Economía campesina en crisis: reforma agraria anacrónica y oportunidades productivas desaprovechadas

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Como todos los años, la marcha campesina presenta reivindicaciones sobre el sector de la agricultura familiar, en que la reforma agraria aparece de vuelta como uno de los temas centrales. A diferencia de otros años, las consignas y el posicionamiento de la Federación Nacional Campesina (FNC), la principal organización del sector, tiene varios puntos no agrícolas, como por ejemplo el incremento de la deuda externa, la violencia contra la mujer y la migración de paraguayos hacia el exterior.

Entre los factores vinculados a la actividad agrícola, las demandas giran en torno a la concentración de la tierra y a privilegios de los agricultores y exportadores, así como a la inexistencia de una política de recuperación de suelos, utilización de semillas nacionales, créditos productivos, asistencia técnica, seguro agrícola y, por último, accesos a mercado y a precios convenientes.

La economía rural paraguaya ha experimentado distintos procesos en las últimas décadas. Mientras algunos sectores lograron modernizarse y vincularse al mercado mundial con productos de altos estándares de calidad y por ende de precio, como la agricultura tecnificada (soja, maíz, trigo, arroz) y la ganadería (carne vacuna), la agricultura familiar campesina aún no ha logrado quebrar el modelo productivo excesivamente centrado en el autoconsumo.

Las escasas excepciones de agricultores familiares que se han integrado a cadenas de valor y, últimamente, a la producción campesina de soja y maíz en los departamentos de San Pedro, Caaguazú e Itapúa, representan todavía casos exitosos, pero muy poco numerosos.

Por el lado de la mentada reforma agraria, la evidencia muestra que el acceso a la tierra quizás pueda ser relevante para los agricultores más jóvenes, pero se ha observado que su disponibilidad no asegura niveles productivos adecuados a la potencialidad agrícola de los suelos. Pareciera que el principal objetivo de la reforma agraria, figura anacrónica, es que los agricultores dispongan de un solar propio para asegurar la subsistencia, antes que disponer de uno de los recursos productivos más relevantes.

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Actualmente, el mayor problema de la tierra es su muy baja utilización agrícola. Numerosas parcelas campesinas de los departamentos de Central, Guairá, Paraguarí y San Pedro se encuentran en estado de barbecho, es decir, no han sido cultivadas en los últimos años, debido a una incapacidad productiva que puede explicarse por distintas razones. Paradójicamente, la importación de alimentos que se pueden producir en el país no ha cesado de aumentar. Por ejemplo, la papa y la cebolla, que se importan desde Argentina, o el caso del ajo que, mayoritariamente, proviene de China.

Las tareas para que la agricultura familiar vuelva a desempeñar un rol de relevancia en la economía paraguaya son varias. Se precisa tanto la recuperación de suelos para mejorar la productividad, como la articulación con los mercados y las industrias de forma a obtener ingresos económicos que permitan salir definitivamente de la pobreza a una parte importante de la población rural y que, al mismo tiempo, se generen mayores negocios dentro del país.