Quiindy ¡Las pelotas!

La ciudad de Quiindy, sin duda, es conocida por la fabricación de sus pelotas. Coloridas, se muestran a la vera del camino, a la pesca de satisfacer el sueño de algún niño o niña. Las hay de todos los tamaños y de todos los precios; para fútbol, futsal, vóleibol o hándbol.

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Imposible no distinguir cuando se llega a Quiindy. Cortinas de pelotas llaman la atención ni bien se traspasan los umbrales de esta ciudad, ubicada a 109 km de Asunción, en uno de los distritos del noveno departamento, Paraguarí.

Su población se dedica a la ganadería y a la producción agrícola. También al cultivo de caña dulce, algodón y mandioca. La cría de ganado vacuno, ovino, porcino y equino es otra de las ocupaciones. Pero, sin duda, es más famosa por la fabricación de pelotas, una de las ocupaciones más importantes y una de las principales actividades económicas.

Llegamos hasta esta ciudad por la Ruta I “Mariscal Francisco Solano López” y paramos en el negocio “Crisdor”, de don Cristóbal y doña Dora. De la mano de este matrimonio surge uno de los tantos negocios de Quiindy. Amablemente, don Cristóbal accedió a aclarar las curiosidades que rodean a la fabricación del vakapipopo.

Claro que antes comentó que su primera labor fue en una empresa privada, en la que conoció a Dora, quien más tarde sería su esposa y la responsable de toda esta iniciativa, ya que ella es oriunda de Quiindy. “Yo soy de Horqueta”, cuenta don Cristóbal. Allá, en su ciudad natal, su hermano poseía una talabartería, así que tenía conocimiento de trabajos sobre cuero y no le fue difícil dedicarse a este menester. “Comenzamos a vender insumos para pelotas, hasta que decidimos fabricarlas”, continúa relatando.

Vieron la materia prima y la calidad, a fin de ofrecer un producto de garantía. Así salieron las primeras pelotas de elaboración artesanal.

El negocio ofrece sus productos en todo el interior del país y en la capital. Otro microempresario que no se queda atrás es Alberto Ruiz Díaz. Si bien dice que las ventas no son muchas. Estas ayudan a sobrevivir. “Tenemos mucha competencia con las pelotas de origen chino y eso juega en contra nuestra. Debemos adecuar nuestra fabricación a lo que ofrece el mercado. Las pelotas de cuero puro solo las hacemos sobre pedido; las que ofertamos están hechas de símil cuero, pero son bien resistentes”, comenta.

De cara al futuro, don Cristóbal sueña con que sus productos lleguen a la Asociación Paraguaya de Fútbol. Por ahora, su proyecto más inmediato es ampliar la capacidad productiva. Mismo espíritu es el de Alberto Ruiz Díaz y de todos los lugareños que se dedican a este oficio. Mientras tanto, se abocan a dar trabajo a sus compueblanos. Aquí entra a tallar la labor de artesanos y artesanas, que con paciencia van cosiendo y dando forma a lo que más tarde será la alegría de chicos y grandes: la pelota.

Protegidos por un grueso cuero, van dando puntadas en el patio de sus casas e integrando a toda la familia. Modesto Patiño es uno de ellos, al igual que María Patrocinia Ojeda. La destreza de ambos es admirable. Ya llevan años en esta tarea. “Heta áñoma”, insiste María. “Che aimerei jave ajapóma kóa”, agrega Modesto.

Precisamente de esto se trata: de que toda la comunidad tenga trabajo y pueda subsistir de esta noble tarea. El presidente de la Asociación de Fabricantes de Pelotas de Cueros y Afines de Quiindy, Julio César Alfonso, así lo entiende. “Somos 22 fabricantes los que estamos agrupados, pero existen como 200 familias que se dedican a este rubro. Tenemos nuestro pequeño comercio en nuestras casas, desde donde tratamos de cumplir con todas las demandas. Justamente, con este fin creamos la Asociación, para que, cuando tengamos grandes volúmenes de pedidos, podamos cumplir con todos, con productos de calidad”, expresa.

En el 2012 fabricaron 3600 pelotas para la Secretaría Nacional de Deportes. “Esto fue un gran logro para todos los productores”, asegura Alfonso. Cuentan con el apoyo de la Municipalidad de Quiindy y la Gobernación de Paraguarí, a través de las cuales logran concretar pedidos importantes como el mencionado antes. “Estamos procurando conseguir soporte del Estado”, cuenta el titular de la Asociación. Por de pronto, el Presidente de la República, en un reciente viaje al interior, prometió hablar con el ministro de Deportes, el extenista Víctor Manuel Pecci, para concretar acuerdos. “Estamos esperanzados. Ojalá se den las condiciones, porque cuando hay grandes encargos, toda la comunidad se beneficia. Todos de una u otra forma tienen quehaceres”, afirma Alfonso.

Es así. Los fabricantes son los que igualmente proveen a los pequeños comerciantes. Alberto Servián, desde hace 30 años vende frente a su casa. “Yo no soy fabricante, soy revendedor”, dice. “La venta no es mucha, depende de la temporada. Navidad y Año Nuevo, Día de los Reyes Magos, Día del Niño y en época de cosecha de algodón son las temporadas que más vendemos. Van a encontrar pelotas por toda la ruta. Se llena”, cuenta.

La materia prima la consiguen en Ciudad del Este, zona franca, como los cueros sintéticos. De Asunción: los hilos, forros, látex y otros componentes. “Trabajamos todo el año, vamos acumulando reservas para la época de grandes ventas o las grandes demandas”.

Y para orgullo de todos ellos, gracias a la confección de pelotas meten golazos a la corrupción. “En Quiindy estamos ganando por goleada a la delincuencia. No hay motochorros, ni drogadictos, somos gente sana y amable”, puntualiza Julio César Alfonso.

Esa hospitalidad y amabilidad tan características de nuestra gente también las pudimos sentir durante las horas de producción. Enzo Velázquez, un verdadero artista de las picaditas y habilidoso para mantener la pelota girando en un dedo, gentilmente hizo demostraciones de su talento para ABC Revista. Muy de cerca, su amigo y asistente de producción de la hora, Rafael Patiño, no se quedó atrás con las esferas para las fotos. En fin. Las competencias entre los más diestros del balón se suman a los entretenimientos que ofrece la ciudad. En estos eventos, niños y jóvenes se lucen con orgullo. Quiindy, o Ciudad de la Amistad y Perla del Ypoá como también es conocida, tiene su nombre inspirado en Ky’y˜ndy, palabra en guaraní que quiere decir “poblado de pimientos rojos”. Otros dicen que proviene del nombre de las luciérnagas que pueblan las noches de Quiindy. Sea cual fuere el origen, es digna de visitarla.

El pionero: Diego Paredes

Un nombre suena fuerte cuando se habla de los orígenes de la fabricación: es el de Diego Paredes. Tenía 18 años cuando comenzó a trabajar en una talabartería con un señor de apellido Meillique, quien años más tarde le legaría la matriz de una pelota con la que comienzó a abrirse camino en su ciudad natal. Le acompañaron en el negocio Alfredo Cuenca, Pastor Campuzano, Rafael Cuenca, Santos Britos, Tito Bracho y Sixto Sánchez. Siendo un señor con espíritu de superación, años más tarde se instaló en la capital, desde donde aumentó su fabricación sin descuidar lo que había comenzado en Quiindy. En el afán de mejorar su industria, llegó hasta el Brasil y lo hizo aumentando sus producciones en volumen y calidad, tanto que la marca Diepar fue elegida para la Copa del Mundo Paraguay 2003 en fútbol de salón, y obtuvo una plaqueta de reconocimiento por tal logro. “Fue la primera marca nacional en ganar una licitación”, cuenta con orgullo su hijo Cayo, quien tras el fallecimiento de su padre está al frente de la firma. En otro Mundial, en Mendoza, Argentina, también los juegos se disputaron con las pelotas Diepar. “Trabajamos con un equipo excelente y seguimos dando trabajo a más de 100 familias en la ciudad de Quiindy”, expresa Cayo.

Turismo

Si decide visitar la ciudad, el Parque Nacional Lago Ypoá es un lugar apto para la realización de safaris fotográficos o paseos. El lago Paranamí, con sus cristalinas aguas y sus playas, es una alternativa atractiva. Muy cerca del casco urbano hay varios balnearios. Entre ellos se encuentran: El Bosque y El Soñador. La antigua iglesia, construida en la época de las reducciones franciscanas, en el siglo XVI, es otro lugar para visitar. Está, además ,el cerro Quiindy, que se encuentra a 7 km aproximadamente en línea recta al este del casco urbano. Su pico es de 331 metros sobre el nivel del mar.

Costos acordes a la calidad del producto. Las esferas para pasatiempo se consiguen a partir de G. 15.000, aunque las que más se compran son las de la línea intermedia, que rondan los G. 80.000. Después están las de categoría premium, que sobrepasan los G. 100.000 y llegan hasta los G. 130.000. Hay para todos los gustos.

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