En promedio, la empresa Frutika paga un millón y medio de dólares al año en impuestos y más de un millón de dólares al Instituto de Previsión Social (IPS) entre aporte obrero y patronal, sin embargo, este aporte no se nota en los servicios públicos y las falencias en la protección social se notaron más profundamente durante la pandemia, según Cristina Kress, directora del Grupo Frutika, dedicado al rubro de bebidas y alimentos.
“No estamos ajenos a la situación del país respecto al coronavirus, ya que es algo que nos afecta a todos, y por esta zona tal vez más, porque simplemente no hay una estructura de salud, realmente es frustrante y triste esta situación. Lastimosamente no vemos reflejada nuestra inversión en el buen estado de los caminos, o en una mejor atención del centro de salud de la zona”, lamentó la empresaria.
Por lo expuesto, para Kress, cuyo grupo empresarial genera empleo directo para unas 700 personas y para unas 10.000 de forma indirecta, pagar el 10% de impuestos a la renta es mucho. “Aunque fui bastante criticada por esto, yo siempre dije que pagar 10% de impuestos a la renta es muchísimo para Paraguay, porque en este país no se obtiene ningún beneficio por ese aporte”, se reafirmó, al tiempo de aclarar que no pretende polemizar, pero la situación de desprotección quedó en evidencia con el actual contexto sanitario.
“No podemos negar que nos preocupa mucho ver que el aporte de la empresa al Estado no se ve, para darte algunos números, en salarios invertimos G. 17.000 millones anualmente en forma fija, también pagamos a pequeños productores que nos proveen de frutas unos G. 15.000 millones al año”, citó.
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Considera que si bien al inicio hubo un buen manejo de la pandemia, eso cambió muy pronto y aparecieron la escasez de medicamentos, los hospitales abarrotados y la falta de vacunas. “Nos quedamos totalmente como país, pudimos percibir cómo se manejaban los demás países, mientras en Paraguay quedamos totalmente en evidencia de nuestra realidad”, afirmó.
Educación solo de papeles
El abandono es tal que la empresa construyó una escuela y colegio para garantizar la educación de los niños y niñas que asisten de toda la región, según cuenta. “Estamos haciendo todo lo posible en esta región, trabajando con el colegio que abrimos, pagando de nuestro bolsillo entre 15.000 y 20.000 dólares mensualmente (…) queremos que aprendan a ser técnicos en mecatrónica o robótica, bachiller científico, es decir algo más técnico, práctico, de mucha utilidad para el trabajo de hoy y el futuro. Aquí es donde hago la recomendación a los lectores (risas), que comprando productos de Frutika, están ayudando a que los niños puedan ser el futuro del Paraguay”, comentó.
“Personalmente, una de las cosas que más me frustra es la educación, porque nosotros no podemos alimentar ningún tipo de esperanza a que esto mejore porque no se hace nada para que la educación mejore; los educadores, la infraestructura, la tecnología y más, nada de esto avanza. Aparentemente esto continuará por varias generaciones hasta que se haga algo, donde se invierta en educación, ahí sí es donde podremos decir que en 10 años tendremos una generación que sepa pensar de forma crítica, actualizada en el ámbito tecnológico, que cuestione, que tenga lógica y mucho más. Por lo pronto, no vemos una luz al final del túnel”, dijo.
Al IPS
Entre aporte obrero y patronal, la empresa llega a pagar al IPS casi G. 7.000 millones y en Kressburgo apenas hay un centro de salud casi sin insumos.
