Brillo y resplandor

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La consigna es: ¡a brillar! En esta etapa del año no hay límite para el resplandor; no se restringe el uso de lentejuelas, purpurina y otros fulgores en los adornos del hogar. En combinación con pequeñas lucecitas rítmicamente centelleantes, las velas naturales y artificiales son un punto obligado de la deco de fin de año. La Sagrada Familia ocupa una mesa de apoyo en la sala.

Una opción válida para la puerta de entrada es una guirnalda –no típicamente circular sino más bien alargada–, en los colores clásicos de temporada: verde, rojo y dorado. Una vez dentro de la residencia es importante un gran árbol recargado de adornos adecuados para la ocasión. En esta versión se utilizaron varios pequeños arlequines en oro y escarlata; tirabuzones en lentejuelas doradas visten también al árbol, en combinación con enormes estrellas federales y gruesas cintas del mismo tono. No faltan las esferas y el toque especial lo dan las diminutas luces que envuelven a este gran símbolo. El árbol está ubicado sobre una tarima, la cual aporta la altura adecuada; está vestida con telas doradas y alberga a velas, renos y paquetes de regalos luminosos.

Los personajes están sobre la mesa, en el cristalero, acompañando a los almohadones en el sofá o donde haga falta un tierno saludo del Polo Norte. El espíritu de fiesta abarca los servilleteros y las servilletas en ellos.

Los motivos florales en rojo quedan perfectos para embellecer recodos creados para inspirar y alegrar; aquí en combinación con flores blancas y velas, sugerencia que se repite en la mesa vestida para dos. Se incluyeron individuales y copas a tono. La deco es una sugerencia de la arquitecta Paola Baum.

alba.acosta@abc.com.py 

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