Villa Rica”, apresado por los revolucionarios del mítico vapor “Pombero” o “Sajonia”.

Fue ascendido a mayor, pero el pacto del Pilcomayo que acabó con la revuelta estipulaba la disolución del Ejército y Garay fue radiado del escalafón militar.

Entre el periodismo y la diplomacia

Retirado de la milicia, don Eugenio cambió las armas por la pluma y siguió batallando, esta vez por sus ideales. “Por coincidencia rara -dice un biógrafo- manejaba la pluma tan bien como la espada. Era adversario de cuidado y se vio apartado de la brega interna por el puente de una plenipotencia”. Efectivamente, en septiembre de 1908 se trasladó a Europa como representante diplomático ante varios gobiernos. Esos años los aprovechó cultivando su intelecto. Regresó al país en 1911 y colaboró con el gobierno liberal de Gondra en un alto cargo del Ministerio de Guerra y Marina. Como periodista fundó Los Sucesos y colaboró en la redacción de otras hojas como Patria, La Opinión, El País, El Diario, El Liberal, etc.

En los agitados días de 1911 y 1912, fue reincorporado al Ejército, actuando en filas gubernistas y cuando presionado por las circunstancias renuncia el presidente de turno (a Gondra había sucedido Jara, luego Rojas, y un efímero triunvirato), Garay, desde el estamento militar, impone la candidatura de un colorado, el doctor Pedro P. Peña, cuyo gobierno dura exactamente 22 días y tuvo a Garay como ministro de Guerra y Marina.

Nuevamente radiado del Ejército y exiliado, a su regreso se dedicó de lleno al periodismo, fundando El Colorado. Poco después nuevamente le tocó ejercer cargos diplomáticos, esta vez en Bolivia y, de regreso al país, se dedicó a actividades privadas.

El héroe

Cuando los negros nubarrones de la guerra se cernieron sobre el país en 1928, Garay no fue convocado para la defensa nacional por haber sobrepasado la edad reglamentaria, pero al inicio de las hostilidades con Bolivia en 1932, el viejo soldado fue uno de los primeros en reclamar su puesto en defensa del territorio disputado. El 25 de febrero de 1933 fue nombrado comandante del regimiento de Infantería Nº 16, a cuya organización se abocó con ahínco. Un mes después ya estaba combatiendo en el frente, con resonantes victorias en Pozo Valencia y en la batalla del fortín Arce.

A estas batallas siguieron otras, como la de Pampa Grande donde personalmente exigió la rendición del comandante enemigo, Campo Vía, Campo Jurado, etc. En 1934, por desavenencias con la superioridad, pidió su relevo y volvió a Asunción, pero poco después, a raíz de la derrota paraguaya en Cañada Strongest, se reincorporó a pedido del presidente Ayala, haciéndose cargo de la VIII División de Infantería, a cuyo frente le cupo realizar las célebres acciones de El Carmen y Yrendagué, victorias de vital importancia para el triunfo paraguayo en el Chaco. De regreso a la vida civil, nuevamente se dedicó a una de sus grandes pasiones, el periodismo. En ese sentido, a pocos días de la celebración del Día del Periodista, podemos afirmar que en Eugenio Alejandrino Garay, el periodismo paraguayo tiene a una de sus más relevantes figuras.

VIEJO LINAJE

El apellido Garay es de origen vasco y quiere decir alto u hórreo. Uno de los antiguos ascendientes de ese es don Juan de Garay, fundador de Buenos Aires, el 11 de junio de 1580, al frente de españoles e hijos de esta tierra. El linaje Garay (los Garay de Orduña
o de Villalba de Losa) proviene, según unos autores, de la casa de Marquina en Vizcaya. Sin embargo, otros reconocidos genealogistas sostienen que el escudo de Juan de Garay, es decir de gules con león rampante en oro con bandera de plata, los emparientan con los Garay de Tudela.

Los Garay en esa ciudad del sur de Navarra son citados en el siglo XIII muy anteriores a los otros linajes Garay diseminados por Vizcaya, Guipúzcoa y Álava, y son reconocidos por los reyes de Navarra y Aragón Jaime I el Conquistador y Alfonso X de Castilla con distintas mercedes, como posesiones en la ciudad de Lorca, por haber ayudado en hechos de guerra. El tener igual escudo tendería a emparentar a Juan de Garay con un remoto origen navarro.

Según los estudiosos, don Juan de Garay era de sangre noble. Eso lo atestigua el propio adelantado Juan Ortiz de Zárate, quien en el nombramiento lo denomina hidalgo vizcaíno. Cabe aclarar que los nobles no son los que tienen título sino que anteceden a la creación de título y por el derecho nobiliario español todos los vizcaínos eran nobles. Al respecto podemos decir que los vizcaínos estaban muy alfabetizados y eran preferidos en los oficios de secretario, incluso de los monarcas, a los cuales accedieron para que decretaran que por el hecho de ser vizcaínos, esto traía aparejado la condición de nobles. Más en el caso de Juan de Garay que reivindicaba para sí un escudo navarro.
Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...