Derechos vitales

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Theodore Stimson (*)
Theodore Stimson (*)

El Vizconde de Río Branco declaró al ministro plenipotenciario del Paraguay, Jaime Sosa, “traidor de la patria”, porque este aceptó ceder el territorio entre el río Pilcomayo y el Verde a la Argentina, en las negociaciones llevadas adelante en Río de Janeiro con el canciller Carlos Tejedor, en 1875. El Vizconde pidió la destitución y extradición de Sosa al Paraguay.

Por Decreto del 17 de junio de 1875 el presidente Juan Bautista Gill desaprobó el Tratado negociado por Sosa, considerando que “a la vez de haberse separado el plenipotenciario paraguayo de sus instrucciones, llegando al punto de contrariarlas, se desconocen y se perjudican, no ya los intereses que la dignidad y el buen deseo de arribar a un arreglo le habían permitido a la República sacrificar, sino también sus derechos vitales”. El territorio en cuestión fue posteriormente adjudicado al Paraguay en el laudo arbitral del presidente de los EE.UU., Rutherford Hayes.

En 1962, el Brasil afirmó la pertenencia exclusiva de los Saltos del Guairá a objeto de su aprovechamiento unilateral, sin participación del Paraguay. La diplomacia paraguaya protestó y quedó planteado un diferendo diplomático, jurídico, y militar respecto a lo definido entre las partes en los papeles y en el terreno en consecuencia del Tratado de Límites de 1872.

En una colección de ensayos publicados en 1964, el historiador Efraím Cardozo refutó la tesis brasileña. A partir de la defensa de la soberanía paraguaya de los Saltos, planteó como solución un aprovechamiento igualitario; un razonable equilibrio entre las consideraciones históricas, jurídicas, y económicas. El Acta Final de Foz de Yguazú de 1966 refleja el espíritu de los escritos de Cardozo.

La Escola Superior de Guerra (ESG) del Brasil, organizada por el general Golbery do Couto e Silva en 1949, coordinaba elementos militares, empresariales, e industriales como ejes de seguridad regional. (En 1965, el general Couto e Silva fue enviado por el presidente Humberto Castelo Branco al Paraguay para conversar con el general Alfredo Stroessner, para encontrar una “solución digna y decorosa” al conflicto de límites de los Saltos del Guairá).

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Dean Rusk, secretario de Estado de los presidentes Kennedy y Johnson, fue formado en el Departamento de Estado y en la Fundación Rockefeller. Esta fundación auspiciaba desde 1913 programas de combate a la malaria y fiebre amarilla, y de asistencia a la agricultura familiar campesina para Latinoamérica. El embajador de los EE.UU en Brasil, Lincoln Gordon, fue uno de los organizadores del programa de Alianza para el Progreso del presidente Kennedy.

En 1965, el gobierno paraguayo celebraba la Resolución Selden, por la que la Cámara de Representantes del Congreso de EE.UU. autorizaba la intervención de tropas en territorio paraguayo ante una amenaza directa o indirecta del comunismo internacional. El mismo año, tropas paraguayas fueron enviadas a República Dominicana como parte de las Fuerza Interamericana de Paz (FTP), comandadas por el general brasileño Hugo Panasco Alvin.

La política de alineamiento de Brasil a Estados Unidos fue definida por el canciller Juracy Magalhaes (negociador del Acta de 1966), en los siguientes términos: “lo que es bueno para los Estados Unidos también lo es para Brasil”. Las relaciones bilaterales entre EE.UU. y Paraguay alcanzaron “un nivel tan alto de cooperación y de apoyo incondicional como durante la administración Johnson” (Mora y Cooney). En ese contexto geopolítico, el gobierno de Stroessner solicitó ayuda a Dean Rusk en el diferendo fronterizo con el Brasil, y los oficios de Rusk contribuyeron al retiro de las tropas brasileñas de puerto Renato, y a la celebración del Acta Final de Foz de Yguazú.

La coerción del Brasil, visible con la presencia de tropas en la frontera, estuvo también en el lenguaje diplomático. Malgahaes recordó: El “canciller paraguayo llegó a insinuar en nombre de un supuesto derecho histórico, que nuestro tratado tenía que ser revisado. En esa hora observé, con la máxima calma, que un tratado entre dos países solo podría ser revisado por otro tratado. O por una guerra. Y como Brasil no estaba dispuesto a aceptar un nuevo tratado, le pregunté si Paraguay se consideraba en condiciones de promover una guerra. Visiblemente sorprendido y asustado, el canciller paraguayo me preguntó si yo le estaba haciendo una amenaza, a lo que respondí diciendo que apenas pretendía traer nuestra discusión a una base más realista”.

Para el año 1973 la política de alineamiento automático del Brasil a los EE.UU. fue reemplazada por la Diplomacia del Interés Nacional” (DIN) del presidente Emilio Garrastazú Medici, en consonancia con el programa “Brasil Potencia”. La alianza entre la potencia del norte y la subpotencia regional se mantuvo pero con un alineamiento cualificado.

La política exterior de Nixon y Kissinger quedó absorbida por la guerra de Vietnam. La política de seguridad del Brasil, diseñada por Couto e Silva, indicaba evitar el cerco ideológico. La iniciativa y conducción en asuntos de seguridad hemisférica la asumió Brasil, y en 1971 promovió el golpe de Estado contra el general Torres de Bolivia (izquierdista), preparó el Plan Treinta Horas para ocupar Uruguay si el Frente Amplio triunfaba en las elecciones de 1971, y participó activa y decisivamente en la destitución de Salvador Allende en 1973.

En 1971 Nixon solicitó a Garrastazú Medici abrir un canal de comunicación directo, fuera de los canales diplomáticos, para cualquier cosa que necesite Brasil. La coordinación quedaba a cargo de Kissinger y Gibson Barboza (negociador del Tratado de 1973). Un informe de inteligencia norteamericana de 1971, “Nuevo Curso en Brasil”, afirmaba que Brasil tendrá un rol más importante en asuntos hemisféricos y estará llenando cualquier vacío dejado por los EE.UU.

En el Tratado de Itaipú en 1973, el relativo equilibrio entre poder y legitimidad conseguido por el Paraguay en el Acta Final de Foz de Yguazú en 1966 mediante esfuerzos intelectuales y diplomáticos, fue dejado de lado. El justo precio por la energía paraguaya, fue reemplazado por el esquema mercantilista de compensación por cesión de soberanía; riqueza perdida para el Paraguay de 75 billones de Dólares aproximadamente (Carter). Si el general Couto e Silva fuese paraguayo, lo habría calificado de traición a la patria.

(*) Abogado