Producción agropecuaria sostenible

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Por su importancia social, económica e incluso política, el rol del pequeño productor rural y su familia, incluyendo a las parcialidades nativas, englobado en muchos documentos y reuniones internacionales con la expresión agricultura familiar, debería adquirir cada vez mayor importancia. Esto por el número significativo de estos productores, que generan alimentos agropecuarios para sí mismos y los consumidores locales y del exterior. (Ing. Agr. Fernando Díaz Shenker)*

UNA PARTE DE LA REALIDAD
Hay que tener en cuenta que la agricultura y ganaderías intensivas, más la industrialización de sus productos, no necesariamente son sinónimo de mayor empleabilidad (rural e industrial); de una mejor calidad de vida rural y de un arraigo sobre todo de los jóvenes en este medio. Ejemplos concretos podrán observarse entre muchos pequeños agricultores y comunidades rurales que no cuentan todavía con la suficiente infraestructura y tecnologías de la información y comunicación (TIC) consideradas herramienta clave en la reciente cumbre de Río + 20, en Brasil. Una de las consecuencias más notorias de este escenario es la creciente dependencia de los mercados externos y de los precios internacionales, que provocan una volatilidad en los precios, deterioran los medios rurales de vida y ponen en riesgos la seguridad alimentaria. Esto también lo ha señalado la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), en el Informe del 2009, (citado por la Sociedad Mundial de Protección Animal, WSPA), al señalar que el incremento internacional de los precios durante el período 2006-2008 fue uno de los factores que contribuyó al aumento de 100 millones de nuevos pobres en el mundo.
A nivel país, la Cámara Paraguaya de Procesadores y Exportadores de Oleaginosas y cereales (Cappro) dio a conocer las proyecciones de las zafras de soja, maíz, trigo, girasol y canola del 2012, con base en informaciones proveídas por los socios,

que representan más del 97 % de los 1,7 millones de toneladas de soja, girasol y canola que se procesan en todo el país. Si se sigue el enfoque del presente artículo, cabrían las siguientes preguntas: ¿Qué proporción de este volumen en toneladas se destina al mercado interno; al consumo humano y de los animales mayores y menores? ¿Qué cantidad de pequeños productores y sus asociaciones forman parte de estas cadenas de competitividad agrícolas?

LA PRODUCCIÓN SOSTENIBLE
No existen las soluciones únicas o mágicas, pero sí existen opciones de producción que sí pueden mejorar los resultados productivos en cada país con inclusión de los pequeños

agricultores en las diferentes cadenas de competitividad. Ello requiere, en primer término, del esfuerzo de los productores; de las empresas agropecuarias y de las instancias gubernamentales directamente involucradas con el quehacer agropecuario y forestal. Un aspecto estratégico se refiere a la importancia de formar y capacitar debidamente a los pequeños agricultores y miembros de su familia, combinando prácticas de cultivos agrícolas y producción pecuaria innovadoras (por ejemplo, la biotecnología en el cultivo de algodón; la mecanización compartida) con otras tradicionales; haciendo un mejor uso de los recursos naturales e insumos locales (no traídos o comprados de otros lugares); con la agroforestería y prácticas de conservación de suelos, cultivo de abonos verdes, por ejemplo; elevando la productividad y calidad por hectárea; asegurando las condiciones de comercialización de productos y subproductos inocuos a precios competitivos; y promoviendo la educación y arraigo rural de los jóvenes. Es posible que una efectiva aplicación de este enfoque integral y sostenible de producción ayude a reducir la pobreza y mejore la seguridad y calidad alimentaria de la población rural, sobre todo familiar; a la vez que facilite la disponibilidad de alimentos agropecuarios de origen nacional para los hogares del país, durante todo el año.

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CONCLUSIÓN
Existen instituciones, organizaciones no gubernamentales, agremiaciones y empresas vinculadas al sector rural que cuentan con suficientes profesionales, recursos y experiencia como para diseñar y difundir políticas, proyectos y programas agropecuarios, que tengan como eje estratégico al pequeño productor y su familia. Es oportuno adoptar medidas que favorezcan la transferencia de conocimientos y prácticas agronómicas accesibles, sostenibles e innovadoras; el acceso a la tierra, al
crédito racional y a los mercados que apunten a la rentabilidad de las pequeñas unidades productivas, mejorando la competitividad de las mismas y, con ello, la imagen-país, en el contexto de la globalización de los mercados.

(*) Especialista en Comunicación Rural