Pintar de corazón

En su tiempo libre dejan a sus familias, las siestas o el descanso para unir sus manos a muchas otras, para llenar de colores las paredes del futuro pabellón de hematooncología pediátrica del Hospital Central del IPS. Se trata de Pintando de Corazón, una organización que, a través de tiernos dibujos, busca dar una luz de esperanza a los pequeños pacientes.

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Los pasillos huelen a pintura y desde lejos se puede percibir el movimiento: más de 20 personas, unas cruzando de un lado a otro, otras concentradas en cada trazo, buscando más colores y cuidando con esmero las terminaciones. Llevan semanas trabajando en el que será el nuevo pabellón de hematooncología pediátrica del Hospital Central del Instituto de Previsión Social (IPS). Su minucioso trabajo es voluntario y busca un mejor pasar para los pequeños.

“Sabemos que las necesidades en cuanto a la atención son muchas, pero creemos que un ambiente acogedor es un factor demasiado importante en el proceso de recuperación de los pequeños, así que trabajamos con nuestra mejor predisposición para hacerlo posible”, expresa Ingrid Elmiger (33), fundadora de la iniciativa Pintando de Corazón.

Todo empezó casi de casualidad hace tres años, mientras Ingrid, quien trabaja como decoradora de interiores, pintaba un mural en una casa. Llegó la suegra de su clienta, quien casualmente es médica, y, al ver su obra, le mencionó la historia de Dieguito, un pequeño paciente que le había dicho que “no sé qué me duele más, si ver las paredes de mi habitación tan feas o los pinchazos del suero”. La profesional preguntó cuánto costaría un trabajo similar para el nosocomio, y la respuesta que recibió fue “consigan la pintura y yo me encargo”.

Al entrar a la sala por primera vez, se encontró con un “lienzo” mucho más amplio del que esperaba; así que no dudó en pedir ayuda. Poco a poco, fueron uniéndose los voluntarios de todas las edades y van rotando en cada misión.

“Pintar, además del sentido estético, les sirve a los voluntarios como una manera de terapia contra el estrés, pero que sea con un fin benéfico es aún más motivador”, explicó Ingrid. La primera vez pintaron el pabellón que muy pronto se trasladará. Dieguito fue el primero en ver la obra terminada y la aprobó con una gran sonrisa que, pocas horas después, se apagó para siempre. “En ese momento nos sentimos desolados, pero entendimos que esa fue su misión. Él vio las obras terminadas y se fue en paz”, dice, aún muy emocionada.

Es por ello que Ingrid se siente comprometida con la causa e, incluso, llegó a pasar varias noches en el hospital para terminar sus obras a tiempo. Recibe tantas propuestas que, a veces, muy a su pesar, debe rechazar porque no le queda tiempo para su trabajo, que es independiente. “A mí me encantaría dedicarme exclusivamente a esto y que el proyecto llegue a todos los hospitales, que no haya más chicos en aburridas salas de internación, pero esto es aún difícil porque tengo que trabajar para mí y mi hijo”, señala. 

Igualmente, Ingrid hace el llamado a las personas que quieran colaborar con su tiempo y trabajo, ya que, muchas veces, la falta de voluntarios puede ser una de las principales trabas. 

El Dr. Héctor Castro, jefe de Servicios de Pediatría, comentó que tuvieron tanto éxito la primera vez que ahora se están preparando para trasladar a los niños a un ambiente mucho más acorde. La ambientación a cargo de Ingrid era una prioridad. Por ello, al menos una parte de los materiales necesarios fueron incluidos en el presupuesto, pero, como en ocasiones anteriores, gran parte del dinero que se necesita para las pinturas y pinceles viene de colectas realizadas por los propios médicos que entienden la importancia del estímulo visual que reciben los pequeños.

El pabellón contará con un área de hospital día que consta de enfermerías y una sala con cinco sillones para la quimioterapia de los pacientes ambulatorios. “Por aquí, en realidad, pasan más de cinco chicos por día, porque van rotando y así se cumplen de manera ininterrumpida sus tratamientos. Además hay salas para 18 pacientes internados que cumplirán con todas las exigencias, debido a la delicadeza que representan en cuanto a limpieza y protección ante virus, bacterias e infecciones. Tienen baños en cada sala, doble puerta, sala de estar para los familiares y acceso restringido. Todo para garantizar el bienestar de los pacientes”, señaló el Dr. Castro.

Además, el galeno mencionó que el ambiente que se creó en el pabellón de obras es muy bueno. “La adecuación del área se volvió una tarea en la que todos colaboran de una manera u otra. Ingrid llega con sus voluntarios y los familiares les invitan tereré o agarran los pinceles, los médicos pasan a saludar y entre ellos hacen las colectas para que no falte ningún material. A la par también están los obreros que continúan los trabajos de construcción. El ambiente que se creó es muy bueno, la tarea se hace en conjunto y el objetivo es común: darle una sonrisa y un mejor pasar a los pequeños durante el difícil momento por el que atraviesan”, finalizó.

mbareiro@abc.com.py

Fotos: ABC Color/Pedro González.

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