Disminución de tarifas en Itaipú, ¿qué hacemos?

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PRODUCCIÓN BINACIONALES (GWH)
PRODUCCIÓN BINACIONALES (GWH)Archivo, ABC Color

El 26 de abril de 1973, hace más de 48 años, se firmaba el Tratado de Itaipú en el Palacio de la Meseta, en Brasilia. El 17 de mayo de 1974 se crea la Entidad Binacional Itaipú, una persona jurídica pública e internacional perteneciente a dos Estados soberanos, Paraguay y Brasil.

El inicio efectivo de las obras ocurrió en enero de 1975, mientras que el 14 de octubre de 1978 se habilitó el canal de desvío con la famosa explosión de las ataguías. El llenado del embalse ocurrió en el año 1982, mientras que la generación hidroeléctrica el 5 de mayo de 1984.

Sin embargo, en Paraguay todavía seguimos discutiendo sobre el sexo de los ángeles y otras nimiedades del Tratado; las mismas nos hacen perder tiempo, energías y dinero. El estatismo medieval que nos rige hace más de siete décadas, disfrazado hoy en día del “progresismo” no pasa de un disfraz de la economía centralizada. El estatismo, el clientelismo, el prebendarismo y la corrupción son hermanos siameses. Ninguno puede vivir sin los otros. Estas formas de vida simbiótica o parasitarias están cautivas de las recetas keinesianas, pero renovadas en las dictaduras. Últimamente se han ensañado contra el pueblo, copando todos los poderes y las instituciones del Estado.

¿Cómo será el escenario político en el 2023? El pronóstico no está fácil. La pandemia hizo un corte histórico en las economías de la región y del mundo. Aunque hubo una mortandad importante a nivel global, la naturaleza tiene una extraña virtud de reparar los males.

En Paraguay, país que gusta avanzar contra natura, la mediocridad energética y la corrupción convirtieron la infraestructura eléctrica en un enmarañado cablerío obsoleto. Tiene un atraso de por lo menos 30 años y una pérdida aproximada de 300 millones de dólares/año. La industrialización tan soñada por su alta capacidad de generar empleos reales, dio lugar a un crecimiento vegetativo.

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Los tornos, las fresadoras y otras maquinarias de las cadenas productivas cedieron ante los splits, los electrodomésticos de alto consumo y baja calidad; éstos se encargan de elevar un 20% al año la carga de la ANDE. Para que tengan una idea aproximada; en el año 2020 la “energía no factura”, un eufemismo para las pérdidas, alcanzó 4.300 GWh. ¡Una enormidad si lo comparamos a todo el consumo de Clyfsa de 80 GWh, o de todas las colonias menonitas, es decir 200 GWh, para el mismo año!

El año 2023 es doblemente importante por los motivos a saber: Vence el plazo para la revisión del Anexo C del Tratado de Itaipú y tenemos elección presidencial y legislativa. Extraña y peligrosa coincidencia. ¿Qué nos dicta la razón? Pues en los países con una mínima ética política se dejaría la revisión del Tratado al gobierno emergente. Pero acá nada obedece a los postulados principistas y morales, sino al oportunismo excluyente y continuista.

Hace unos días se ha viralizado en las redes sociales y la prensa, la posición oficial del PLRA en cuanto a las negociaciones para el 2023. En lo particular, la reducción de tarifas para setiembre del 2022, a raíz de la extinción de uno de los componentes principales de la tarifa, la deuda, ha originado diferentes posiciones. Algunas de ellas como la del ex director general de Itaipú, Carlos Mateo Balmelli, el exsecretario ejecutivo de la Organización Latinoamericana de Energía (Olade), Victorio Oxilia y del abogado Jorge Gross Brown, causaron aún más alboroto. Estas posiciones tienden a mantener la tarifa mediante el “relleno” de ese vacío que dejará la deuda, es decir el 63% de los costos actuales.

¿Cómo puede darse eso? Uno de ellos (Oxilia) propone una nueva deuda para la creación de un “fondo” para el desarrollo energético, palabras más o menos. Los otros pretenden solamente el continuismo del estado actual, sin dar un argumento técnico ni político valedero.

La pregunta del millón: ¿Qué pasa cuando una persona, empresa o ente asume una deuda, y luego de un tiempo la cancela? ¿Alguien le puede obligar a asumir otra nueva deuda? Ni su empresa, ni su jefe, ni la entidad prestadora, ¡nadie! De lo contrario estarían incurriendo en una imposición, un atropello a su libertad individual, mejor dicho, a su propia independencia y soberanía como ser humano.

¿Qué hacemos? Y para ciertos analistas, por lo que vemos en los informes del equipo asesor del Poder Ejecutivo existen dos escuelas o tendencias; una de la mendicidad, y la otra de la dignidad. Vamos por la primera:

A. La mendicidad. La continuación del Estado paternalista, gracias a un gatopardismo histórico; es decir, cambiar algo para no cambiar nada, es lo más peligroso. Eso implica seguir recibiendo “compensaciones por cesión de energía”, tal vez un leve aumento de los royalties y un aumento de los “resarcimientos”. Migajas. Eso, a su vez, supone que las tarifas del 2023, 63% más bajas que las actuales, serán mantenidas por una especie de misericordia hacia el Paraguay. ¡Ingenuidad diplomática o desconocimiento histórico imperdonable! La baja tarifaria le conviene a la industria pesada brasileña, a su consumo domiciliar y a la economía de la Unión. ¿Cómo le convenceremos que no ocurra un hecho consumado?

B. La dignidad. Este escenario implica la soberanía plena del Paraguay. Es la que se ajusta al derecho internacional, a la justicia social, la equidad y la igualdad jurídica de las naciones. Se inicia con el principio de la explotación igualitaria del Río Paraná. El recurso agua, sin el cual no existe hidroelectricidad, es de soberanía compartida. Las pérdidas históricas del costo de oportunidad por la energía mal “vendida” o cedida por migajas, es la siguiente impronta que se debe cambiar. Aunque la culpa es totalmente nuestra, como Estado; nada impide que se modifique esa interpretación errónea sobre la “obligatoriedad de la cesión”. Si ellos quieren convertir en obligatorio una “cesión” que solo es opcional en el Tratado, Paraguay estará habilitado por la vía diplomática convencional o en los foros internacionales a reclamar por su soberanía. Los mediadores neutrales, pero de peso mundial, como las NN.UU., el Banco Mundial u otros organismos multilaterales, al decir de Jeffrey Sachs, serán fundamentales si no llegamos a un acuerdo de las partes. Los límites actuales del Paraguay son un ejemplo que los mediadores internacionales como Ruterford Hayes, pueden inclinar la balanza a favor del Paraguay. Si mantenemos el statu quo que favoreció durante 37 años de generación al Brasil, demostraremos solo dos cuestiones: que somos grandes tontos, o grandes traidores de la patria.

Dicho de otra manera, ¿cómo podrá Bolsonaro, Marito, o ambos, mediante un acuerdo, obligar a dos pueblos soberanos a pagar una energía más cara? Más hora que hasta la Eletrobras seguirá privatizándose. Solo Dios sabe cómo lo intentarán. Hasta donde mis informaciones llegan, la oposición unida en un gran acuerdo político y un gran pacto social en el Paraguay, no lo dejarán.

(*) Ing. Agrónomo, Electricista, Maestrías en Desarrollo y Planificación Estratégica Nacional

¿Cómo?

¿Cómo podrá Bolsonaro, Marito, o ambos, mediante un acuerdo, obligar a dos pueblos soberanos a pagar una energía más cara?