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Las dificultades económicas, las necesidades de obtener dinero rápido y el bajo conocimiento de las personas sobre instituciones bancarias y financieras facilitan que caigan, en muchos casos, en engaños y fraudes en los conocidos círculos de inversión.
Los esquemas piramidales son aquellos círculos de ahorros o inversión a los que se accede por invitación de algún amigo o conocido. Una de las características que lo vuelve atractivo es la promesa de obtener importantes beneficios económicos sin mucho esfuerzo y, relativamente, en corto tiempo.
La forma habitual de operar es invitando a las personas a que se unan al círculo y se les pide que abonen una determinada cantidad de dinero en concepto de inversión, con la promesa de que recibirán cada cierto tiempo intereses o rendimientos por ese dinero invertido. Además, se les exige que vayan agregando a otras personas al círculo, las que, a su vez, deberán ir incorporando a otras, con lo que la base de los que aportan se va ampliando. El dinero que se va recaudando sirve para abonar los supuestos rendimientos de la inversión, a los que ingresaron primero al círculo.
Los últimos ingresados percibirán sus rendimientos cuando se agreguen nuevas personas al círculo, por eso la exigencia de adherir a otros conocidos. Ese es el aspecto fundamental: para que el sistema se mantenga se necesita la incorporación de nuevas personas, que vayan ampliando la base. De ahí el nombre de piramidal. Cuando eso deja de ocurrir, el esquema se rompe y al no haber nuevos ingresantes, no es posible pagar los supuestos rendimientos y mucho menos devolver el dinero invertido, por tanto, muchas personas lo pierden definitivamente.
Estos esquemas de supuesta inversión son totalmente informales, generalmente no se firman documentos ni se entregan comprobantes de pagos. Los que la administran tampoco son empresas o instituciones financieras, por lo que es muy difícil protegerse o accionar legalmente cuando el esquema se rompe.
Siempre que las promesas de rendimiento estén muy por encima de lo que se obtiene en el mercado financiero formal, es decir, en los bancos, financieras o cooperativas, se debe dudar y analizar apropiadamente el ofrecimiento. Informarse, investigar, conocer cómo funcionará la propuesta es lo que se debe hacer; y, en lo posible, realizar los depósitos de ahorros o inversiones en las instituciones que operan de manera formal y de acuerdo a la ley.