Parte I
El 17 de setiembre pasado se publicó en la prensa sobre una nueva misión asignada al ejército brasileño, consistente en la realización de patrullajes permanentes en el lago de Itaipú, con el objetivo principal del combate al tráfico de drogas y armas, y al contrabando de cigarrillos, mencionando además la existencia de “centenas de puertos clandestinos en ambas márgenes, usadas por los contrabandistas y que el embalse de la usina binacional es una de las principales vías por donde pasan drogas, armas y cigarrillos”, por lo que estas operaciones ilegales “representan un peligro para la seguridad de la central hidroeléctrica”. Al acto de firma del convenio asistieron el comandante militar Sur, general de Ejército Valério Stumpf Trindade; comandante de la 5ª División del Ejército, general de División José Carlos Russo Assumpção Penteado; comandante de la XV Brigada de Infantería Mecanizada, general de Brigada Claudio Henrique da Silva Plácido; el director administrativo de Itaipú, contralmirante Paulo Roberto da Silva Xavier; el superintendente de Seguridad Corporativa de Itaipú, coronel Alfredo Santos Taranto, y otras autoridades. La unidad militar designada para la planificación operativa y la ejecución de las acciones de patrullaje a pie, fluvial y ostentoso motorizado en las áreas asignadas es la 15 Brigada Infantería Mecanizada.
Parte II
Si bien las coordinaciones entre el Ejército brasileño e Itaipú constituyen un requisito imprescindible para llevarse a cabo las tareas de seguridad asignadas, no se ha podido determinar si, asimismo, han tenido lugar las requeridas coordinaciones previas entre los Estados, dentro de lo que se conoce como Medidas de Fomento de la Confianza Mutua, por lo que se infiere que, o se lo hizo de manera muy confidencial o simplemente no se realizaron.
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El momento en que se implementa este acuerdo (al inicio del estudio de una supuesta revisión del Tratado de Itaipú) y algunos antecedentes, remotos y recientes, han generado mucha suspicacia en un vasto sector de la sociedad paraguaya, que mantiene aún en la memoria el vil y antipatriota intento de la firma del “acuerdo entreguista”, favorable, única y exclusivamente, a los intereses extracionales y, felizmente, desarticulado gracias a la resistencia popular.
Desafortunadamente, el argumento que justifica esta nueva misión (contrabando de cigarrillos) está dado por paraguayos: por delincuentes contrabandistas y por la incapacidad y desidia del gobierno nacional, así como por la corrupción y complicidad de los órganos de seguridad y control estatal.
Por la gran relevancia estratégica que Itaipú representa para el Brasil y el Paraguay, es imprescindible que ambos países le asignen, con sus respectivas fuerzas militares, la máxima seguridad posible. Sin embargo, no deja de ser preocupante la posibilidad que uno de los países retenga la exclusividad del control de la seguridad, con potencial ocupación física plena de las instalaciones, con las implicancias del caso, en momentos en que arrecia una campaña cuestionando la ineficacia operativa del ejército paraguayo ante los resultados negativos de la lucha contra el autodenominado Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), grupo criminal que, de acuerdo a informes publicados, recibe apoyo logístico y operacional del Primer Comando Capital (PCC), grupo también criminal y, coincidentemente, originario del país vecino y hermano.
Si bien la Armada paraguaya realiza algunas tareas de patrullaje en la parte paraguaya del lago de Itaipú, no se requiere profundizar en el análisis para percibir la gran asimetría que representa el patrullaje en una lancha pequeña por el sector paraguayo, con la maniobra de gran envergadura de una Brigada de Infantería Mecanizada, que implica el cumplimiento de una nueva misión del Ejército brasileño, que si bien se establece será cumplida en territorio brasileño, esa disposición sería irrelevante ante el surgimiento de una situación crítica de seguridad, sea real o aparente, como ya sucedió en la pasada crisis del marzo paraguayo, según palabras del entonces presidente brasileño, Fernando Enrique Cardozo, que transcribe en su Memoria.
Parte III
La historia, “maestra de la vida, testigo de los tiempos”, en la concepción ciceroniana, nos señala, como antecedente, que el tratado de Itaipú se inició con la invasión del ejército brasileño a territorio paraguayo y que el Brasil utiliza, sistemáticamente, la diplomacia de sus fuerzas armadas para ejercer presión en sus negociaciones con sus vecinos, lo que muchas veces requiere la previa ocupación de un territorio, en un proceso que va desarrollándose por fases.
En función a esta lógica, la firma del convenio entre el ejército brasileño e Itaipú, correspondería a la segunda fase de un plan de ocupación o militarización de la hidroeléctrica de Itaipú, que sigue a la fase inicial concretada con los nombramientos de militares de alto rango en los cargos más relevantes. De esta forma se nombró al almirante Bento Albuquerque como ministro de Minas y Energía; al general de Ejército Joaquín Silva e Luna como director general de Itaipú y vl Vicealmirante Anatalicio Risden Junior (exministro de Defensa) como director financiero ejecutivo de Itaipú. Estos nombramientos previos aseguraron las requeridas condiciones para la prosecución del plan, que tendrían un vigoroso sustento en una publicación titulada “Itaipú el centro de gravedad del Brasil”, interesante estudio realizado por Wesley Sá Teles Guerra, especialista en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Fundación Escuela de Sociología y Política de San Pablo y fundador del Núcleo de Estudios Multidisciplinarios de las Relaciones Internacionales (NEMRI), especialista en paradiplomacia y política europea del Centro de Estrategia e Inteligencia de las Relaciones Internacionales en San Pablo, quien al inicio de su publicación cita al general prusiano Carl Von Clausewitz y su dedicación al estudio de “la naturaleza de los conflictos y su desarrollo, así como las formas de finalizar los mismos”. Con la cita inicial en su estudio, Wesley Sá excluye cualquier otra interpretación que se le pudiera dar al término “centro de gravedad”.
Parte IV
En la Doctrina Conjunta para el Planeamiento de Campaña de los EE.UU., se define Centro de Gravedad a aquellas “características, capacidades o fuentes de poder desde las cuales una fuerza militar obtiene su libertad de acción, fuerza física o voluntad para pelear”. Se agrega que son “esos aspectos de la capacidad global del adversario que, teóricamente, si son atacados y neutralizados o destruidos, conducirán inevitablemente a la derrota del adversario o forzarán al oponente a abandonar sus objetivos o a cambiar de conducta”. En la Doctrina de Defensa Británica se indica que el éxito en el conflicto puede ser logrado identificando y controlando o destruyendo los Centros de Gravedad del enemigo y los define como “aquella característica, capacidad o ubicación desde la cual una fuerza militar, nación o alianza, obtiene su libertad de acción, su fuerza física o su voluntad de lucha”. En la Doctrina Marítima Británica se comienza por indicar que este concepto es ampliamente usado en la doctrina conjunta y agrega a la definición anteriormente indicada que existen centros de gravedad tanto en los niveles estratégicos como operacionales. Afirma que el éxito en estos niveles “se logra mediante la identificación y control o destrucción de los centros de gravedad del enemigo”. La Infantería de Marina de los EE.UU. define brevemente el concepto: “Las principales fuentes de fuerza moral o física, poder y resistencia”. Los centros de gravedad se protegen y defienden con fuerzas militares. Con la ocupación permanente del territorio para cumplir su nueva misión, se puede concluir que Itaipú está en poder del ejército brasileño. Con esto, el Brasil ha logrado un valioso objetivo estratégico de primera magnitud.
Esta situación que inicia un nuevo escenario en el ámbito de las relaciones internacionales y de la seguridad, que podría constituir un factor importante, hasta determinante, en las próximas negociaciones que el Paraguay tendrá con el país hermano sobre Itaipú, generó, como era de esperarse, un sinnúmero de interrogantes y consultas en la sociedad paraguaya, causando inquietud y desazón, sobre todo, en los compatriotas de la generación que vivió la época de la negociación y firma del Tratado de Itaipú, y que tuvo que soportar las acometidas impetuosas de un gobierno de talante imperial que se negaba a reconocer los derechos de un país y de un pueblo, por la única razón de su menor fortaleza.
Preocupa
No deja de ser preocupante la posibilidad de que uno de los países retenga la exclusividad del control de la seguridad, con potencial ocupación...
Fuerza
El Brasil utiliza, sistemáticamente, la diplomacia de sus fuerzas armadas para ejercer presión en sus negociaciones con sus vecinos.
Fase
...La firma del convenio entre el ejército brasileño e Itaipú correspondería a la segunda fase de un plan de ocupación o militarización...
Próxima publicación: Panorama geopolítico referencial