La sociedad global, de Noam Chomsky y Heinz Dieterich

Noam Chomsky está considerado por el New York Times Book Review como uno de los más importantes intelectuales del planeta.

Cargando...

Él ha pasado de la lingüística al campo del pensamiento social y político para ofrecernos su lucidez intelectual, a fin de esclarecer lo que muchas veces queda confuso cuando escudriñamos en las encrucijadas fogosas que diseña la realidad mundial.El escritor Jean Claude Guillebaud, investigador del malestar contemporáneo, había expresado en su consagrado libro La traición de la Ilustración que no es fácil razonar sobre nuestros días, pues desde el 9 de noviembre de 1989 (fecha en que se produjo la primera brecha para la caída del muro de Berlín) se creyó que los valores compatibles y de convicciones comunes, emergían para ser compartidos por los hombres. Se confió entonces en el júbilo democrático que manaba inapelablemente sobre los humos del derrumbe. Esto presagiaba un mundo de reconciliación. Sin embargo, como el mismo autor nos indica: La alegría fue breve, pues mezclados ante las promesas del momento, los tentáculos de viejas antipatías no se hicieron esperar. Ulteriormente, el tiempo señaló lo que no logró cloroformizar: barricadas, acciones bélicas y violencias ilimitadas. Guillebaud revela: "A la utopía de la uniformidad respondía –en todas partes– el fetichismo de la indiferencia".   
  
Sorprendentemente, la humanidad fue avanzando de manera extraña, titubeando hacia un porvenir desconocido donde el futuro deja de ser un destino acertado. De ahí en más, el avance se cristianizó como una fábula sospechosa en manos de intelectuales y gobernantes que oficiaron como profetas de la desdicha. Es cierto, pasó la maquinación del terror manejado por los amos rivales (el Este y el Oeste). Concluido el orden tiránico de las dos superpotencias, campeó el desorden para minar las fragilidades democráticas y exhibir grotescamente un presente atiborrado de desencantos. En estas circunstancias la carencia estimula estragos y la inseguridad es un Moloch transitando las calles, especialmente de los países de menor desarrollo. Se ha comprobado que el incremento de la fortuna sobre el que se ha instaurado el adelanto humano para robustecer los sistemas democráticos después de la guerra mundial, ya no garantiza la paz social. Salta a la vista que los parches y regateos de una política excluyente ahondan fatalmente el desatino. Se trata de lo que Laurent Joffrin denomina: "regresiones inigualitarias", que tienen mucho que ver con las crueldades existentes que empujan a los seres humanos a vagar y mendigar por las calles como muestra de lo mal constituida que está la democracia en nuestros días. Sobre este punto, precisamente, en La sociedad global, Noam Chomsky (con la colaboración de Heinz Dieterich) explora meticulosamente para desnudar los males de nuestro tiempo, penetrando en el fastidio creciente que castiga a los países pobres. La sociedad global es un libro que nos acerca a las fallas del sistema capitalista para conducirnos, gracias al despliegue teórico, hacia una mejor comprensión del mundo que compartimos. En ese contexto, Chomsky examina el célebre "Nuevo orden mundial" que forma parte de la política norteamericana, sin soslayar agudas referencias sobre el fin de la Guerra Fría y la implicancia de las políticas dominantes en los países de la periferia. En otro espléndido pasaje Noam Chomsky toca la desconstrucción del mito llamado "Libre mercado" y luego apunta hacia ciertas facetas que irrumpen desde la reestructuración del sistema capitalista.   

Dieterich, por su parte, utiliza frondosa estadística y expone la dimensión del fenómeno de la globalización en la vida social. Llamativamente, el proceso de maduración del capitalismo y las transformaciones emergentes del sistema se aproximan a las ideas primigenias de Marx y Engels, quienes en La ideología alemana y luego en  El manifiesto comunista", ya afirmaban lo que sigue: "Espoleada por la necesidad de dar cada día mayor salida a sus productos, la burguesía recorre el mundo entero (…) Mediante la explotación del mercado mundial, la burguesía dio un carácter cosmopolita a la producción y al consumo de todos los países (…) Las antiguas industrias nacionales han sido destruidas y están destruyéndose continuamente. Son suplantadas por industrias que ya no emplean materias primas indígenas, sino materias primas venidas de las más lejanas regiones del mundo y cuyos productos no sólo se consumen en el propio país, sino en todas las partes del globo" (…). La burguesía obliga a todas las naciones, si no quieren sucumbir, a adoptar el modo burgués de producción, las constriñe a introducir la llamada civilización, es decir, a hacerse burgueses. En una palabra: se forja un mundo a su imagen y semejanza". No olvidemos que Lenin, entre las ideas que ostentaba sobre el capitalismo en el siglo XX, había localizado el advenimiento de los monopolios y la práctica de la desaparición de la competencia, que fue interpretada como el tránsito hacia una fase superior del capitalismo, era como afirmar que la globalización vendría a constituir la nueva fase superior más evolucionada del imperialismo económico. Por otra parte, los economistas ortodoxos se refieren a la globalización como un fenómeno de igualación de los beneficios y de las oportunidades mediante las posibilidades tecnológicas disponibles. Inversamente, se ha visto que en el proceso globalizador las masas trabajadoras son arrojadas masivamente a las calles. Paralelamente, las naciones de menor desarrollo, entre ellos los países de América del Sur y Centroamérica, se someten al capital foráneo a través de la deuda externa y la explotación laboral. En ese sentido, La sociedad global ensancha apreciables nociones para el análisis sobre lo que ocurre. El conocimiento de Chomsky es dilatado, sus vigorosos conceptos se trasladan desde la lingüística, la filosofía, la antropología, la psicología la sociología, la ética, la economía, y las ciencias políticas, contrariamente a la evasión intelectual de ciertos teóricos posmodernos que poco aportan para el conocimiento universal.   

Para quienes tienen corta memoria no estaría de más recordar que si bien la propaganda neoliberal exaltaba las experiencias de Chile y México, ambos países dejaron sus etiquetas sin el éxito pronosticado, no se privatizaron en la dimensión requerida las empresas públicas, el gasto público creció y se establecieron regulaciones ante el capital financiero, lo que ayudó a enfrentar a Chile el devastador efecto tequila. México, por su parte, con Carlos Salinas de Gortari y el PRI, estaba derrumbado ante el colapso en diciembre de 1994. Sin lugar a dudas, no fueron buenos ejemplos del neoliberalismo acaudalado. También en La sociedad global, Noam Chomsky abre un panorama interesante al referirse a la crisis del welfare state. Según Chomsky "la ideología del libre mercado implica protección estatal y subsidio público para los ricos, disciplina de mercado para los pobres".   

Los problemas sociales y económicos de nuestro tiempo conducen necesariamente a grandes interrogantes, es el desafío de las naciones latinoamericanas a las que Chomsky y Dieterich aportan ideas y sugerencias y enfoques metodológicos de entrañable valor. En el magnífico prólogo del libro, Atilio A. Borón expresa: "De qué vale un presupuesto fiscal equilibrado, una inflación cero, un superávit de la balanza comercial si las sociedades latinoamericanas se derrumban, si la miseria prolifera en las ciudades y campos, si cada día hay más niños que crecen en las calles, si los desocupados son una legión cada vez más numerosa, si el empleo se precariza y los salarios no alcanzan, si la criminalidad nos abruma y si la sociedad se escinde en un polo que se desvive por ostentar su opulencia y otro que no puede ya más ocultar su indigencia. Chomsky revela con claridad meridiana los alcances de esta verdadera eutanasia de los pobres que alientan los programas neoliberales". De lo que uno puede estar seguro es realmente que ningún demócrata verdadero y mucho menos un progresista puede convalidar las barbaridades del sistema neoliberal. La decadencia de las instituciones democráticas y la pérdida de sus valores éticos, son incompatibles con la verdadera democracia que pregona los valores esenciales de la dignidad humana. Es lo que Chomsky y Dieterich tratan de desentrañar en La sociedad global, magnífica obra de la colección editorial política.
Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...