A zonas francas industriales se las asfixia a muerte

Las zonas francas en general se caracterizan por su alto valor estratégico para que las empresas de cualquier país introduzcan bienes sin pagar aranceles evitando engorrosos trámites. De este modo, la empresa en una determinada zona franca puede almacenar, procesar, fabricar o exportar dichos bienes.

Víctor Pavón (*)
Víctor Pavón (*)Archivo, ABC Color

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El impacto sobre la economía de cualquier país resulta sumamente positivo. Lo que se denomina efecto multiplicador permite no solo crear empleos sino también elevar la calidad del capital humano que de modo permanente se capacita a lo que se suma la necesidad de modernizar la infraestructura en cuestiones de puertos, rutas, aeropuertos, ferrocarriles y vías fluviales.

Desde la promulgación de la Ley N° 523/95 “Que autoriza y establece el régimen de zonas francas”, nuestro país ha dado un salto cuantitativo y cualitativo para el ingreso de inversiones. El hecho mismo que las zonas francas deban instalarse en una superficie de propiedad privada con el respectivo control fiscal, aduanero y administrativo, permite una sinergia positiva entre el sector publico y privado.

La señalada acción conjunta igualmente repercute sobre la transparencia y la eficiencia de las diversas actividades llevadas a cabo en la respectiva zona franca. Todavía más, y algo que muchas veces puede pasar desapercibido es que también afecta la competitividad.

Competitividad y calidad

En efecto, una empresa en una zona franca afincada en nuestro país que elabora un producto determinado que luego será exportado a otros lugares del mundo, implica necesariamente la capacidad de tener que medirse con otras que producen el mismo producto o similar. De este modo, una empresa deberá volverse necesariamente competitiva si logra producir a menor costo con niveles de calidad certificada.

Se eleva así la rentabilidad por unidad de producto lo que finalmente y luego de un proceso exitoso repercute sobre las ganancias empresariales y los salarios de los trabajadores. El sólo hecho de incrementarse las exportaciones de un producto determinado hecho, por ejemplo en nuestro país, permite el ingreso de divisas y de conocimientos. En un mundo cada vez más globalizado y competitivo el “know how” logrado por la inversión y la creatividad es clave para comprender el mejoramiento de las condiciones de vida de la gente.

En el sentido expuesto, en Paraguay la normativa legislativa de zonas francas es buena y como toda obra humana desde luego que puede ser mejorada. Así, correctamente en nuestra legislación citada más arriba en el Capítulo II De las Actividades en las Zonas Francas se pueden desarrollar las actividades a) comerciales; b) industriales y c) servicios.

Y en cuanto al régimen tributario y sólo a modo sintético se puede decir que los usuarios en las zonas francas, sea una actividad comercial, industrial o de servicios dedicados exclusivamente a la exportación a terceros países tributarán un impuesto del 0.5% siendo su base imponible el valor total de sus ingresos brutos provenientes de las ventas a terceros países. Dicho de otro modo, en las zonas francas de nuestro país se paga 0,5% de impuesto sobre los bienes exportados.

Reconversión

Esta razonable y auspiciosa legislación permite que Paraguay se convierta en un centro de atracción y sobre todo posibilita que se lleve a cabo algo tan deseable como la tan mencionada reconversión de Ciudad del Este. Esta reconversión permite exportar más lo que supone un incremento de la mano de obra disponible en nuestro país.

Y así sucedió. Nuestros empresarios paraguayos ofrecieron zonas francas permitiendo la creación de más de 4.000 puestos laborales. Un espacio de crecimiento, tanto empresarial como de las familias involucradas, que así se vieron favorecidas con oportunidades que antes no contaban.

Nuestra legislación al respecto es buena y como dije la misma puede ser mejorada como toda obra humana. Sin embargo, las zonas francas industriales que albergaban a unas 40 industrias de diversos rubros como autopartes, muebles, textiles, entre otros, empezaron hace unos años a enfrentarse a un contexto regional en carácter de amenaza.

¿Inversiones y empleos?

Nuestros dirigentes, políticos y burócratas, hasta el hartazgo hablan de inversiones y empleos. Pues la verdad es que son ellos los que se encargan de borrar con el codo lo que firman con la mano. En efecto, si la legislación de zonas francas es buena, los decretos son exactamente lo contrario. Infelizmente, el propio Gobierno paraguayo mediante decreto de 2019 introdujo a nuestro ordenamiento jurídico una decisión del Mercado Común del Sur (Mercosur) que no se puso en vigencia en Paraguay y que atrajo ingentes inversiones al país (se convalidó el acto jurídico) favoreciendo finalmente al Brasil que prohibe la expedición de certificado de origen a productos fabricados en zonas francas.

El certificado es obligatorio y la Receita Federal del Brasil no admite carga alguna sin dicho documento. Esto es, como a las empresas que operan en nuestras zonas francas ya no se les reconoce su certificado de origen en Paraguay, entonces deben pagar aranceles entre el 14% al 30% al Brasil. Por tanto, a Paraguay se lo trata como si fuera un país de extrazona (fuera del Mercosur).

Pronto se hicieron sentir los dañinos resultados de esta abdicación. Nuestras autoridades fueron las que provocaron adrede tan detestable cambio en las reglas de juego institucionales con las que se contaba.

Inseguridad jurídica

Muchas empresas empezaron a abandonar el territorio nacional y otras obligadas por las inversiones que ya cuentan a ser parte del régimen de maquila, que comparado con las zonas francas no ofrece los suficientes incentivos.

El cambio de las reglas institucionales por las que se regían al momento de instalarse en el país y que ahora se modifican, están produciendo un daño tremendo a las inversiones instaladas al punto que las empresas paralizan sus producciones, repercuten sobre sus clientes y se encuentran ante la situación de cambios sustanciales que conllevan incumplimientos financieros y contractuales.

Nuevamente se expone al país a una de sus tragedias: la inseguridad jurídica. La incertidumbre provocada por los cambios en las reglas de juego impactan en la economía y desde ahí en la reducción de las inversiones y de puestos laborales.

Peor todavía, nuestro mismo gobierno da a entender de modo directo que resulta mejor que las empresas que están en categoría de industriales en las zonas francas migren hacia la maquila, como si fuera que dicha modificación conllevara a una mejor situación. Y ni tan siquiera, porque lo que está mal y muy mal es precisamente cambiar algo que se garantizó a nacionales y extranjeros en su momento y que venía funcionando bien.

Abyectos y sumisos

A la fecha estamos ante un impacto profundo. Conlleva a modificar sustancialmente el panorama a corto, mediano y largo plazo, puesto que de una ecuación favorable para el Paraguay en cuanto a inversiones y empleos, se termina en la grave amenaza de tener que elevar el costo de producción con la consecuente pérdida de competitividad. Sin embargo, la mayor amenaza que tenemos no proviene únicamente de los intereses de los demás países del Mercosur que defienden lo suyo. Las más dañinas amenazas para nuestro país provienen de nuestras mismas autoridades, abyectas, serviles y sumisas.

En lugar de enfrentar con patriotismo, firmeza y liderazgo la defensa del país, nuestros supuestos representantes se adecuan a los dictados de intereses bastardos e ilegítimos menospreciando el presente y el futuro de la economía nacional, que es lo mismo que decir de las inversiones y empleos que se retiran o que nunca vendrán para beneficio de las familias paraguayas.

Cadenas de producción

Las zonas francas y en el contexto del presente escrito en el que hago especial énfasis a las industriales, se constituyen en cadenas de producción no solo nacionales sino también de carácter mundial. Las mismas son una de las mejores herramientas para fomentar la actividad económica y crear empleos.

Resulta lamentable, por decir lo menos, que sean nuestras mismas autoridades las encargadas de ponerle palos a la rueda. Es la asfixia a muerte de las zonas francas industriales.

Tragedia

De nuevo se expone al país a una de sus tragedias: la inseguridad jurídica. La incertidumbre provocada por cambio en las reglas de juego.

Dañinas

Las más dañinas amenazas para el Paraguay provienen de nuestras mismas autoridades, abyectas, serviles y sumisas.

(*) Catedrático de materias jurídicas y económicas en UniNorte. Autor de los libros “Gobierno, justicia y libre mercado”; “Cartas sobre el liberalismo”; “La acreditación universitaria en Paraguay, sus defectos y virtudes” y otros como el recientemente publicado “Ensayos sobre la Libertad y la República”.

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