Esto se fue constituyendo en un desafío a nivel mundial que va adquiriendo connotaciones políticas, ideológicas y religiosas, complejizando las posiciones de los diferentes países e impidiendo muchas veces llegar a los acuerdos esperados. Tanto es así, que la situación persiste en pleno siglo XXI, ya que en muchas escuelas el sexo constituye un tema tabú, algo de lo que no se puede hablar libremente y sin prejuicios; es considerado inmoral, obsceno y antinatural (Unesco, 2010). Por esta razón son muy pocos los niños y adolescentes que están recibiendo una adecuada preparación para la vida sexual.
Todo esto los convierte en el grupo etario más vulnerable frente a la coerción, el abuso, la explotación, el embarazo no deseado, los abortos de alto riesgo, así como la exposición a infecciones de transmisión sexual (ITS), lo que implica que la información sobre estos aspectos adquiere carácter de urgencia, pues siendo los más vulnerables se les atribuyen los porcentajes más altos de contagios e infecciones por VIH (Onusida, 2008).
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La educación sexual oportuna permite la toma de decisiones propias sobre la vida sexual y crear conciencia en el individuo de la responsabilidad que implica su sexualidad.
Atendiendo que la educación sexual se inicia desde el momento del nacimiento tomando como base los valores, pautas y comportamientos sociales y culturales, que se transmiten en las familias de manera informal y en la educación de manera formal, se visualiza como un proceso transversal indispensable en la vida de los niños y adolescentes, ya que para Hiriart (2000), una educación sexual adecuada previene problemas de salud psicofísica, promueve el cumplimiento de los derechos humanos, fomenta la igualdad entre hombres y mujeres, la convivencia familiar, social, la internalización de valores sin estereotipos, en un marco de equidad.
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Según algunos autores, la educación sexual busca que la persona aprenda la importancia del sexo y cómo afecta a los demás aspectos de su vida, para que sea capaz de tomar sus propias decisiones, es decir, que pueda ir más allá del conocimiento de los órganos genitales y métodos anticonceptivos, lo cual se considera muy importante porque con una adecuada educación sexual se podrían prevenir los abusos sexuales de cualquier tipo en la interacción entre hombres y mujeres.
Por tanto, para la Unesco (2010) es necesario –y además urgente–proporcionar una educación en sexualidad clara, informada, sustentada en hechos científicos e inspirada en los valores universales de respeto y derechos humanos, ya que si los jóvenes carecen de la misma, o si la consideran incompleta, se podrían encontrar con desinformación en los medios de comunicación, internet, grupos de pares o personas inescrupulosas que podrían conducirlos por caminos inciertos y peligrosos. Se justifica entonces la incorporación de la educación sexual en los programas curriculares.
Actividades
1 Responde.
¿Cuáles son los objetivos de la educación sexual?
2 Cita las ventajas de una educación sexual adecuada.
Fuente: https://bit.ly/40uII1x