Franco y Boccia, más Jorge Samek, director general brasileño de Itaipú, según las fotos difundidas por la prensa, hasta intentaron algunos saltos de alegría, dignos del más pintado de los barrabrava de nuestros clubes más populares de fútbol, para festejar el récord de generación mundial que había batido la usina.
La coyuntura de apagones que atravesaba el país acentuó las contradicciones de aquella pintura surrealista, cuyo componente más relevante fue, es y, por lo visto, será, la entrega de nuestro patrimonio energético en el complejo hidroeléctrico.
Reiteramos la pregunta hoy
Hoy, 34 meses después, con otro presidente, otros directores y otros consejeros, ante la parafernalia publicitaria e informativa desplegada por los responsables paraguayos de la entidad binacional reiteramos aquella pregunta: señores ¿hay algo que celebrar?
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La maquinaria “binacional”, la de esa suerte de tercera república, nos responde que el jueves 12 de noviembre, a las 7:12, la usina, en 31 años de trabajo, completó una producción de 2.300.000.000 de MWh o, si prefieren, 2.300.000.000.000 de KWh.
En diciembre de 2012 apuntábamos que rendir culto al dios de la abundancia en contexto de escasez acentúa la sensación de disconformidad e incluso de irritación de nuestros compatriotas. Tres años después, esta marcada arista del infortunio paraguayo fue apenas atenuado.
En lo atinente a la entrega de nuestro patrimonio, tres años después, a pesar de los desplazamientos y relevos que se produjeron en la cresta de la administración del Estado paraguayo, la situación incluso empeoró, porque entre el 2008 y el 2012 al menos se planteaban seis de los reclamos de mayor circulación entre técnicos, sindicalistas, políticos y organizaciones sociales del país.
La actual administración paraguaya es la percepción generalizada en los ámbitos de referencia, está más interesada en la calificación que pueda merecer la binacional de calificadoras internacionales, la emisión de bonos y hasta la fabricación de autos y aviones eléctricos.
¿Qué pasó del pliego de seis reclamos?
En efecto, nadie del actual Gobierno o de los técnicos paraguayos cuyos corazones laten 60 Hz por segundo hablan de que nuestro país debe conquistar la libre disponibilidad de la energía que le corresponde en la binacional.
Menos aún de justo precio, a pesar de que está demostrado que nuestros socios brasileños, en 31 años de producción nos pagaron menos de US$ 3 por cada MWh que les entregamos en esas tres décadas, sobre el costo de producción de la usina, que ronda los US$ 44 por MWh. Recordemos que en la región ese precio traspone inclusive la barrera de los US$ 300 por MWh.
La tercera reivindicación nacional apuntaba contra la deuda espuria que Eletrobrás descarga en el pasivo de la entidad binacional. ¿Qué pasó? ¿Acaso desintoxicaron esa columna de la contabilidad del ente? Categóricamente no. El reclamo quedó recluido en algún CD o pendrive del sistema informático de algunos de los archivos de las oficinas paraguayas de Itaipú.
Los tres reclamos faltantes se referían a la administración paritaria de la entidad, vista la realidad –aún vigente– de la hegemonía brasileña en las direcciones de mayor relevancia en el organigrama del directorio ejecutivo, que son la técnica y la financiera.
La fiscalización por los organismos de control (Contraloría General de la República y del Tribunal de Cuentas de la Unión, fue el quinto reclamo, que también yace hoy en la gaveta del olvido. El último punto se refería a las obras faltantes e inconclusas, como la esclusa de navegación.
¿Agradecer a Dios?
La recordada intervención del presidente Horacio Cartes en un mitin proselitista del Partido Colorado en Ciudad del Este el martes 3 del presente mes del Este explica la etiología de la amnesia que padece la actual administración paraguaya de la entidad binacional, así como de todo el Ejecutivo.
“Esa obra, tan criticada por algunos (...) Los que más criticaron se colgaron más de esta obra (...) Los que más criticaron son los que más fuerte se agarraron (...) No hay que tener vergüenza, hay que dar gracias a Dios”, sostenía Cartes en la ocasión con su peculiar oratoria.
Si nada es criticable en Itaipú, la obra, por la cual incluso debemos dar gracias a Dios, es la primera premisa del silogismo cartista.
La segunda es, si todo está bien, no hay reclamos, luego es absolutamente correcto que los representantes paraguayos en Itaipú inviertan su tiempo en explorar en el mercado internacional en busca de alguna calificadora complaciente o en la fabricación de vehículos eléctricos y que no quemen dendritas pergeñando reclamos que solo nos granjearán la antipatía y hasta los “favores” de nuestros poderosos socios.
Lo inquietante es que está lógica puede proyectarse sobre el futuro, hacia el 2023, año en que el Tratado cumplirá 50 años de vigencia y el país tendrá la oportunidad de exigir “la revisión” de las cláusulas de su Anexo C, que nos impone las “bases financieras y de prestación de los servicios de electricidad de Itaipú”, por cierto categóricamente favorables a nuestros socios brasileños.
Estamos convencidos de que esperar el 2023 es apenas otra oportunidad, que puede resultar fallida si atendemos la experiencia de Yacyretá. Creemos, como el Dr. Gustavo De Gásperi, que en Itaipú desviaron, con mala fe, el propósito del Tratado, que es la división de la energía por partes iguales, y la única salida que nos queda es ventilar el caso ante tribunales internacionales.
Reclamos
Entre el 2008 y el 2012 al menos se planteaban seis de los reclamos de mayor circulación entre técnicos, sindicalistas, políticos y organizaciones sociales
US$ 3
Menos aún en el justo precio, a pesar de que está demostrado que Brasil, en 31 años, nos pagaron menos de US$ 3 por cada MWh entregado.